LA BELLEZA CAUTIVA. PEQUEÑOS TESOROS DEL MUSEO DEL PRADO

16/07/2014


 

 
 

Alegoría de Francisco I de Medici

Giambologna
1560-1561
Alabastro
31 x 45,8 x 5 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Introducción

Todos los géneros y los temas, desde la mitología, las imágenes de devoción y los retratos, a la naturaleza, a la reflexión sobre el ser humano, la exaltación del poder y la vida cotidiana, y también, los diferentes soportes y técnicas, como mármol, tabla, lienzo, pizarra o cobre, se mezclan en La Belleza Cautiva. Pequeños Tesoros del Museo del Prado, exposición que refleja la riqueza y variedad de este resumen de lo mejor del Museo.

Gracias a la campaña de restauración promovida para la exposición La Belleza Encerrada. De Fra Angelico a Fortuny que tuvo lugar el pasado año en las salas del Prado (ver enlace), el público podrá, además, apreciar el atractivo extraordinario que encierra la superficie pictórica recuperada, la riqueza inagotable de los numerosos detalles, su originalidad y rareza, todo ello concentrado en sus mínimas, pero singulares, características.

Las pequeñas pinturas están habitualmente a la sombra de los cuadros de gran tamaño de la colección, como también su escultura, y ahora los bocetos preparatorios para obras de grandes formatos, de frescos y cuadros de altar o de cartones de tapices, así como los cuadros de gabinete y los pequeños retratos se muestran aquí en todo su esplendor para captar la atención preferente del espectador en unas condiciones ideales de proximidad y reflexión que no se consiguen en las salas habituales de la colección permanente de un museo.

Correspondiente a todo el arco temporal que abarcan las colecciones del Museo, de finales del siglo II d.C. -la escultura en mármol Atenea Partenos- a los umbrales del siglo XX -Fortuny, Madrazo y Rosales entre otros-, este conjunto de obras cobra un inédito protagonismo en la exposición La Belleza Cautiva. Pequeños Tesoros del Museo del Prado a través de un sorprendente montaje que facilita su contemplación más íntima y su inmersión en la extraordinaria belleza que encierran, su originalidad y su rareza.

La constante invitación al público asistente a mirar las pinturas expuestas a través de recursos expositivos como ventanas, "cámaras oscuras" o el colgado de las obras, que están a la altura de los ojos del visitante, permitirá disfrutar en "privado" y en detalle de este Prado, exquisito y concentrado, que no siempre goza de la posibilidad de exponerse o que, aún expuesto, encuentra dificultad para captar su atención. Un resumen de la excelencia contenida en las colecciones del Museo en su más mínima y particular expresión.

 

 
 

La Extracción de la Piedra de la Locura

Hieronymus van Aeken Bosch (El Bosco)
Hacia 1500-1510
Óleo sobre tabla
48 x 35 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Religión y Vida Cotidiana en la Baja Edad Media y los Inicios del Renacimiento

Palas Atenea, diosa de la sabiduría y de las artes, abre el brillante camino de la pintura y de la escultura en pequeño formato y nos introduce en la Edad Media, un tiempo en el que la religión dominaba la vida cotidiana. Los primeros ejemplos artísticos en tamaño reducido residen en escenas con vidas de santos procedentes de predelas de retablos, aunque ya entonces se desarrolló un tipo de obra "de gabinete" que comprendía, además de retratos de reyes y de grandes señores, pequeños cuadros destinados a la religiosidad íntima que formaban parte de altares portátiles o colgaban en oratorios privados.

Cristo, la Virgen y los santos se convierten en modelos a seguir y, de acuerdo con las Meditationes Vitae Christi franciscanas, se invita al fiel a meditar sobre temas que le lleven a experimentar arrepentimiento y conmiseración ante la Pasión de Cristo. En Flandes, desde el año 1530 esa función meditativa decrece y deja paso a la búsqueda de una edificación moral personal propia del humanismo cristiano, como defienden los textos de Erasmo. Los sentimientos más elevados son absorbidos por la religión, mientras que los impulsos naturales son propios de la vida terrena, abandonada por completo al diablo. Como muestra El Bosco, las imágenes religiosas habituales ya no bastan para alejar al hombre del pecado. Lo que impresiona son los tormentos del Infierno, constante amenaza para el que se deja seducir por el mal.

