SAN LORENZO EN LA PARRILLA. BERNINI ADOLESCENTE

10/08/2024


 

 

Gian Lorenzo Bernini tenía solamente 16 años de edad cuando realizó esta obra maestra en mármol para un cliente cuya identidad, de momento, se desconoce. Se trata de la primera escultura documentada del artista (hacia 1614), que por entonces seguía colaborando con su padre, el también escultor Pietro Bernini, en obras como "Flora y Príapo", grupo conservado hoy en el Metropolitan Museum (Nueva York).

Gracias a Filippo Baldinucci, sabemos que San Lorenzo en la parrilla estaba en 1682 en posesión del coleccionista Leone Strozzi, quien lo conservaba en su villa romana. Fue trasladado, a finales del siglo XVIII, al palacio Strozzi alle Stimmate, también en Roma, y ​​luego al palacio Strozzi de Florencia. Este origen parece confirmarse por el emblema de los Strozzi encontrado en la base de madera del monumento, probablemente diseñado por el propio Bernini, que simula un tronco ardiendo y que está especialmente reforzada para sostener la escultura de mármol.

Otra hipótesis, sin embargo, empareja el San Lorenzo con el San Sebastián, también de mármol, del Thyssen-Bornemisza de Madrid, pagado por Maffeo Barberini a Bernini en 1617. Según esta teoría, el pedestal sería una adición posterior, tallada cuando la obra entró en las colecciones Strozzi.

En 1935 la obra pasó a formar parte de la gran colección del conde Alessandro Contini Bonacossi. Tras ser donada parte de la misma al Estado italiano en 1969, la colección pertenece a la Galería Uffizi de Florencia.

San Lorenzo es representado durante su martirio en Roma, mientras yace sobre una parrilla atravesada por lenguas de fuego. El mártir de Huesca alza su rostro hacia Dios, mostrando una impresionante mirada que es una mezcla de agonía y éxtasis, ya que el autor buscaba reflejar el punto de inflexión que toma su martirio, cuando el terrible sufrimiento físico se transforma en un gozoso éxtasis místico.

La escultura mide 66 x 108 cm y se presenta como un prodigioso ejemplo del virtuosismo de Bernini, aun siendo adolescente. Un genio capaz de plasmar con mármol hasta el fuego, el elemento más etéreo e inmaterial.

Para su San Lorenzo el artista tomó tanto modelos pictóricos (caso del Adán de Miguel Ángel Buonarroti para la pose) como escultóricos (caso de las diversas réplicas del Galo moribundo para el rostro). Probablemente también estudió modelos tomados de la naturaleza, como cuenta su hijo Domenico en la biografía de su padre, según la cual a la hora de plasmar el rostro afligido por la agonía, el propio Gian Lorenzo colocó un muslo desnudo cerca de las brasas encendidas, dibujando con un lápiz su rictus de dolor reflejado en un espejo.

 

 

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