El retablo-baldaquino de Jesús Nazareno se halla ubicado en la sacristía del templo de San Francisco de Bogotá. En los catálogos de dicha institución se presupone que el baldaquino es una obra neogranadina que data del siglo XVII, lo cual concuerda con las fechas (década de 1620) en las que se registra la ejecución por Ignacio García de Ascucha, escultor de origen asturiano, y su amigo Luis Márquez, ensamblador, del retablo mayor del templo y otras ornamentaciones y decoraciones interiores de las capillas del templo perteneciente a la orden franciscana.

Hoy en día, del templo original, a nivel estructural, solamente se conservan la fachada principal, la torre y el presbiterio. Sin embargo, del retablo principal, la techumbre y, en general, la ornamentación, se conserva gran parte; mas no hay claridad con respecto a qué elementos fueron reemplazados y cuales son originales de la estructura. Por esta razón resulta arriesgado realizar una comparación meramente estilística del retablo mayor con el retablo-baldaquino de Jesús Nazareno para comprobar la autoría de Ignacio García de Ascucha.

Realizado en madera tallada, policromada, dorada y estofada, el baldaquino se apoya sobre un sotabanco de cuatro ángulos y cinco lados y está rodeado de un retablo por el cual recibe el nombre de retablo-baldaquino. Todo el conjunto forma un espacio teatral de marcado carácter barroco.

El retablo consiste en un tablero en altorrelieve a ambos lados del baldaquino: el de la derecha representa a Santa María Magdalena y el de la izquierda a Santa María Egipcíaca, ambas con iconografías ascéticas muy similares. En la parte superior se levanta un ático semicircular con tres esculturas principales, también en altorrelieve: Santo Tomás de Aquino, un arcángel y San Buenaventura. Entre ellas, grupos de ángeles y querubines en alto y medio relieve. En la parte izquierda, debajo del tablero de altorrelieve, vemos también un aplique de fronda.

El baldaquino no representa una escena en particular ni la vida de ningún personaje, tampoco contiene símbolos particulares que nos puedan remitir a alguno de estos dos casos; por el contrario, se presta como escenario para la escena del Camino al Calvario que se representa, de ahí que en su interior se encuentren tres esculturas que conforman la escena de Simón de Cirene ayudando a Cristo a cargar con la pesada cruz, correspondiente a la quinta estación del Vía Crucis: Jesús Nazareno, un soldado con trompeta y el Cirineo.

El sotabanco que soporta el baldaquino no es original, data del siglo XX. Predominan en el mismo los elementos fitomorfos y seis ángeles que, erguidos, son cimiento divino sobre las seis columnas falsas talladas. En el centro aparecen tres de los instrumentos de la pasión de Cristo: el martillo, tres clavos y las pinzas, elementos mediante los cuales Jesús fue clavado a la cruz y posteriormente descendido de ella.

Este retablo-baldaquino es una pieza de gran valor artístico, técnico, estético y devocional. Alrededor del mismo versan dinámicas espirituales sumamente importantes para la comunidad franciscana, que a su vez cuenta con un papel trascendental en la historia de Colombia y de Bogotá, historia que se ve marcada en sus cimientos por la construcción del templo de San Francisco. Una reciente restauración ha recuperado la estabilidad estructural y estética de la obra con el fin de su correcta preservación para generaciones futuras.

Justo al frente del retablo-baldaquino, al costado sur de la sacristía, está otro retablo barroco del mismo estilo y técnica (imagen inferior), denominado altar a San José: se conforma por un sotabanco de cinco tableros sobre fondo rojo y apliques tallados y dorados, una mesa de altar y un cuerpo con tres calles. La calle central posee hornacina y frontón, y las laterales un cuadro en el centro: a la izquierda la Muerte de San José y a la derecha la Coronación de San José, ambos pintados por Gregorio Vázquez. El ático es también de forma semicircular.