 

 
 

Cristo con la Cruz a Cuestas

Tiziano
Hacia 1565
Óleo sobre lienzo
67 x 77 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

El Siglo del Manierismo: Italia y España

Las obras de pequeño formato de los pintores del pleno Renacimiento suponen un contrapunto de libertad técnica y compositiva frente a los grandes proyectos decorativos, como los cuadros de altar, los frescos y los retratos de aparato. Además del placer visual que procuran la riqueza y el colorido de esta pintura, los artistas del siglo XVI experimentaron tempranamente en estas proporciones íntimas hallazgos formales y expresivos que respondían a las demandas de la sociedad moderna.

La maniera, concepto que define en Italia el artificioso estilo desarrollado a partir del año 1520, reúne en esta exposición magníficos ejemplos de artistas italianos y españoles. Todos ellos plasmaron los nuevos intereses de la pintura y del humanismo neoplatónico abriendo vías de belleza que se apartaban del canon clásico del siglo anterior. Figuras de proporciones alargadas, actitudes violentamente forzadas, colores inusuales y escenas de nocturno con ambiciosos contrastes lumínicos buscaban sorprender y deleitar a un espectador cada vez más sofisticado en sus gustos artísticos.

En las mismas fechas, la escultura también se hizo pequeña para ocupar espacios privados, sin perder por ello su grandiosidad. Con su nobleza clásica, fue un arte al servicio de los poderosos: resaltó su gloria y dejó constancia de sus facciones, recuperando a su vez la tradición del retrato romano. 

 

 
 

Diana y sus Ninfas cazando

Pedro Pablo Rubens
1636-1637
Óleo sobre tabla
27,7 x 58 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

El Barroco: Inicios y Plenitud

Diversos pintores italianos y algunos paisajistas originarios del norte de Europa dedicaron parte de su producción a pequeñas obras que encontraron fácil salida en el mercado artístico de la época. Gabinetes y oratorios privados eran destinatarios preferentes de estas creaciones, donde se entremezclaban con facilidad asuntos y géneros artísticos.

En los países católicos, los temas religiosos seguían los preceptos del Concilio de Trento y buscaban fomentar la devoción del fiel a través de los episodios de martirio de hombres y mujeres ejemplares. Junto a ellos, se encuentran composiciones de carácter más amable e intimista, así como retratos caracterizados por su introspección psicológica, según se advierte aquí en los firmados por Moro y Velázquez. También en este periodo surgió el género del bodegón, del que se muestran excelentes ejemplos que evidencian el concepto de fugacidad de las cosas terrenales (vanitas) que subyace en el arte del siglo XVII.

Rubens, maestro de la pincelada rápida y segura, del colorido exquisito y del movimiento dinámico, cultivó ampliamente la pintura en formato reducido, en la que supo plasmar la misma versión exaltada de la vida que en sus grandes composiciones. Colaboró varias veces con Brueghel el Viejo, quien se especializó en pequeñas escenas en las que los detalles están representados con una minuciosidad primorosa que invita al espectador a acercar la mirada al cuadro, y con ello a abandonar su mundo para adentrarse en el de la pintura.

 

 
 

El Viejo y la Criada

David Teniers
Hacia 1650
Óleo sobre lienzo
55 x 90 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Temas del Siglo XVII: Vida Real y Poesía

El paisaje adquirió independencia como género artístico en el siglo XVII y ensanchó las fronteras de la pintura. Permitió a los artistas ampliar su autonomía profesional y creativa al ser obras de mediano y pequeño formato realizadas con libertad, generalmente sin la servidumbre del encargo.

Italia acuñó a principios del siglo el concepto de "paisaje clásico", que recrea el mundo antiguo por medio de una naturaleza ordenada y serena en la que aparecen edificios clásicos. Los flamencos y holandeses, por el contrario, fueron maestros a la hora de convertir su entorno natural, a veces calmado y productivo, otras agreste y magnífico, en el escenario principal donde se escribe la crónica de nuestros días.

