LA BATALLA DE TETUÁN DE FORTUNY. DE LA TRINCHERA AL MUSEO
Introducción La Batalla de Tetuán, el cuadro nacido hace 150 años en el fragor de una trinchera, es una de las grandes creaciones de la pintura del siglo XIX. El Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) explora en esta exposición la dimensión artística, documental y también sentimental de una obra que Mariano Fortuny dejó inacabada y que despierta una enorme fascinación, tanto entre los especialistas como entre el gran público. En las salas de la colección, en torno al gran cuadro (972 x 300 cm) pintado por Fortuny entre 1863 y 1865 en su taller de Roma, la exposición reúne dibujos, acuarelas, estampas, pinturas y diferente material documental; en total, más de 130 obras que explican el proceso de creación, el contexto histórico y los principales hitos biográficos de La Batalla de Tetuán, una de las pinturas más emblemáticas del MNAC. La muestra, que saca a la luz el rico fondo de obra sobre papel de Fortuny que conserva el MNAC, ha supuesto un exhaustivo trabajo de investigación. Con ocasión de esta exposición se ha podido revisar de manera sistemática el catálogo de dibujos pertenecientes a la serie de la guerra. También se ha podido completar la localización de los lugares representados por Fortuny y ajustar, con mayor exactitud, las dataciones de muchas de sus composiciones. Por primera vez, el MNAC pone al alcance del visitante todos los instrumentos de interpretación y análisis necesarios para entender la riqueza y la complejidad de esta gran composición. Con esta muestra el MNAC inicia una línea de exposiciones que, en el marco de las salas de la colección, dirigen su atención hacia una obra o un aspecto singular de la misma. La muestra, como ocurrirá con las siguientes de esta nueva serie de exposiciones, que inaugura La Batalla de Tetuán de Fortuny, va acompañada de una publicación monográfica, que será el primer libro de la colección Context. La Batalla de Tetuán de Fortuny. De la Trinchera al Museo, explica el proceso de creación de la obra y el contexto histórico en el que nace y se desarrolla la idea artística de Fortuny, coincidiendo con su primer viaje a Marruecos en el año 1860, al recibir el encargo de la Diputación de Barcelona de plasmar en una serie de pinturas de historia los hechos más destacables de la guerra hispano-marroquí, en la que participaba un batallón de voluntarios catalanes, que luchaban junto al general Juan Prim. Entre las obras que se exponen, destaca una selección muy importante de dibujos preparatorios y apuntes del natural, en muchos de ellos se percibe el interés del pintor por el paisaje y la arquitectura africanos y, sobre todo, por la vida cotidiana y las costumbres de sus habitantes. Fortuny dibuja las calles, los edificios más significativos y las defensas de la ciudad. También realiza numerosos estudios de los tipos humanos más característicos e incorpora a los españoles a esas escenas de la vida cotidiana. Dibuja a los soldados haciendo guardia, comprando, hablando o durmiendo la siesta. Los apuntes más acabados son los retratos de los militares de graduación, ya que algunos de ellos protagonizarían las pinturas que le habían sido encargadas. También se interesa por el aspecto del campamento y realiza numerosos estudios de los uniformes, las armas, las monturas y, en definitiva, de todo aquello que le podía servir para construir los cuadros posteriores. La exposición le dedica un espacio a La Batalla de Wad Ras, de la que se conservan importantes realizaciones pictóricas y gráficas en Reus (Tarragona), el Museo Nacional del Prado de Madrid y la Fundación Rodríguez Acosta de Granada. Este ámbito es de una gran relevancia, ya que muestra la casi totalidad de los estudios y trabajos preparatorios de la obra, con la inclusión de la composición que, procedente de Granada, el público barcelonés no ha podido contemplar desde el año 1940. La muestra también dedica un ámbito a Salvador Dalí, autor de una versión de La Batalla de Tetuán, también de grandes dimensiones, que fue exhibida, junto a la pintura homónima de Fortuny, en una exposición que tuvo lugar en el Salón del Tinell en el