MING. EL IMPERIO DORADO
15/06/2016
Jarrón con tapa con decoración bajo esmalte roja 1384-1443 |
Introducción Ming. El imperio dorado es una exposición de CaixaForum Barcelona que ofrece a los visitantes la oportunidad de conocer el arte y la cultura de uno de los periodos más emblemáticos de la historia de China, conocida por sus avances artísticos, sociales y económicos. Dentro de su programación cultural, la Obra Social "la Caixa" ha prestado especial atención a las grandes culturas del pasado. Mediante estas exposiciones se muestran al público las distintas formas en que hombres y mujeres de diferentes lugares y épocas se han enfrentado a las grandes cuestiones universales, y se amplían las perspectivas sobre el mundo a partir de las investigaciones históricas y arqueológicas más recientes. En esta línea, la entidad ha organizado muestras dedicadas al Imperio chino o su cultura, como China. Cielo y tierra (2001) o Confucio (2004) que examinaba la influencia de las ideas del pensador en la cultura universal. En un momento de apertura de China al mundo, la Obra Social "la Caixa" y el Museo de Nankín se alían para presentar esta nueva muestra, que quiere dar a conocer las costumbres y tradiciones de esta sociedad milenaria a partir de la historia de una de sus dinastías más conocidas. Los visitantes descubrirán los grandes avances artísticos, sociales y económicos que permiten definir el periodo de gobierno de la dinastía Ming como el imperio dorado de la historia china. La muestra se estructura en cuatro ámbitos, cuatro recorridos por el arte, la cultura y la sociedad de la época. La exposición presenta un total de 126 objetos de las impresionantes colecciones del Museo de Nankín, como singulares cerámicas Ming, pinturas y obras de los artistas más prestigiosos de la época, exquisitas joyas, y textiles y obras de esmalte, dorado y porcelana que nunca antes se habían visto en España. El Museo de Nankín es el primer gran museo nacional de China, con más de 400.000 piezas que datan desde el Paleolítico hasta la época contemporánea. Entre estas, acumula una de las mejores colecciones de obras de una de las dinastías más importantes y que más han influido en la admiración del resto del mundo por China. Gracias a la colaboración con Nomad Exhibitions, ha podido organizarse esta itinerancia por Europa. CaixaForum Barcelona es la tercera ciudad que acoge la muestra sobre la dinastía Ming, después de Róterdam (Holanda) y Edimburgo (Escocia), y la seguirán los centros culturales que la Obra Social "la Caixa" tiene en las ciudades de Palma de Mallorca y Zaragoza. La Obra Social "la Caixa" ha preparado un programa de actividades que permitirán al público completar la experiencia de Ming. El imperio dorado. Destacan el ciclo de cine A time to live and a time to die, en colaboración con Casa Asia, y la noche dedicada a China en el marco de las Noches de Verano, con actividades sobre tradiciones chinas como la ceremonia del té, un taller de caligrafía y un concierto de música china. |
Plato de cobre esmaltado Finales del período Ming |
Una dinastía que cambió el país para siempre La dinastía Ming dominó China durante 276 años. De 1368 a 1644, dieciséis emperadores de la familia Zhu gobernaron una población que pasó de 65 a unos 175 millones de personas. A lo largo de ese periodo, China acumuló grandes riquezas y se dio a conocer en Europa como proveedora de artículos de lujo y como un lugar lleno de extraordinarios misterios. La combinación de opulencia e influencia extranjera generó unas tensiones en el seno de la sociedad Ming que cambiaron el país para siempre. El nombre chino de la dinastía, Da Ming, significa "gran resplandor". El reinado de cada uno de los emperadores se conocía también con un nombre especial, que se elegía para que describiese su personalidad. El periodo del primer emperador, Zhu Yuanzhang (1368-1398), se denominó Hongwu, es decir, "sumamente marcial", un nombre que da fe de los orígenes militares de los Ming, que derrocaron a la dinastía Yuan instaurada por los mongoles en 1279. La defensa contra el retorno de la dominación extranjera, especialmente de los vecinos del norte, los mongoles, determinó la forma de actuar de la dinastía Ming. Consideraban esencial contar con un gobierno central fuerte, unas comunicaciones eficientes y grandes ejércitos. También opinaban que era necesario recuperar los valores tradicionales chinos de la familia, la educación y la cultura, basados en la jerarquía y la estabilidad social. Pero también intervinieron otros factores. El aumento del comercio, incentivado por la llegada de plata extranjera procedente de Japón y de América del Sur, impuso un desafío al orden establecido. La población aumentó, las ciudades crecieron y se desarrolló una nueva "cultura del consumo" entre una clase comerciante al alza. Las viejas certezas empezaron a tambalearse. |