En los Países Bajos del siglo XVII se desarrolló el cuadro propiamente llamado "de gabinete", pensado para la decoración de un ámbito que estaba reservado a la vida privada en las viviendas de las clases acomodadas. Es en esos espacios íntimos y pequeños donde la pintura de este formato encuentra su esencia al estar concebida para ese lugar especial, como una "curiosidad pintada" que ha de ser observada y analizada en detalle y de cerca. Eran, por lo general, obras de tamaño reducido que colgaban unas al lado de las otras y en filas superpuestas junto con estatuas pequeñas, bustos y objetos valiosos, a veces naturales, como corales, conchas y minerales, propios de las "cámaras de curiosidades" (Wunderkammern), muy de moda entre los coleccionistas desde el siglo anterior.

 

 
 

El Olimpo o Triunfo de Venus

Giambattista Tiepolo
1761-1764
Óleo sobre lienzo
87 x 61,5 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

La Elegancia Cortesana del Siglo XVIII Europeo

La dinastía de Borbón, instaurada en España en el año 1700, trajo consigo, entre otras reformas de carácter político, social y económico, una renovación del gusto. En ello tuvieron un importante papel los nuevos usos, más adecuados a las exigencias del poder, que artistas italianos y franceses importaron cuando fueron llamados a la corte española para dirigir las decoraciones de los Sitios Reales, especialmente del palacio de Madrid, construido a partir del año 1738 tras el incendio del Alcázar.

Los bocetos en los que ensayaban o presentaban al monarca las complejas composiciones alegóricas proyectadas para los techos de las estancias reales representan un género nuevo, pues su terminación elaborada hizo que se valorasen como pinturas independientes por los conocedores de la época, que los buscaron para decorar los nuevos espacios pequeños y sofisticados de sus residencias. Estas obras evidencian el estilo personal de sus creadores y van desde el carácter rococó, ilusorio y colorista de Giaquinto y Tiepolo hasta un neoclasicismo más puro, inspirado por Mengs, como los ejemplos de Bayeu y Maella.

En el ámbito de la corte fueron especialmente interesantes los bocetos para cartones de tapices destinados a los muros de los Sitios Reales de recreo, ya que retrataron por primera vez a una clase social en ascenso, la burguesía, elegante y curiosa, que llenaba paseos y fiestas populares, pero también al pueblo, encarnado en los majos y majas, y entre esa animada sociedad se mezclaba ahora, como en un juego, la aristocracia ilustrada que se alejaba ya del Antiguo Régimen.

 

 
 

La Ermita de San Isidro el Día de la Fiesta

Francisco de Goya y Lucientes
1788
Óleo sobre lienzo
41,8 x 43,8 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Goya

Goya fue un maestro excepcional de la pintura en pequeño formato, que tuvo en su obra un protagonismo considerable. Como otros artistas de su tiempo, recurrió a ella para la realización de bocetos de cuadros de mayores dimensiones, pero en su caso adquirieron, ya entre sus contemporáneos, el sentido de obras con valor en sí mismas, como lo más apreciado y significativo de su arte, y así, personajes de prestigio, como el arquitecto Francesco Sabatini o el duque de Osuna, las compraron para sus gabinetes. De igual modo, el artista pintó cuadros de tamaño reducido por encargo de mecenas ilustrados, destinados al ámbito privado, religioso o no, y para retratos de familiares.

Como novedad en el arte español de aquel periodo, dominado por las enseñanzas regladas de las Academias de Bellas Artes, instauradas durante la segunda mitad del siglo, como la de San Fernando en Madrid, el artista hizo, a partir de 1793, cuadros independientes, "de gabinete", en los que pudo reflejar, según sus propias palabras, "observaciones a que regularmente no dan lugar las obras encargadas, y en que el capricho y la invención no tienen ensanches". Creó una moderna forma de capriccio, como en sus estampas, en el que la fantasía y la imaginación se oponen a las concepciones artísticas de lo bello y lo ideal y donde prima lo satírico o lo trágico. En todas estas creaciones demostró la misma técnica magistral que en su pintura de gran tamaño, caracterizada por la libertad de factura, con una pincelada rápida y transparente, pero siempre precisa y sutil.

