NUEVA APORTACIÓN AL CATÁLOGO DE ATRIBUCIONES A FRANCISCO ANTONIO GIJÓN

05/03/2024


 

 

La Virgen del Loreto, dolorosa titular de la hermandad sevillana de San Isidoro, se suma al catálogo de obras atribuidas al escultor e imaginero Francisco Antonio Gijón (Utrera, Sevilla, 1653 - Sevilla, 1720), autor entre obras del famoso Cristo de la Expiración (Cachorro) de Triana (1682) o del Simón Cirineo (1687) que la referida corporación de penitencia del templo parroquial de San Isidoro procesiona cada Viernes Santo junto al Cristo de las Tres Caídas.

Así se desprende de un estudio publicado en el último número (100) de Tres Caídas, boletín informativo de la Antigua e Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento María Santísima de las Nieves y Ánimas Benditas del Purgatorio y Pontificia y Real Archicofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, Nuestra Señora de Loreto y Señor San Isidoro. El estudio, a cargo del historiador Andrés Luque Teruel, sitúa la cronología de la dolorosa en torno al año 1717 y la relaciona con la Divina Pastora de Santa Marina, tallada en 1704 e identificada por Jorge Bernales Ballesteros como obra de Francisco Antonio Gijón.

Luque Teruel se basa en el vínculo con Gijón ya apuntado en 1996 por Guillermo Mira Abaurrea a través de la misma publicación. De admitirse la atribución, habría que tener en cuenta que sería la única imagen de Gijón de la que habría referencia posterior al citado año de 1704, con cuanto esto significaría para el estudio y el conocimiento de la evolución final del escultor e imaginero utrerano, que vivió hasta 1720.

Conviene indicar que el aspecto actual de la Virgen de Loreto se encuentra bastante alterado tras la intervención practicada por Sebastián Santos Rojas (1955), aunque no creemos que se llevara a cabo una remodelación integral de la obra. El escultor e imaginero onubense modificó la posición de la cabeza, hasta entonces muy ladeada hacia la izquierda; retocó suavemente el entrecejo; entreabrió ligeramente los labios; hizo nuevo juego de manos y aplicó nueva policromía.

La intervención de Santos trajo consigo unas impecables carnaciones sonrosadas para la dolorosa, una mayor frontalidad de la mirada pese a conservar una leve inclinación de la cabeza hacia el lado izquierdo, y una atenuación considerable de su expresión de dolor al trazar unas nuevas cejas de trazado lineal, apenas elevadas, y entreabrir las comisuras de los labios. No obstante, la efigie conserva su impronta afligida e intimista, quizás ahora más serena y dulcificada tras haber sido retocada por el imaginero. Los entornados párpados, el afilado perfil, el hoyito bajo bastante señalado, el modelado del picudo labio superior y el cuello de sección tubular no parecen haber sufrido modificaciones.

Lleva la Virgen del Loreto ojos vítreos, pestañas postizas en los párpados superiores y cuatro lágrimas de cristal, dos surcando cada mejilla. Las manos, ejecutadas también por Santos, aparecen con los dedos crispados y las palmas extendidas para sostener el manípulo y una réplica en oro del avión Plus Ultra. Las pretendidas semejanzas con la Virgen de los Dolores del Cerro del Águila, obra de Santos (1955), tampoco nos parecen tan evidentes

Posteriormente a Sebastián Santos, la dolorosa de San Isidoro fue restaurada por José Rivera García (1974), y previamente constan las intervenciones de un artista anónimo (hacia 1800), quien modifica la posición de la cabeza e interviene la policromía; Juan Escacena (1875), quien coloca nuevas lágrimas de cristal; Emilio Pizarro de la Cruz y Manuel Espejo (1879), quienes entre otras reparaciones le arreglan una mano y le hacen nuevo candelero; de nuevo por manos anónimas (1899 y 1922), colocándosele otra vez lágrimas y candelero, y por Francisco Marco Díaz-Pintado y Manuel González Santos (1928), interviniendo de nuevo en la policromía.

 

Foto: Daniel Villalba

 

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