Incensario en forma de ding Cobre esmaltado y dorado |
El poder imperial y la vida en la corte En el mismo centro de la dinastía Ming se encontraba el emperador. Considerado como un ser semidivino, el Hijo del Cielo vivía aislado de la mayor parte de la sociedad en enormes complejos palaciegos. Lo rodeaba una corte inmensa de funcionarios, guardias y criados, y llevaba una existencia dominada por los rituales, el protocolo y una rígida jerarquía. Aunque el emperador Ming poseía un gran poder, a menudo su capacidad para ejercerlo quedaba limitada por las exigencias e intrigas de la corte. A principios de la dinastía Ming, el emperador Hongwu ejerció un control muy estricto sobre los asuntos del gobierno. Estableció la capital en Nankín y construyó un nuevo palacio y unas imponentes murallas. Reunir los recursos y la mano de obra necesarios para llevar a cabo estos proyectos exigía una férrea voluntad y una burocracia increíblemente eficiente. En 1402, el tercer soberano Ming, conocido como el emperador Yongle ("felicidad eterna"), trasladó su capital al norte, en Pekín. También levantó un nuevo complejo palaciego basado en el de Nankín. Debido a la grandiosidad de esas construcciones, el grado de ornamentación que presentaban y su uso continuado, la corte imperial generó una extraordinaria demanda de obras de arte decorativas de alta calidad.
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Wuyi (Nanjing) al anochecer Bordado de la familia Gu |
Clase, arte y cultura En consonancia con su filosofía fundacional, la dinastía Ming subrayó la importancia de los papeles tradicionales en una sociedad ordenada basada en una jerarquía de cuatro clases: funcionarios, hombres con una educación reglada, campesinos, y artesanos y comerciantes. Los intereses, gustos y valores de los funcionarios eruditos, la clase más alta, se consideraban el paradigma de la cultura china. Con la dinastía Ming se recuperó el sistema de educación reglada y de exámenes imperiales para acceder a la función pública. Basado en las enseñanzas del filósofo de la Antigüedad Confucio (551-479 a. C.), este sistema reforzaba el estatus social de estos funcionarios eruditos. El hecho de reflejarse en periodos anteriores de la civilización china reafirmó las ideas de obligación familiar, autosuficiencia rural y deber cívico. Estos principios confucionistas, combinados con conceptos budistas y taoístas, quedaron perfectamente reflejados en el arte que privilegiaban estas élites tan cultivadas. El verdadero triunfo del gentilhombre Ming era poseer talento para las artes de la caligrafía, la poesía y la pintura, y tener la capacidad de apreciar las cualidades de esas artes.
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Escena en la niebla Wen Zhengming |
Mercancías, dinero y comerciantes A pesar de la ambición de los primeros emperadores Ming de crear una sociedad ideal, China empezó a cambiar. A mediados del siglo xv, el excedente agrícola ya se transformaba en dinero y el comercio se extendía con mucha rapidez. Crecían los pueblos y las ciudades, al igual que las fortunas personales. Los Ming se adaptaron a la nueva realidad. En lugar de cobrar impuestos en forma de producto agrícola (especialmente grano), o a través de trabajos forzados para obras públicas, ahora el imperio quería plata. Posteriormente, esta plata le servía para pagar los servicios que necesitaba, lo que supuso la acumulación de inmensas riquezas privadas. Los granjeros dejaron atrás la autosuficiencia para dedicarse a la producción de mercancías como la seda y el algodón, que vendían a cambio de dinero. Después, estas materias primas se convertían en productos que los comerciantes vendían por todo el imperio. Los mercaderes que llegaban a las costas de China con grandes cantidades de plata extranjera estimulaban aún más la demanda. La creación de estas nuevas fortunas impuso un reto al orden establecido. Los comerciantes querían presumir de su posición social, mientras que las élites eruditas estaban decididas a conservar la suya. El arte, la cultura y las cosas más bellas de la vida se convirtieron en bienes de consumo, en unos testimonios de la riqueza que era necesario disputarse en busca de respetabilidad.