 

 
 

La Reina Doña Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su Hija, la Infanta Doña Catalina

Francisco Pradilla y Ortiz
1906
Óleo sobre lienzo
85 x 146 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

El Siglo XIX: Miradas Íntimas, Ámbitos Privados

El Romanticismo aportó mayor privacidad en los usos sociales y en las costumbres individuales de las gentes del siglo XIX. Las residencias de la aristocracia y de la nueva burguesía enriquecida reservan espacios de 10 intimidad para las largas horas de ocio, de forma que los gabinetes se convierten en las estancias predilectas para el disfrute doméstico, bien para recrearse en la lectura y en la música o simplemente para conversar, lo que se refleja en las artes figurativas y en la literatura de la época.

Las paredes de estos salones se decoran con obras de formato reducido e invitan, con temas novedosos, como el orientalismo, el mundo de los artistas, la ciudad o la playa, a una contemplación detenida, ofreciendo así un mosaico de pequeñas ventanas que se abren a una realidad múltiple.

Junto con testimonios pintorescos de recuerdo goyesco, como los de Lucas o Alenza, se encuentran lenguajes pictóricos más novedosos sustentados en el retrato, según muestran los ejemplos de Rosales y de Madrazo, y en el paisaje, que ahora aborda de forma directa la naturaleza y la ciudad, lo que ilustran las obras de Haes, Rico y Fortuny. De igual modo, la pintura de historia, género tradicionalmente concebido en grandes dimensiones, es capaz de reinterpretarse mediante esta nueva sensibilidad, condensando la inherente magnitud de los temas en primorosas pinturas de gabinete, como se aprecia en el cuadro de Pradilla.

 

 
 

Gallo Muerto

Gabriël Metsu
1659-1660
Óleo sobre tabla
57 x 40 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Actividades Relacionadas con la Exposición

 

Conferencia
Miércoles 16 de julio. 19:00 horas
Precio: 4 €. 50% de descuento para clientes de "la Caixa". Plazas limitadas
A cargo de Manuela Mena, jefe de Conservación de pintura del siglo XVIII y Goya del Museo de Prado y comisaria de la exposición

Ciclo de Conferencias "La Belleza Cautiva"
Del 13 de noviembre al 18 de diciembre de 2014
Precio: 4 €. 50% de descuento para clientes de "la Caixa". Plazas limitadas

Jueves 13 de noviembre. 19:00 horas
La extracción de la piedra de la locura, de El Bosco
Pilar Silva, Jefe del Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (1400-1600) y Pintura Española (1100-1500) del Museo Nacional del Prado de Madrid
La conferencia se centra en el Bosco y en la forma en que materializa esta tabla de la piedra de la locura, uno de los escasos temas de carácter profano realizados por él que ha llegado hasta nosotros y que tanto eco encontró entre los pintores flamencos desde fines del siglo XV hasta el siglo XVIII. El pintor critica en esta obra a los falsos cirujanos, cuya única intención es conseguir dinero.

Jueves 20 de noviembre. 19:00 horas
Francisco Pacheco, de Diego Velázquez
Javier Portús, Jefe de Departamento de Pintura Española (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado de Madrid
Pacheco fue primero maestro, y más tarde suegro de Velázquez. Además de pintor, fue un intelectual que escribió sobre arte y editó las obras poéticas de Fernando de Herrera. Velázquez lo usó como modelo para uno de los retratos más importantes de su etapa sevillana. En esta conferencia se estudia el mismo, principalmente a través de su comparación con sus retratos cortesanos posteriores, algo que muestra hasta qué punto era un artista capaz de adaptarse a las expectativas de sus diferentes públicos.

Jueves 27 de noviembre. 19:00 horas
Diana y sus ninfas cazando, de Pedro Pablo Rubens
Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado de Madrid
El cuadro Diana y sus ninfas cazando ofrece una oportunidad ideal para adentrarse en el arte de Rubens. A pesar de su pequeño tamaño, la escena muestra el poderío formal y la vitalidad que son características de su obra. El asunto del cuadro nos permitirá recordar que Rubens fue uno de los principales pintores de mitologías de su tiempo. A diferencia de la mayor parte de sus colegas, el pintor de Amberes no se limitaba a ilustrar escenas 12 escogidas por otros. Sus profundos conocimientos del arte y la cultura de la Antigüedad le permitieron convertirse en un intérprete original de la tradición mitológica, escogiendo temas que apenas habían sido tratados por otros artistas.

