FAMILIA SOTA. ARTE Y MECENAZGO
25/06/2024
Introducción Ramón de la Sota y Llano (1857-1936) fue uno de los más destacados artífices del espectacular desarrollo económico que experimentaron Bilbao y su zona de influencia durante el cambio de siglo; un crecimiento basado, en gran medida, en la industria naval y siderúrgica, y promovido por una pujante burguesía que ansiaba hacerse con una imagen de modernidad a través de un renovado acercamiento al arte y la cultura. El legado de la familia Sota, que asumió un papel protagonista en la vida cultural de la ciudad desde finales del siglo XIX, no solo se proyecta en la prestigiosa colección de arte antiguo y contemporáneo que el matrimonio Sota Aburto reunió en sus domicilios de Bilbao y Getxo. También se refleja en las arquitecturas que promovieron -muchas de ellas con soluciones pioneras en nuestro territorio- y en la activa participación de varios de sus miembros en algunas de las iniciativas que convirtieron a Bilbao en referente cultural internacional. Su historia, interrumpida drásticamente por el estallido de la Guerra Civil y las represalias sufridas, celebra el espíritu de una época en la que el coleccionismo y el mecenazgo influyeron de forma decisiva en la asimilación de una cultura moderna. La exposición Familia Sota. Arte y mecenazgo se puede visitar hasta el 13 de octubre de 2024 en el Museo de Bellas Artes de Bilbao (Museo Plaza 2, Bilbao) dentro del siguiente horario: lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos, de 10:00 a 15:00 horas (cerrado los martes del 1 al 13 de octubre). |
Adolfo Guiard El interés por el arte de la familia Sota nació de la amistad entre Ramón de la Sota y el pintor Adolfo Guiard en la década de 1880. Guiard, figura clave para la introducción del impresionismo, fue pionero en experimentar con este movimiento en París a principios de esa década. A su regreso, expandió su apostolado artístico en Bilbao, aunque no sin detractores y polémicas, como la suscitada entre los escritores Miguel de Unamuno y Antonio Trueba sobre la modernidad encerrada en "El aldeano de Bakio" (imagen superior). La complicidad inicial entre Guiard y Sota se vio favorecida por su afinidad política e ideológica nacionalista y derivó en una relación cercana, con la presencia habitual del pintor en el yate Goizeko Izarra de Sota. El naviero llegó a poseer más de cincuenta obras del pintor, la mayoría parajes vizcaínos -Gernika, Murueta, Bakio, etcétera-, que prestó en varias exposiciones, como la consagrada póstumamente al pintor en 1916. Este interés se perpetuó en los hijos del empresario. Así, Alejandro de la Sota promovió, junto con su hermano Manu, la exposición y los homenajes a Guiard en 1927. |
La pujanza de un nuevo siglo En los albores del siglo XX, la pujanza industrial y mercantil de Bilbao propició el auge de la burguesía y la expansión urbana de una ciudad que aspiraba a ser moderna y cosmopolita. Los Sota fueron una de las familias responsables de este crecimiento, especialmente a finales de la década de 1910, cuando gozaron de su mayor prosperidad económica y de un prestigio público que se extendió a los ámbitos cultural, político y social. Para ese periodo, Ramón de la Sota había constituido un imperio fundando y participando de diversas empresas mineras, la naviera Sota y Aznar, la compañía Astilleros Euskalduna y otras sociedades del sector de la banca y las aseguradoras. Muchas de las obras de artistas contemporáneos que Ramón de la Sota atesoró reflejan su interés por temáticas y figuras líricas relacionadas con el País Vasco, tanto del campo como del mar, su gran pasión. Esto se evidencia en las esculturas de Quintín de Torre (obra "Timonel" en la imagen superior, encargada por Ramón de la Sota para el jardín de su casa de Lertegi) o en los encargos a Guinea de las idílicas vidrieras de Ibaigane o a Durrio de una placa ornamental para este mismo inmueble. Algunas pinturas de Regoyos explicitan las fuentes de su riqueza. |
