CURIOSIDADES DEL APOLO DEL BELVEDERE CON MOTIVO DE SU RESTAURACIÓN

18/10/2024


 

 
 
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Foto: Andreas Solaro (AFP)

 

El Apolo del Belvedere es sin duda una de las obras de arte más ilustres y célebres de las colecciones pontificias. Cuando en diciembre de 2019 un estudio realizado a la estatua reveló graves daños en su estructura, saltaron las alarmas. Pese a todos los problemas derivados de la pandemia del COVID-19, al año siguiente se inició un complejo proceso de intervención que comenzó con un exhaustivo estudio que permitió identificar las metodologías más adecuadas de cara a los delicados trabajos de restauración a realizar, destinados a garantizar la estabilidad de la estatua. Ello fue posible gracias a las generosas aportaciones de los patronos de arte de los Museos Vaticanos.

La estatua, descubierta en Roma en 1489 entre las ruinas de una antigua "domus" situada en la colina Viminale, llegó al Vaticano entre 1508 y 1509 por voluntad del papa Julio II (Giuliano della Rovere), que estaba instalando en el patio del Belvedere una serie de estatuas para conformar un programa iconográfico centrado en los míticos orígenes de la antigua Roma. En ese momento el Apolo estaría intacto, solo le faltaba la mano. izquierda y los dedos de la derecha. Ya en 1511 se tienen noticias de la inserción de un hierro en la estatua, tal vez para anclarla a la pared de una de las hornacinas del patio.

Unos trabajos de restauración fueron llevados a cabo entre 1532 y 1533 por Giovannangelo Montorsoli, quien según Vasari rehizo el brazo izquierdo que le faltaba al Apolo. Grabados de la época como el de Francisco de Holanda, demuestran que la intervención también supuso el reemplazo del antebrazo derecho y la integración de la parte superior del tronco de árbol sobre el que descansaba el nuevo brazo.

Las numerosas fracturas que hoy se pueden identificar en diferentes zonas de la estatua -pedestal, tronco de árbol, tobillos, rodillas, brazo derecho y partes del manto- son el resultado de la larga vida de la escultura, expuesta al aire libre desde su descubrimiento y sometida a diversas manipulaciones y movimientos, como cuando fue llevada a París tras el saqueo perpetrado por las tropas napoleónicas.

Tras examinar varias soluciones, la actual fragilidad de la estatua obligó a volver a proponer un soporte para la misma, como ya había hecho Antonio Canova cuando el Apolo volvió de París en 1816. El nuevo soporte trasero es de fibra de carbono, se halla anclado al basamento, utiliza exclusivamente orificios existentes y es capaz de reducir en unos 150 kg el peso que soportan las fracturas más delicadas. También mitiga el desequilibrio del centro de gravedad hacia el brazo izquierdo, que inclinado hacia delante, soporta también la carga del manto.

El Apolo del Belvedere es una copia romana en mármol de un original griego en bronce que se atribuye al artista ateniense Leochares (hacia 330 a.C.). Mide 224 cm de altura. La escenográfica postura del esbelto cuerpo del Apolo, frecuente en el bronce original, resulta bastante atrevida en el mármol. Probablemente no han llegado hasta nosotros otras réplicas fieles de la escultura griega en bronce, aunque debió de existir una tradición de copias en época romana.

Un extraordinario descubrimiento en la década de 1950 permitió recuperar en las ruinas del palacio imperial de Baia, situado al norte de Nápoles, cientos de fragmentos de yeso pertenecientes a un taller que poseía vaciados tomados directamente de las obras maestras originales de de bronce griegas de los siglos V y IV a.C., gracias a los cuales se pudo hacer copias fieles en mármol para los ricos mecenas romanos de la zona de Flegrea. Entre estos fragmentos en yeso también se reconoció la mano izquierda perdida del Apolo del Belvedere.

La reciente restauración, cuyos resultados se presentaron el pasado 16 de octubre en el Museo Pío-Clementino, ha sustituido la mano izquierda de Montorsoli por un molde extraído de la mano de yeso encontrada en Baia, realizada como hemos dicho en la época romana sobre la estatua original griega. Ello ha conllevado que la pose del Apolo sea más natural, gracias a una nueva mano más proporcionada y ligera. Dicho reemplazo se ha efectuado con criterios reversibles.

 

 
 
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