Jueves 4 de diciembre. 19:00 horas
El albañil borracho, de Francisco de Goya
Manuela Mena, Jefe de Conservación de Pintura del Siglo XVIII y Goya del Museo Nacional del Prado de Madrid
El Albañil Borracho es un pequeño boceto preparatorio para uno de los cartones más famosos de Goya, El Albañil Herido, perteneciente a las composiciones que formaron la decoración de la sala de Conversación del rey en el palacio del Pardo (1786), cuando el artista había alcanzado ya un período de plenitud. Las diferencias entre el boceto de presentación y la composición definitiva son de interés, al revelar el pensamiento del artista y su adecuación a las exigencias de una decoración real. Por otra parte, avanza en la libertad que alcanzó en el decenio siguiente, en que expresó sus ideas críticas en el excepcional conjunto de aguafuertes de los Caprichos.

Jueves 18 de diciembre, a las 19.00h
La Reina Doña Juana la Loca recluida en Tordesillas con su Hija, la Infanta doña Catalina, de Francisco Pradilla
Javier Barón, Jefe del Departamento de Pintura del Siglo XIX del Museo Nacional del Prado de Madrid
Después de haber pintado casi treinta años antes su obra maestra Doña Juana la Loca, Medalla de Honor en la exposición Nacional de Bellas Artes del año 1878, Francisco Pradilla abordó una pintura de caballete basada en el mismo personaje con un tratamiento diferente. En ella recreó con todo detalle la vida cotidiana de la Reina, encerrada en el Castillo de Tordesillas junto al cadáver de su esposo. Así, resalta la minuciosidad en la representación de todos los detalles, lo que proporciona un reflejo muy vívido del Renacimiento español, melancólicamente contemplado por el artista en los años posteriores al Desastre del 98. El éxito del cuadro le llevó a hacer una segunda versión que también conserva el Museo del Prado en depósito en el Museo de Zaragoza.

 

 
 

Maniquí Articulado

Atribuido a Alberto Durero
Hacia 1525
Madera de boj policromada
28 x 8 x 3 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Del 16 de julio de 2014 al 5 de enero de 2015 en CaixaForum Barcelona (Avinguda de Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8). Horario: lunes a domingo y festivos, de 10:00 a 20:00 horas; noches de verano: miércoles hasta las 23:00 horas. El Museo Nacional del Prado de Madrid y la Obra Social "la Caixa" presentan esta segunda gran exposición sobre las colecciones del museo que se presenta en CaixaForum Barcelona después del éxito que supuso la presentación de Goya. Luces y Sombras en el año 2012. Este nuevo proyecto, concebido como una prolongación de la exposición celebrada hace un año (ver enlace) en el propio Museo Nacional del Prado de Madrid, propone un recorrido inédito por la excelencia de sus colecciones a través de la mejor y más amplia selección de obras de su colección que jamás se han presentado fuera del Museo. Su condición común de estar realizadas en pequeño formato ha permitido reunir 135 obras maestras que ofrecen al visitante una experiencia completa del Prado por todas sus escuelas y en toda su extensión cronológica. Durante más de cinco meses, además del detenido relato de la historia del arte que propone el Museo, la exposición permite apreciar la técnica más esmerada y el refinamiento culto que alcanzó el quehacer de los nombres esenciales que configuran la identidad y calidad del Prado como El Bosco, Tiziano, Jan Brueghel el Viejo, El Greco, Velázquez, Rubens, Poussin y Madrazo, entre muchos otros. La muestra es fruto de la colaboración que, desde 2011, mantienen el Museo Nacional del Prado y la Obra Social "la Caixa" para la organización conjunta de exposiciones.

 

Dossier Relacionado en este

 

 
 

Fiesta en un Parque

Jean-Antoine Watteau
1712-1713
Óleo sobre lienzo
47,2 x 56,9 cm
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com