La colección de arte antiguo La destacada colección del empresario bilbaíno Ramón de la Sota y Llano contó con más de doscientas obras de diversos artistas y escuelas. La distribuyó su colección con un claro planteamiento entre sus dos residencias privadas: artistas clásicos en Ibaigane (Bilbao) y modernos en Lertegi (Las Arenas). Para la incorporación de maestros antiguos, Sota se sirvió de la fiebre del coleccionismo vivida en la capital vizcaína a principios de siglo y del floreciente comercio de arte en la ciudad, contando además con la ayuda de figuras como la del pintor Ignacio Zuloaga, especialista en Goya y el Greco. Lamentablemente, muchas obras de arte antiguo solo se conocen por sus registros en los inventarios familiares, debido a que fueron incautadas por las autoridades franquistas en 1937, cuando se le impuso a Sota una multa millonaria por su vinculación con el nacionalismo vasco, caso de "La Piedad" de Luis de Morales (imagen superior) de hacia 1568. Buena parte de ellas no han sido restituidas aún a sus legítimos propietarios. A pesar de ello, gracias a referencias fotográficas y documentos detallados, algunas obras, como un imponente retrato de Cornelis van der Voort (imagen inferior), han sido recientemente localizadas y devueltas a la familia. |
Sota y la arquitectura Ramón de la Sota invirtió en el negocio inmobiliario, sobre todo en Bilbao y Getxo. Algunos de sus inmuebles, especialmente las casas de vecindad, estuvieron destinados al alquiler, mientras que otros fueron concebidos como vivienda familiar o sede de sus empresas. Contó con la colaboración de tres arquitectos vizcaínos -Gregorio de Ibarreche, Manuel María Smith y Ricardo Bastida- y con los británicos Frederick Chatterton, William Edward Couch y Frederick Lindus Forge. La normativa de la época prohibía a los extranjeros firmar proyectos, por lo que en esos casos sus técnicos de confianza suplantaron la identidad de los auténticos tracistas, de cara a la consecución de las licencias de construcción. En general, sus promociones destacan por la calidad de los materiales, a veces importados desde Inglaterra, tanto en exteriores como en interiores. Algunas sobresalen por su carácter temprano, pues son pioneras en la arquitectura vizcaína, y otras por la singularidad de su diseño. |
Ignacio Zuloaga El pintor eibarrés Ignacio Zuloaga es el artista vasco más célebre de todos los tiempos y uno de los nombres más destacados del arte europeo en el primer tercio del siglo XX. La modernidad de su obra, a partir de 1898, le granjeó el éxito internacional, que se tradujo en numerosos reconocimientos a través de exposiciones en Europa y Estados Unidos, y una alta demanda comercial de su trabajo. Zuloaga adquirió mucho prestigio con sus opiniones en materia artística y fue, además, un gran coleccionista. Su relación con Ramón de la Sota comenzó con la adquisición de "La merienda" hacia 1900, pero se estrechó a partir de 1918, cuando el empresario le encargó su retrato y compró dos paisajes. Zuloaga también retrató a la esposa de Sota, Catalina de Aburto, y le asesoró en algunas de sus adquisiciones, como la del retrato de Martín Zapater de Goya. Mención aparte merece la compra del empresario al pintor de su retrato de la condesa de Noailles en la Exposición Internacional de Bilbao de 1919, con destino al Museo de Bellas Artes de Bilbao. |
El legado de lo moderno Aconsejado por algunos de sus hijos, Ramón de la Sota amplió su colección de artistas vinculados al impresionismo y al naturalismo con autores más jóvenes, como Aurelio Arteta o José María de Ucelay (su obra "Biombo" en la imagen superior). Por su parte, el primogénito, Ramón de la Sota Aburto, que inicialmente se dedicó a los negocios familiares y la política, tras exiliarse en Biarritz durante la Guerra Civil, formó una colección de arte con la ayuda de Julián de Tellaeche, con especial interés por Iturrino y Regoyos. Otros dos hermanos, Alejandro y Manuel, fueron grandes impulsores de la cultura vasca en Bilbao en los años veinte. Alejandro dirigió la Editorial Vasca, donde publicó varios libros, y colaboró en Hermes, revista en cuya fundación participó su padre en 1917. Manu destacó también por sus colaboraciones en diversas publicaciones y por sus obras teatrales. Mantuvo, además, amistad con Antonio de Guezala, el artista vasco más próximo a los postulados de vanguardia, quien retrató con aires futuristas a su hermana Begoña en 1927. El legado cultural de la familia Sota se vio drásticamente interrumpido por la Guerra Civil. Desde el exilio, continuaron con la reclamación de sus bienes incautados, promocionaron la cultura vasca en iniciativas editoriales o artísticas como Eresoinka y mantuvieron estrechos lazos con artistas exiliados como Ucelay, Tellaeche y Arteta. |
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