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Retazo de brocado dorado Utilizado para hacer túnicas |
Tributos, comercio y amenazas La dinastía Ming administraba un imperio vasto que dominaba Asia meridional y oriental, y esperaba que los demás estados reconociesen ese poder mediante el intercambio de tributos, una forma de comercio. No obstante, el imperio era difícil de gobernar y vulnerable a la interferencia extranjera. A mediados del siglo XVI, los comerciantes europeos se convirtien en una nueva amenaza; aunque sus planteamientos agresivos procuraron riqueza a mucha gente, a la larga minaron la autoridad de los emperadores Ming. A principios del periodo Ming, se llevaron a cabo ambiciosas expediciones navales para recaudar tributos en lugares tan alejados como la costa de África oriental. Estas misiones daban fe de la creciente confianza de la dinastía en sus capacidades, pero los objetivos eran más políticos que comerciales. Para los Ming, el comercio de ultramar llevaba el riesgo de sufrir interferencias extranjeras. También podía aumentar la fortuna de la clase de los mercaderes, lo que supondría una amenaza para la estabilidad social y para el poder imperial. Las nuevas rutas marítimas desde Europa llevaron hasta China a comerciantes de Portugal, España, Países Bajos e Inglaterra que, con una concepción despiadada de la competencia, pronto lograron hacerse con su parcela. Se desarrolló un comercio muy lucrativo a partir de la plata que se extraía en América del Sur y que se transportaba por las aguas del Pacífico. La porcelana china blanca y azul se convirtió en una mercancía muy valiosa en este intercambio, especialmente para Europa, donde adquirió gran popularidad. El influjo de la plata extranjera estimuló el auge económico que se vivió a partir de mediados del periodo Ming y hasta su final. Sin embargo, fue un proceso que el Gobierno centralizado de los Ming no supo controlar. Se pusieron en evidencia las limitaciones del poder imperial y surgieron las primeras fisuras en el barnizado vítreo inmaculado del poder de la dinastía, el Gran Esplendor del país. |
Se cree que este mapa es una de las aproximadamente 25 copias en color del original de Matteo Ricci (1552-1610) producidas por orden del emperador Wanli entre 1605 y 1608. Representa una síntesis extraordinaria del conocimiento europeo y chino sobre el mundo. A los chinos les reveló la concepción que tenían los europeos de una Tierra esférica, con continentes aquí y allá. Para Ricci, fue una oportunidad de dejar constancia de la gran cantidad de conocimientos sobre el cosmos que había ido recopilando de los eruditos chinos. Matteo Ricci fue un sacerdote jesuita italiano que llegó al puerto comercial portugués de Macao en 1582. Al año siguiente se dirigió hacia el interior de China para fundar la primera misión jesuita. La China Ming le fascinó y fue uno de los primeros europeos en aprender chino. Al haber viajado mucho, usó sus conocimientos de ciencia y cartografía para relacionarse con numerosos funcionarios chinos. En 1601 viajó a Pekín y fue nombrado asesor oficial del emperador Wanli. Se cree que fue el primer europeo que entró en la Ciudad Prohibida. Su mapa es un documento formidable de una época en la que el conocimiento, el comercio y la exploración iban dando forma al mundo moderno. Con el imperio Ming en el centro, este mapa evidencia la conexión creciente de China con el mundo. |
Del 15 de junio al 2 de octubre de 2016 en CaixaForum Barcelona
(Av. de Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8) Horario: diario, de 10:00 a 20:00 horas.
www.lahornacina.com