ANDALUCÍA BARROCA 2007 (XIV)
ANTIGÜEDAD Y EXCELENCIAS (I)

Con información de Harold Wethey, Manuel Moreno Alonso,
Benito Navarrete Prieto y Jesús Abades


 

La exposición, comisariada por Rafael López Guzmán e Ignacio Henares Cuéllar, toma su título de un libro del siglo XVII de Bermúdez de Pedraza, "Antigüedades y Excelencias de Granada", donde se redefine Granada como una especie de nueva Jerusalén reconquistada tras la dominación islámica.

Esta visión del barroco granadino en el Museo de Bellas Artes de Sevilla está organizada en seis secciones: La ciudad: memoria de la grandeza y praxis moral ofrece un repaso de las reformas, muy marcadas por la religiosidad, que sufrió la ciudad en el barroco; Trascendencia y cotidianidad reflexiona sobre el uso del arte para acercar la religión al pueblo, y La pintura programática está dedicada a la pintura religiosa con fines didácticos.

Por otro lado, la figura de Alonso Cano protagoniza Espiritualidad y modernidad artística; Exaltación espiritual versa sobre las obras sacras pertenecientes a parroquias, conventos y cofradías; por último, Devoción y piedad ahonda en la vinculación de la ciudad con el Dogma de la Inmaculada Concepción.

 

  
  

Virgen de Belén

Fue labrada por Alonso Cano en 1664 para sustituir a la Inmaculada que el maestro había tallado para el remate del Facistol de la catedral granadina. En fecha indeterminada, la historia se repitió, y los extraordinarios méritos de la obra sustituta hicieron que fuera reemplazada por otra Inmaculada de Diego de Mora. Con esta pequeña imagen (45 cm), el escultor granadino representa a María sedente, cubierta con liviana toca, acompañada del Niño desnudo y con la cabeza hacia abajo, en actitud de recrearse absorta con la hermosura del Infante.

San Juan de Dios

Conservada en el Museo de Granada, la prodigiosa cabeza de San Juan de Dios, labrada hacia el año 1655 por Alonso Cano, mide 30 cm de altura y se halla ejecutada en madera policromada. De ojos vítreos y composición heredada de los retratos de la Roma antigua, muestra el típico rostro varonil del maestro granadino, tan atractivo como imbuido en sus propios pensamientos, de facciones viriles pero depuradas sin renunciar a cierta belleza idealizada. Algunos autores cuestionan su paternidad canesca y la acercan más al ascetismo del discípulo Pedro de Mena.

 
  

 
 

San Francisco Javier y San Francisco de Borja

Estos dos lienzos, actualmente conservados en la Universidad de Granada, forman parte de un ciclo pictórico de santos jesuitas realizado por el granadino Juan de Sevilla (1643-1695) para el antiguo Colegio de San Pablo de la Compañía de Jesús. Son muy representativos del estilo de su autor, fuertemente influenciado por las pinturas de Alonso Cano, con notables referencias también a la pintura flamenca y al arte religioso de Bartolomé Esteban Murillo.

 
 

 
 

Bodegón con Cardo y Zanahorias o Bodegón del Cardo

Considerado el mejor bodegón pintado por Fray Juan Sánchez Cotán (1560-1627), artista toledano afincado en Granada, se trata de una pieza sobria y adelantada a su tiempo, que no sólo influyó posteriormente en la técnica de Zurbarán, maestro por excelencia del bodegón español, sino también en las composiciones pictóricas del realismo contemporáneo que podemos ver en artistas como Antonio López. Dotado de una luz que casi otorga carácter tridimensional a los frutos de la huerta, el lienzo mide 62 x 82 cm y se conserva en el Museo de Granada.

 
 

 
 

San Diego de Alcalá

Labrado en madera policromada para el granadino Convento del Santo Ángel (hacia 1657-1658), no sólo es una de las obras maestras indiscutibles de Alonso Cano, sino también una de las más arriesgadas dentro de las valientes composiciones que solía ofrecer el maestro, pues en lugar de recurrir al efectismo de presentarlo mirando con arrobo al cielo, como haría posteriormente su discípulo Pedro de Mena, Cano nos lo ofrece caminando mientras se encuentra absorto en sus propios pensamientos espirituales. Pocas veces se ha logrado en la escultura sacra representar, con tan alta perfección, la experiencia contemplativa de un santo, ofreciendo además un rostro de subyugante misticismo y un meticuloso modelado en el hábito de la imagen.

San José

Una de las tres esculturas que Alonso Cano realizó en madera policromada (hacia 1657-1658) con destino al Convento del Santo Ángel Custodio, de Granada (las otras dos son un San Antonio de Padua y el San Diego de Alcalá que comentamos en este reportaje), cuyo edificio, desaparecido en 1810, fue también diseñado por el maestro. Comparte con la anterior figura la dulce abstracción del varón. En este caso, Cano acentúa la madurez en las facciones y ofrece una rica paleta de colores en la policromía de los ropajes. El equivalente pictórico de esta escultura lo encontramos en el San José del lienzo de la Sagrada Familia, pintado por el escultor, pintor y arquitecto granadino para el mencionado cenobio granadino.

 
 

 
 

Juno

Obra maestra de Alonso Cano, recrea un tema mitológico muy singular para la pintura española del barroco. Muy relacionada con el manierismo nórdico, forma parte de la Colección Schwartz y hasta hace tan sólo unos años, el lienzo, que mide 105 x 45 cm, se daba por perdido.

San Ignacio de Loyola

Pertenece a la mencionada serie del pintor Juan de Sevilla Romero para el antiguo colegio de los jesuitas en Granada. En este caso, a diferencia de los anteriores, el santo aparece mirando fijamente al espectador, junto al Espíritu Santo en forma de paloma que le inspira en su escritura.

 

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