EL VELO DE TINIEBLAS DEL CRISTO DE LAS PENAS DE LA CALAHORRA

11/08/2024


 

 

La representación del Sol y la Luna se muestra en la iconografía de la Crucifixión desde sus inicios, siendo en Siria donde aparece por vez primera y llegando a ser más frecuente a partir del siglo IX, si bien decrece su aparición en las obras del XV y ya se constata sólo de forma esporádica en el XVI, pues el Renacimiento elimina este simbolismo medieval.

Normalmente el Sol se sitúa a la derecha de Cristo y la Luna a la izquierda, lo que ha motivado algunas explicaciones teológicas, si bien, posiblemente, la explicación sea mucho menos complicada y se encuentre en la aparición anterior de ambos astros en las antiguas estelas de Saturno o en los monumentos mitriacos. Posición pagana relacionada, probablemente, con la creencia astrológica de que la Luna rige el lado izquierdo del cuerpo y el Sol el derecho. Los artistas no han hecho más que seguir la tradición, aunque se comprueba que, a partir del siglo XII, los casos en los que la posición de los astros aparecen invertidos son frecuentes.

En las representaciones de la crucifixión, una interpretación asevera que el lugar ocupado por la Virgen y San Juan o el de Longinos o Stephaton presentan clara simetría. Por ello, y para "llenar" el hueco libre encima del patibulum, se recurre a la representación iconográfica del Sol y la Luna. Además, con esta representación, se consigue una suma de elementos que subrayan la tendencia al "horror vacui" de la que suelen adolecer los artistas populares.

Una explicación que se podría calificar de teológico-astronómica estaría relacionada con la aparición de las tinieblas en el momento de la muerte de Cristo. Los astros representarían una especie imposible de eclipse de Sol por la luna llena ya profetizado en el Antiguo Testamento y que motivó lo que los Evangelios describen como unas sombras y vapores que ocultaron el Sol, en una especie de velo fúnebre. Se ha sugerido también que el Sol y la Luna podrían simbolizar la naturaleza divina y humana de Cristo. Encontramos asimismo una interpretación de carácter literario-religioso en la que el Sol y la Luna representan la armonía entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. De este modo, lo que el Evangelio nos muestra a la luz del Sol, el Antiguo Testamento nos lo hace ver en la claridad imprecisa de la Luna y las estrellas. Es como si en el Antiguo Testamento la verdad portase un velo, un velo místico que será rasgado por la muerte de Cristo.

Por otro lado, sobre el siglo X y hasta el siglo XIII es cuando aparecen el mayor número de muestras de iconografía del Sol y la Luna demostrando pena, dolor e incluso llanto por la muerte del Salvador, ocultándose parte del rostro con un velo y enjugándose las lágrimas. Así, los artistas añaden expresiones de dolor a las representaciones humanas de los astros.

 

 

El pasado 9 de agosto, en la localidad granadina de La Calahorra (Comarca de Guadix) tuvo lugar el estreno de un velo o paño de tinieblas para la imagen del Cristo de las Penas, copatrón de la villa y titular de la Hermandad del Santísimo Cristo de las Penas y María Santísima de los Dolores.

El diseño de la pieza corre a cargo del artista granadino Hugo García Tabuenca. El velo ha sido ejecutado sobre tul de seda color crudo, en hilos de hojilla de oro y plata tanto lisas como rizadas. En su ejecución el bordador Francisco Jesús Aranda Humanes combina el oro y plata en el perímetro de la pieza en el que se encuentran el Sol y la Luna.

Al hilo de lo expuesto anteriormente, leemos en el Evangelio de San Mateo: "...así será la venida del hijo del hombre (...) después de la tribulación de aquellos días, se oscurecerá el Sol y la Luna no dará su luz...". Asimismo, los tres evangelios sinópticos de Mateo, Marcos y Lucas narran que, con la muerte de Cristo, las tinieblas cubrieron toda la tierra y la cortina o velo del templo de Jerusalén más sagrado, donde se supone que habitaba Dios y al que solamente los sacerdotes podían entrar, se rasgó con la muerte de Jesús, una muerte que supone la reconciliación de Dios con el mundo, porque ya no es solo el Dios de los judíos sino del mundo entero, pues la redención de Jesús es para todos por igual. Desde entonces, sin ningún velo que valga, hay una conexión directa entre Dios y el hombre, siendo ello el milagro de la redención.

Lo anterior relaciona el velo de tinieblas, que portan crucificados como el Cristo de las Penas de La Calahorra, con la cortina del templo de Jerusalén, con estrellas bordadas que simbolizan la esfera celeste y, de paso, nos recuerdan que Jesús es el rey del universo, y con sus brazos abiertos en la cruz abraza los astros y a toda la humanidad.

Este simbólico velo es propio de los crucificados muertos ya que nos lleva al intervalo de horas desde la sexta hasta la nona, o sea desde las 12:00 del mediodía hasta las 15:00 de la tarde del Viernes Santo, lo que identifica el Sol y la Luna con el Alfa y la Omega, el principio y el fin y toda la historia del hombre y su salvación en este detalle.

La actual imagen del Cristo de las Penas es una talla en madera policromada del escultor e imaginero granadino Antonio Barbero Gor, realizada en la década de 1940, si bien conserva la mascarilla restaurada de la imagen anterior destruida en 1936, una obra del siglo XVII relacionada con el célebre artista Alonso de Mena.

 

 

FUENTES

LABRADOR GONZÁLEZ, Isabel María y MEDIANERO HERNÁNDEZ, José María. "Iconología del Sol y la Luna en las representaciones de Cristo en la cruz", en Laboratorio de Arte, n º 17, Universidad de Sevilla, 2004, pp. 76, 82 y 84.

Con información de Francisco Jesús Aranda Humanes.

 

 

Fotos: Raúl Gutiérrez

 

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