PENTECOSTÉS. ALTORRELIEVE DE ADRIÁN ÁLVAREZ EN VALLADOLID
Con información de Javier Baladrón (19/05/2024)
Adrián Álvarez (1551-1599) fue uno de los maestros más interesantes de la escultura vallisoletana de finales del siglo XVI. Su prematura muerte nos privó de la posibilidad de comprobar los derroteros que habría tomado su arte. Álvarez se formó dentro de los parámetros del eclecticismo que practicaba su padre, el también escultor Manuel Álvarez, del que heredó tanto la facilidad compositiva como la elegancia con la que dotó a sus personajes. A todo ello hay que añadir las características propias del manierismo romanista imperante en su tiempo, pero ligeramente atemperado por unas tempranas notas naturalistas y una tendencia hacia los ritmos suaves. Por desgracia la mayor parte de su obra ha desaparecido, siendo sus obras señeras conservadas el retablo mayor del antiguo colegio de San Ignacio, inspirado en el del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, y la Virgen de las Angustias de la homónima ermita de Tordesillas (Valladolid). El referido retablo mayor de la actual iglesia de San Miguel, San Julián y Santa Basilisa fue modificado en parte tras la expulsión de la Compañía de Jesús dictada por Carlos III. Fue entonces cuando se fundieron en el antiguo templo jesuita las antiguas parroquias de San Miguel y San Julián. El lamentable estado de conservación de ambos templos serían lo que llevó a unificar ambas parroquias. La parte escultórica del retablo corrió a cargo de Álvarez, teniendo documentado que trabajó al menos desde el 29 de abril de 1595 y hasta su fallecimiento en 1599. De su finalización se ocuparon otros maestros, probablemente Francisco del Rincón y Gregorio Fernández, aunque en alguna ocasión también se ha señalado que pudo intervenir puntualmente el palentino Pedro de Torres. Consta que, tras la expulsión de los jesuitas y la reutilización del templo como parroquia de San Miguel y San Julián, se decidió incorporar una serie de esculturas que Gregorio Fernández había labrado para el desaparecido retablo mayor de la primitiva iglesia de San Miguel; así, San Ignacio de Loyola, hoy desaparecido, fue reemplazado por San Miguel, y los cuatro padres de la Iglesia, hoy en el Museo Nacional de Escultura, por los apóstoles Pedro, Pablo, Felipe y Santiago. Por su parte, el tabernáculo original desapareció y, tras la Desamortización se dispuso el que había pertenecido al retablo mayor del clausurado convento de San Pablo, con relieves realizados por Andrés Solanes. Encima del tabernáculo podemos ver las efigies de San Julián y Santa Basilisa. Por tanto, a Adrián Álvarez pertenecen el Calvario, los cuatro Evangelistas del ático y los cuatro grandes relieves de los dos cuerpos: Adoración de los Pastores, Circuncisión, Resurrección y Pentecostés; Gregorio Fernández y Francisco del Rincón se ocuparían de acabar el retablo labrando los relieves de santos y virtudes del primer banco, mientras que de las pinturas del segundo banco y del resto del retablo se ocupó Francisco Martínez; y como hemos apuntado, de Gregorio Fernández son también, aunque procedentes del desaparecido retablo de la primitiva iglesia de San Miguel, la efigie del Arcángel y los cuatro apóstoles: Pedro, Pablo, Felipe y Santiago. El altorrelieve con el Pentecostés, manifiesta la devoción jesuita al Espíritu Santo, verdadero protagonista en la formación y misión de la Compañía de Jesús. Adrián Álvarez recrea lo sucedido el día de Pentecostés en los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 1-4), cuando, reunidos los discípulos de Jesús en el cenáculo, tras un estruendo de viento en el cielo, lenguas de fuego se posaron sobre cada uno llenándose del Espíritu Santo. Álvarez divide la escena en tres secciones: la parte central se reserva a María, madre del maestro, que aparece sedente y sobre una especie de pedestal, situándose en la por encima de todos los apóstoles; dispuestos simétricamente en la composición, seis a cada lado, figurando arrodillados en primer plano Pedro y Juan, reconocibles gracias a sus atributos y a su juventud, respectivamente. En la parte superior, sobre la columnata, vemos una nube central con el Espíritu Santo, que es representado bajo la forma corporal de una blanca paloma que desciende del cielo, sin que todavía las lenguas de fuego hayan aparecido en el cenáculo. El estilo de Adrián Álvarez se manifiesta en varios detalles fisonómicos de las figuras, como la forma de labrar los ojos almendrados, con los párpados muy marcados; la ligera doblez en la parte superior de las orejas, y en el caso de los personajes masculinos, los frondosos bigotes y la barba a base de caracolillos. |
FUENTES BALADRÓN ALONSO, Javier. "Nuevas atribuciones a los escultores Adrián Álvarez y Francisco del Rincón", en Arte y Patrimonio, n º 7, Asociación para la Investigación de la Historia del Arte y del Patrimonio Cultural "Hurtado Izquierdo", Montilla (Córdoba), 2022, pp. 13 y 22. |
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