LOS POSTIZOS EN LA ESCULTURA SACRA

Mercedes Murguía Meca (12/01/2023)


 

 
 
Virgen del Desconsuelo (detalle, Jerez de la Frontera)
Foto: Pichi Gardel

 

Particularmente en el mundo hispánico, escultores y pintores dedicaron lo mejor de su talento a plasmar figuras sagradas lo más naturales y, con ello, próximas al devoto espectador. No dudaron, según los temas, en hacerlas descarnadas, crudas, austeras y, a menudo, incluso sangrientas, pues su intención era "sacudir los sentidos y conmover el ánimo como medio de propagación de la fe". Los postizos fueron un recurso singular para lograr dichas intenciones. En favor de la propagación de la fe, escultores y pintores combinaron habilidades con el objeto de plasmar con asombroso realismo los grandes temas cristianos, mediante diferentes e ingeniosas soluciones técnicas en la materialidad, dando como resultado un arte sensual, brillante y complejo.

La escultura devocional ha utilizado distintos materiales para su creación, recurriendo históricamente a diferentes soportes, como la madera, el papelón y el cartón piedra, la caña de maíz y las llamadas telas encoladas, por nombrar algunos de los más destacados. Esa diversidad de materiales da mayor verismo, y persigue, por encima de la perpetua imagen, la emulación de la realidad.

El término "postizo" hace referencia en la imaginería-escultura religiosa, un elemento que no es propio de la talla, sino agregado, como es el caso de los ojos de vidrio, pestañas de pelo, dientes o uñas de hueso; no así las vestimentas y otros elementos, como asientos o coronas. Los postizos deben de ser concebidos como parte integral del proceso de creación de una escultura, al ser un recurso recurrente para dotarla de mayor naturalidad, complementando el trabajo de la madera, independientemente del material empleado.

Lo mismo que la lengua o los dientes de muchas efigies, los ojos de vidrio se engastan y quedan colocados en el interior del rostro en los primeros procedimientos de conformación de la talla. Terminada esta, el uso de cordeles para generar el volumen de las venas se puede hacer, por ejemplo, en el momento en que se aplican los aparejos, así como el corcho, telas o huesos, para ofrecer mayor veracidad o poner énfasis en determinados puntos de atención, como es el caso de heridas o costillas descubiertas. Finalizado el policromado, este sistema constructivo en ocasiones se concluye con lágrimas que ruedan sobre las mejillas de vírgenes o santos, así como con pestañas. Ante el hecho de que se prioriza el trabajo de la madera, pareciera que se dejan en segundo plano estos "materiales añadidos" o "postizos", pese a que son un recurrente recurso escultórico.

 

 

La realidad de la imaginería hispánica es que llegaron a emplearse incluso por algunas de sus más destacadas gubias. Gregorio Fernández, por ejemplo, usa el postizo como recurso que culmina en un interesante binomio, compuesto por la anatomía del cuerpo lograda mediante el trabajo en la madera y aquellos materiales que emplea para los efectos que desea subrayar con el fin de lograr un mayor naturalismo. Es así como en varias de sus imágenes confluyen múltiples elementos que se combinan con las labores de talla: puesta de ojos de cristal, colocación de uñas de asta, utilización de lo que parece corcho para la apariencia de sangre coagulada en las heridas y, lo que es más, la casi transparencia de la pintura del cendal dejando a la vista prácticamente la madera, lo que genera un original juego de percepción.

Por otro lado, en la ejecución del Santo Cristo de Burgos, uno de los crucificados españoles más importantes históricamente, venerado en el templo catedralicio de dicha ciudad, se recurrió a diversidad de materiales que ayudan a que la efigie pueda articularse en cuello, brazos, piernas y dedos. Su anónimo autor se valió de pelo natural para el bigote, barba y cabellos, pero también de piel vacuna para recubrir toda la obra y ocultar los engranajes que permiten el movimiento, además de lana picada para rellenarlos y asta para las uñas.

Otro ejemplo es la imagen del Crucificado de Juan de Valmaseda (detalle en la imagen superior), destacado representante de la escuela castellana, ubicada en el ático del retablo mayor de la Catedral de Palencia. Algunas de sus venas y regueros de sangre se elaboraron con cordeles, pese a coronar un retablo de 20,5 metros.

Numerosos y variados son los postizos en la imaginería novohispana. Los más frecuentes han sido ojos de vidrio y huesos incrustados en costillas y dientes. Es el caso del Nazareno de Ozumba (detalle en la imagen inferior), en México, antigua Nueva España, la imagen, articulada en cuello, estómago y cadera, hombros, brazos y piernas, posee cordones para generar el realce de las venas y poner énfasis en las heridas, pestañas de pelo de caballo sujetas entre dos tiras de papel y adheridas a los párpados superiores, peluca, ojos de vidrio y dientes de hueso en ambas mandíbulas, tallados de forma independiente e incrustados en el soporte uno a uno.

 

 

FUENTES

MURGUÍA MECA, Mercedes. "La valoración de los postizos como un recurso naturalista de la imaginería virreinal", en Intervención. Revista internacional de conservación, restauración y museología, año 13, nº 25, Ciudad de México, Ediciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), 2022, pp. 128-143.

 

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