EL RETABLO DE LOS REYES

24/08/2006


 

Jerónimo de Balbás fue un arquitecto, ensamblador y escultor español de orígenes inciertos. Es probable que naciera en Zamora, en el último cuarto del siglo XVII, apuntando el historiador Martín González la posibilidad de que fuera descendiente de Alonso de Balbás, autor de la sillería del Convento de San Esteban (Salamanca) a finales del XVII.

A principios del siglo XVIII, nuestro artista se encontraba viviendo en Cádiz, donde ya por entonces atesoraba un gran prestigio, lo que motivó el encargo de uno de los más ambiciosos y trascendentales proyectos artísticos de la Sevilla del Setecientos: el opulento retablo mayor de la Parroquia del Sagrario de la Catedral. La obra se realizó entre los años 1706 y 1709, correspondiendo la decoración escultórica a Pedro Duque Cornejo y la labor de pintura a Lucas de Valdés. Además de elogios cantados hasta por los poetas, tan magna pieza provocó una enorme influencia en los retablos posteriormente labrados en Sevilla, entre ellos los del propio Duque Cornejo.

Según Ceán Bermúdez, la colosal fábrica inundaba las paredes del presbiterio, en forma de concha, y ascendía a la cúpula del crucero. Es probable que incluso Narciso Tomé se inspirara en este retablo para realizar el impresionante Transparente de la Catedral de Toledo, ya que la escultura llegaba hasta el remate, donde Lucas de Valdés pintó un rompimiento de gloria, igual que sucede en el lucernario toledano.

Pese a tanta alabanza, la crítica neoclásica surgida en la ciudad a partir de la fundación de la Escuela de las Tres Nobles Artes (1775) consideró el retablo de mal gusto. A partir de entonces, comenzaría una persecución hacia tan soberbio ejemplo de la estética barroca que, lamentablemente, tuvo sus frutos en el año 1824, fecha en la que fue desmantelado aludiendo que producía daños en los muros. Sólo se conservó una talla de San Clemente, obra de Duque Cornejo, que hoy figura en el remate del actual retablo mayor, procedente del Convento de San Francisco.

Unos años más tarde de la ejecución del retablo del Sagrario, Jerónimo de Balbás se trasladaría a las colonias de Latinoamérica y en 1718 comenzó a trabajar en su otra obra maestra, que afortunadamente sí ha llegado hasta nosotros: el Retablo de los Reyes de la Catedral de México. La complejidad de esta pieza tiene su origen en su adecuación a la planta de la capilla, dividiéndose verticalmente en tres calles separadas por pilares con forma de pirámide truncada invertida. Gracias a esta espléndida obra, que supuso la introducción del estípite en América, nos podemos hacer una idea de la magnificencia que alcanzó el desaparecido retablo sevillano.

 

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