año 1962. El recuerdo de este acontecimiento cultural y la admiración de Dalí hacia la obra de Fortuny son evocados por un grupo de fotografías del trabajo daliniano, del acto de inauguración, así como por alguno de los dibujos preparatorios del pintor ampurdanés. El conjunto muestra la influencia que Fortuny ejerció sobre el maestro del surrealismo. El sentimiento de admiración de Salvador Dalí hacia Fortuny se pone también de manifiesto en la presencia de dos obras de Fortuny, pertenecientes a la colección de la Fundació Gala-Salvador Dalí y que formaron parte de la colección personal del pintor ampurdanés; en concreto una de ellas, El Tribunal de la Alhambra, fue presentada por primera vez al público con motivo de la muestra celebrada en Barcelona en el año 1962. |
Biografía y contexto histórico de la obra Con la idea de situar al visitante en el contexto de la guerra hispano-marroquí, la fotografía de la época adquiere protagonismo. Las imágenes de los generales del ejército expedicionario, realizadas en el momento de estallar el conflicto, nos acercan a esa realidad. Además, a modo de anécdota, se presenta también una selección de retratos (cartas de visita) de oficiales y voluntarios catalanes. Por último, este ámbito se complementa con diversas fotografías de Enrique Facio, que se exponen por primera vez en Catalunya, y algunos dibujos y acuarelas de Fortuny, que presentan la vida de la ciudad de Tetuán y el paisaje de sus alrededores. La muestra aborda el objeto pictórico como un elemento patrimonial de un gran valor que ha vivido toda una serie de aventuras y desventuras, desde su llegada a Barcelona en el año 1875, cuando fue adquirida por la Diputación, hasta su último traslado en el año 2004, cuando se instaló en Montjuïc para formar parte de la colección permanente del MNAC. Se reconstruye el relato de las diferentes vicisitudes por las que ha pasado la pintura, su fortuna crítica y expositiva, los diferentes emplazamientos, los traslados en condiciones precarias o los diferentes procesos de intervención a los que ha sido sometida. La muestra permite reconstruir la crónica gráfica de la vida de la obra pictórica, con una selección de fotografías y recursos audiovisuales que permitirá realizar un recorrido por algunos de los principales hitos biográficos. En el momento de su creación (1863-1865) La Batalla de Tetuán fue una pintura de historia nada fiel a las estructuras y normas del género. Una obra singular y controvertida que, para su autor, se convirtió en un reto fallido, en un desengaño. Hoy, sin embargo, el cuadro nacido en el fragor de una trinchera, está considerado como una de las producciones más emblemáticas de Mariano Fortuny (Reus, 1838 - Roma, 1874), y es también una de las obras más admiradas de la colección del MNAC. Fortuny llega a Tetuán el 12 de febrero del año 1860, ocho días después de la batalla. Los casi dos centenares de dibujos a lápiz y las numerosas acuarelas que Fortuny realizó en Marruecos durante los primeros meses de 1860, constituyen una auténtica crónica de los acontecimientos y son, además, el testimonio de una experiencia vital que condicionó de por vida la sensibilidad y la imaginación del artista. Tetuán descubrió el mundo islámico a Fortuny y le llevó a cultivar la pintura de género orientalista. Como les sucedió a otros artistas, como Eugène Delacroix (1798-1863) o Eugène Fromentin (1820-1876), la luz meridional afectó a su estilo, que ganó colores más luminosos, vigor y expresividad. A partir de un ingente corpus de apuntes, estudios y esbozos, Fortuny trabajó en La Batalla de Tetuán entre los años 1863 y 1865 en Roma. El cuadro fue el resultado de un largo proceso creativo que combinaba la experiencia directa con los formulismos de taller. A Fortuny le movía el deseo de conseguir una interpretación innovadora del tema. El artista planteó una visión panorámica del combate y dispuso a los personajes principales en la parte central de la tela, formando el vértice superior de un triángulo, a partir del que se despliegan, como un abanico, diversos grupos de figuras distribuidos en primer término, y que presentan diversas anécdotas. Las más próximas