EL GENIO DEL MAL

25/10/2013


 

   
   
Obra de Joseph Geefs

 

En 1837 el escultor belga Guillaume Geefs (Amberes, 1805 - Schaerbeek, 1883) recibía el encargo de labrar el púlpito de la Catedral de San Pablo en Lieja, cuyo tema fue el triunfo de la religión sobre el llamado "genio del mal". Geefs siguió la linea de la escultura pública monumental que él y su familia de escultores levantaron en honor a las personalidades políticas del momento, tan en boga a raíz del espíritu nacionalista que siguió a la independencia de Bélgica en 1830. Las técnicas del realismo se asociaron con la restrictiva disciplina neoclásica, inclinándose también la obra hacia el heroismo romántico, especialmente en la figura de Lucifer.

Desde el principio, Lucifer fue parte integrante del proyecto, que contemplaba también representaciones de San Pedro, San Pablo, San Humberto de Lieja y San Lamberto de Maastricht, tal y como se aprecia en un dibujo del ilustrador belga Médard Tygat, publicado en 1900. La escultura de Lucifer, sedente y labrada en mármol blanco, fue encomendada a Joseph Geefs (Amberes, 1808 - Bruselas, 1885), hermano de Guillaume, quien la acabó en 1842, siendo instalada el año siguiente en la base de las escaleras de la parte posterior del púlpito. Firmada en el lado derecho por el autor ("Jozef Geefs Anvers"), sus medidas son 168,5 x 86 x 65,5 cm.

La escultura de Joseph, que casi la interpretó como un sensual efebo, fue criticada desde un primer momento por no representar un ideal cristiano y por ser considerada por los responsables de la Catedral "demasiado sublime" (cita de Van Lennep en el diario La Emancipación, con fecha de 4 de agosto del año 1844). La prensa local afirmaba, además, que Lucifer distraía a las chicas jóvenes que, arrepentidas, acudían al templo a escuchar los sermones. Por todo ello, el obispo van Bommel ordenó la retirada del "genio del mal" (llamado también "el ángel del mal") y encargó a Guillaume una obra similar a la de Joseph pero de mayor cariz diabólico.

 

   
   
Obra de Guillaume Geefs

 

Lejos de inspirar repugnancia, la creación de Joseph Geefs, definida como "una de las obras más inquietantes de su tiempo", sorprendía por su perfecto acabado, su gracia y su actitud elegante e incluso poética. Quitando las alas de murciélago y la serpiente languideciendo en la base rocosa, más parece un Adonis que un Lucifer; de hecho, podemos ponerla en relación con Adonis de caza con su perro, escultura de Joseph que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Bruselas, entidad que también custodia su "genio del mal" desde 1864. Ambas muestran un desnudo juvenil totalmente humano, andrógino y suave, lejos de cualquier ferocidad.

Nada más ser retirado de la Catedral, Joseph expuso su Lucifer en Amberes, junto con otras cuatro creaciones de su mano: el grupo El sueño y las esculturas individuales Santa Filomena, Amor fiel y Pescador huérfano. A pesar de la controversia religiosa, "el genio del mal" fue admirado por las capas más altas de la sociedad belga (hasta el punto de encargar el gran duque de Saxe-Weimar-Eisenach una copia en mármol el mismo año de su ejecución) y por los artistas de su tiempo, caso del milanés Constantino Corti, cuya colosal obra Satán, exhibida en la Exposición Universal de París del año 1867, es una versión del original de Geefs.

Buscando acallar las críticas hacia la obra de su hermano, el Lucifer de Guillaume, colocado en la Catedral de Lieja en 1848, de tamaño algo inferior al de Joseph (165 x 77 x 65 cm), presenta una menor desnudez y una mayor inclinación hacia la iconografía demoniaca. Su "genio del mal" muestra mucho más claramente a los fieles las consecuencias del castigo divino: el rostro abatido, grilletes en el tobillo derecho y la muñeca izquierda, y el brazo derecho cubriendo la cabeza para expresar temor hacia Dios; por otro lado, la anatomía, bastante más masculina y musculosa, posee detalles monstruosos como los cuernos que salen de un pelo más revuelto y las uñas estrechas y alargadas a modo de garras. Pese a las exigencias del clero, Guillaume no renunció del todo a la humanización ni a la apariencia de hombre atractivo, evocando el tema de la belleza del diablo.

 

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