400 AÑOS DEL CRISTO DE LA BUENA MUERTE DE LIMA, OBRA DE JUAN DE MESA

05/10/2024


 

 

Este año 2024 se cumplen el cuarto centenario de la hechura del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, una talla que puede ser visitada todos los días del año en la Basílica Menor y Convento de San Pedro de Lima (Compañía de Jesús), también Santuario Arquidiocesano del Sagrado Corazón de Jesús.

Hablamos sin duda de una de las obras maestras de la escultura en Perú, perteneciente a la antigua congregación jesuita de la Virgen de la O, fundada en 1588 por el padre jesuita Juan Sebastián de la Parra, provincial del Perú, siendo edificada su capilla en el templo de la Compañía a partir de 1615, en tiempos del padre Juan de Córdoba. En su proyección social, la Congregación de la Virgen de la O llegó a ser la más selecta fraternidad, formada por caballeros de la Ciudad de los Reyes pertenecientes a la aristocracia local, bien por linaje o por poderío económico, y frecuentemente ambos aspectos.

No sabemos quién o quiénes encargaron la imagen a Juan de Mesa, si alguno de los congregantes que viajaban a Sevilla o por medio de algún jesuita. El encargo debió ser anterior a 1624 por valor de 1.600 pesos, de los que Mesa había recibido 400. Fue en dicho año cuando el escultor otorgó poder al pintor Fabián Gerónimo, residente en Lima, para cobrar el resto del importe "por una escultura de bulto embarcada el año pasado de 1624". Parece que quien llevó la imagen hasta Perú fue el hermano Nicolás de Villanueva, pues consta que en diciembre de 1624 se le autorizó a viajar a Lima con varios bultos de ornamentos y enseres litúrgicos, además de "una escultura de bulto de un crucificado de tamaño natural de un hombre de valor de 1600 pesos".

En 1625 se realizó un retablo para la capilla de la O que el padre Bernabé Cobo calificaba de "curioso", por valor de 5.000 pesos, y fue entonces cuando se debió de colocar el "muy devoto" crucificado.

La identificación precisa de esta imagen por el historiador Jorge Bernales Ballesteros lo insertó en la secuencia de los crucificados del célebre y mejor discípulo de Juan Martínez Montañés: el cordobés Juan de Mesa y Velasco (1583-1627). Por su parte, Rafael Ramos Sosa afirma que los jesuitas limeños encargaron su Cristo de la Buena Muerte a Mesa en vez de a su maestro Montañés porque éste último, más allá de su inmenso renombre, poseía una factura más serena que su alumno, cuyos conocidos efectos dramáticos respondían por tanto mejor a las expectativas de la Compañía.

El crucificado mesino con el que guarda más similitudes es el homónimo de la cofradía sevillana de los Estudiantes, obra capital en la interpretación del tema por la Escuela hispalense. Esta última escultura perteneció a la Casa Profesa de la Compañía en Sevilla y fue realizada en 1620. La talla limeña es más dramática, al presentar el cuerpo con mayor descuelgue y, por tanto, con las rodillas formando un ángulo más agudo.

Seguramente fueron los mismos jesuitas de un lado y otro del Atlántico los que favorecieron el encargo de Lima para Juan de Mesa. No hay que olvidar también otro crucificado de Mesa para el Colegio Imperial de Madrid en 1621 de la misma orden religiosa, hoy en la catedral madrileña de la Almudena.

 

 

NOTAS

AA.VV. San Pedro de Lima. Iglesia del antiguo Colegio Máximo de San Pablo, colección Arte y Tesoros del Perú, Lima, Banco de Crédito del Perú, 2018, p. 279.

 

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