al espectador detallan la derrota absoluta del enemigo. El ambiente de intensa luminosidad reproduce fielmente la atmósfera del norte de África. La ejecución desenvuelta y expresiva, basada en manchas cromáticas, contribuye a que, en algunas de sus partes, su apariencia sea de una impactante modernidad. A pesar de estar inacabada, La Batalla de Tetuán posee fragmentos magistrales que apuntan hacia las obras luministas de la última etapa creativa del pintor. Su resolución preocupaba a Fortuny, y cuando se refería a ella la llamaba despectivamente "el gran cuadro". Sus intereses se habían alejado de la gran pintura de historia y cuando deja de cobrar la pensión de la Diputación, abandona la ejecución de una obra que permaneció inacabada y colgada en su estudio de Roma. Poco tiempo después de su muerte, en 1875, la Diputación lo adquirió a su viuda por 50.000 pesetas y fue colgado en el Salón de Sesiones. A pesar de tratarse de una obra inacabada y de haber supuesto un verdadero sufrimiento para su autor, hay que considerarla como una de las creaciones más importantes de Fortuny, y una de las composiciones de historia más interesantes y significativas de la pintura de la segunda mitad del siglo XIX. |
Del atelier al museo. El viaje patrimonial La Batalla de Tetuán ocupa un lugar importante en la memoria y el imaginario colectivo de muchas generaciones de catalanes. Rodeada de un aura de veneración romántica se ha convertido en un icono popular de la cultura catalana. La fascinación que ha ejercido, y sigue ejerciendo, desde su llegada a Barcelona en el año 1875, la han convertido en una de las creaciones artísticas más apreciadas de su pasado reciente. En su momento fue una pintura de historia poco ortodoxa y controvertida, nada fiel a las estructuras del género, lo que la hacía singular y extraordinaria. A pesar de ello, es una obra sin acabar, que provocó el desencanto de su autor al convertirse en un reto no conseguido. Transcurridos más de 150 años desde su ejecución, el gran cuadro de Mariano Fortuny ha sabido resistir el paso del tiempo y nadie duda en considerarlo una de las grandes creaciones de la pintura del siglo XIX. Esta exposición quiere rendir homenaje a las personas que con su iniciativa hicieron posible que una obra nacida en el fragor de una trinchera, acabase enriqueciendo nuestro patrimonio público. Después de ser adquirida por la Diputación de Barcelona a los herederos del artista en el año 1875, La Batalla de Tetuán abandonaba su ubicación, el taller de Mariano Fortuny en Roma, para iniciar un largo viaje que culminó, en el año 2004, con la instalación de la pintura en las salas de la Colección de Arte Moderno del Museu Nacional d'Art de Catalunya. El relato de esta aventura conforma uno de los episodios más singulares de la historia del patrimonio catalán. El recorrido incluye un gran número de vicisitudes, adversidades, decisiones arriesgadas, traslados realizados en condiciones precarias, con limitados recursos humanos y económicos, y restauraciones aplicadas con una alta dosis de voluntarismo. Este cúmulo de peripecias, que han ocurrido en el decurso de casi un siglo y medio, dibuja un itinerario muy rico en acontecimientos, pero, sin embargo, indicativo de la ausencia, durante un largo período, de una política patrimonial capaz de valorar el mérito atesorado por una de las realizaciones más emblemáticas del pintor de Reus. |
El gran cuadro La guerra hispano-marroquí de 1858-1860 ha sido uno de los episodios de la España del XIX más singulares y uno de los que gozó de más eco popular. En las postrimerías de la década de 1850, unos ataques intranscendentes de los bereberes de Anyera a las defensas de Ceuta fueron aprovechados por el gobierno de la Unión Liberal, presidido por el general Leopoldo O’Donnell (1809-1867), para iniciar las hostilidades con el imperio magrebí. El resultado material de la contienda fue escaso, y todo quedó como una operación de imagen de cara a Europa y como una efímera cortina de humo ante los graves problemas internos. El aspecto propagandístico de la guerra comportó que cronistas, literatos y artistas se convirtiesen en apologistas de la parafernalia militar. Contagiada por el fervor patriótico, la Diputación de Barcelona envió a Mariano Fortuny al escenario de la guerra con tal de inmortalizar pictóricamente los hechos más destacables de esta aventura bélica, en la que participaba un batallón de voluntarios a las órdenes del general Juan Prim y sufragado por esta institución barcelonesa. La Batalla de Tetuán o de la Expugnación del Campamento de Mulay Ahmed, el día 4 de febrero del año 1860 presenta, con amplitud panorámica, el asalto al campamento marroquí por las tropas españolas, con los generales y los voluntarios catalanes al frente. Fortuny la pintó entre los años 1863 y 1865, a partir de un ingente corpus de apuntes, estudios y bocetos elaborados en diversas técnicas. Desde el punto de vista cronológico, los trabajos de preparación vienen encabezados por los dibujos, acuarelas y aguadas realizados en Tetuán durante la guerra, los primeros meses de 1860. En otoño del año 1862, a raíz de su segunda estancia en Marruecos, se añadieron algunos estudios paisajísticos de los escenarios de las batallas hechos a lápiz, acuarela y al óleo. Los mismos años y hasta prácticamente 1865, en el taller de Roma dibujó los estudios de modelos ataviados con los vestidos y las armas que el artista se trajo de sus estancias en la otra orilla del Estrecho de Gibraltar. Asimismo, entre los años 1861 y 1863, pintó como mínimo dos esbozos al óleo, uno de ellos se expuso en la Diputación de Barcelona durante los primeros meses del año 1862. |
La Batalla de Wad-Ras y la batalla "espiritual" de Salvador Dalí La batalla de Wad-Ras, sucedida el 23 de marzo de 1860, fue el último y definitivo enfrentamiento de la contienda. Por esta razón, Mariano Fortuny le dedicó diversos dibujos y realizó un par de versiones al óleo de la misma (imagen superior), que con toda seguridad tenían que ser preparatorias de una pintura de mayores dimensiones que no llegó a pintar. El artista, que presenció la batalla, escogió para representarla el momento decisivo de la intervención de los voluntarios catalanes, que el general Joan Prim relató en una carta a Víctor Balaguer (1824-1901) pocos días más tarde: "Los catalanes se batieron como tigres -cargados por la caballería mora en vez de formar la masa, pues el cuadro no lo conocen mas que de vista, se lanzaron contra la multitud de caballos y muriendo y matando hicieron retroceder á los moros espantados de pelear con gente tan bravía, de 257 que entraron en combate 7 oficiales y 111 hombres muertos o heridos. Brava gente es la de mi tierra". En la representación pictórica del episodio, Fortuny expresó de forma magistral la violencia de la lucha cuerpo a cuerpo con la factura ágil y expresiva que distinguía su estilo. En el año 1962, la vida barcelonesa se vio sacudida por una atrevida propuesta expositiva llevada a cabo por Salvador Dalí (1904-1989). El genio ampurdanés agitó el mortecino ambiente cultural de la ciudad haciendo una versión libre de La Batalla de Tetuán de Mariano Fortuny (imagen inferior). Además de las dos batallas, mostradas con la intención de sugerir un diálogo metafórico, dicha exposición, celebrada en el Salón del Tinell, reunió otras realizaciones de los dos creadores y consiguió un gran éxito de asistencia de público. A lo largo del mes que permaneció abierta, por el espacio expositivo desfilaron unas 40.000 personas. Con esta iniciativa, Dalí contribuyó a la difusión internacional de la obra de Fortuny, al considerarlo un pintor de características canónicas. Actualmente, después de ser vendida en Nueva York en el año 1987, la pintura de Dalí se puede ver en el Morohashi Museum of Modern Art de Fukushima (Japón). |
Del 19 de abril al 15 de septiembre de 2013 en Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC, Palau Nacional, Parque de Montjuïc, Barcelona) Horario hasta el 30 de abril: martes a sábado, de 10:00 a 18:00 horas;
domingos y festivos, de 10:00 a 15:00 horas. Horario del 2 de mayo al 15 de septiembre: martes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas;
domingos y festivos, de 10:00 a 15:00 horas. Cerrado el 1 de mayo. |
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