IMÁGENES MARIANAS DE GLORIA EN LA CAPITAL HISPALENSE (IV)
Jesús Abades
Divina Pastora (Iglesia de Santa Ana): La imagen y su antiguo altar se inauguraron en el año 1865, previamente a la fundación de la hermandad en 1880. Existe en Triana la tradición de que, originalmente, se trataba de una Dolorosa, la cual fue adquirida por el promotor de la devoción a la Divina Pastora, el Padre Miguel Mijares, quien ordenó ordenó a cierto artífice su adaptación. Sin embargo, partiendo de su innegable adscripción a la producción del hijo de Juan de Astorga, no parece que halla huellas externas o internas de una posible transformación, y menos tomando como punto de partida una Dolorosa, pues tampoco se observan retoques ni añadidos posteriores (1). Artísticamente, la producción de Gabriel deriva de la de su padre Juan sin superar la plástica de su progenitor (2). Podemos apreciar como el hijo prefiere rostros más carnosos y maduros, semblantes menos estilizados y una mayor expresividad dramática a la hora de reflejar la angustia en sus Dolorosas. Actualmente, la Divina Pastora se halla recibiendo culto en un retablo neoclásico situado en una capilla de la nave derecha del templo.
Virgen de la Cinta (Santa Iglesia Catedral): La imagen, de terracota policromada, fue labrada en torno al año 1465 y se atribuye al escultor borgoñón Lorenzo Mercadante de Bretaña, autor del magnífico sepulcro del Cardenal Cervantes y de la mayoría de esculturas situadas en las portadas del Nacimiento y del Bautismo, todo ello en el propio templo catedralicio. La Madonna, de rostro ausente y cabizbajo, aparece de pie, con el Niño sobre el brazo izquierdo. Viste manto azul, que cae a ambos lados de la figura, y túnica roja, muy ceñida al talle por un largo cíngulo. Ambas imágenes se exornan con coronas de tipo mural. La estética del artista francés, aún de raigambre goticista, muestra un cuidado realismo en el modelado de los rostros y las vestiduras de sus obras, con una extraordinaria meticulosidad a la hora de recrear detalles como el quebramiento de los pliegues. Recibe culto en un pequeño retablo del siglo XVII.
Virgen de la Anunciación (Museo de Bellas Artes): Se trata de un altorrelieve, en madera de cedro sin policromar, que procede del retablo mayor del Convento de Santa Catalina, del municipio onubense de Aracena, y fue contratado con el escultor de origen flamenco Juan de Giralte en 1562. El retablo comprendía también los relieves de Cristo Atado a la Columna, las Lágrimas de San Pedro, el Escarnio y la Oración en el Huerto, así como las tallas de los cuatro Evangelistas y el Padre Eterno coronando todo el conjunto. Destrozado en los disturbios de 1936, las piezas que lograron salvarse se trasladaron al Museo Arqueológico Nacional de Madrid, para pasar desde 1970 al Bellas Artes de Sevilla (3). La escena muestra a la Virgen sorprendida por la venida de San Gabriel Arcángel, quien irrumpe en la estancia portando un ramo de azucenas, símbolo de la pureza divina, y cuando María, arrodillada sobre una especie de sitial, se hallaba leyendo el Libro de las Profecías. Ambas figuras muestran esbeltas siluetas, rostros delgados y expresivos, rasgos afilados y alargados volúmenes, recordando la imagen mariana los modelos del también hispanoflamenco Roque Balduque, a cuyas maneras artísticas estuvo Giralte muy vinculado.
Inmaculada Concepción (Iglesia de San Julián): Fechable entre los años 1633 y 1634, fue una de las escasas obras de arte que pudieron salvarse del incendio que destruyó el templo sevillano de San Julián durante los disturbios de la Guerra Civil. Se trata de una creación del maestro Alonso Cano, todavía deudora del prototipo iconográfico establecido por Juan Martínez Montañés en La Cieguecita, del que el granadino no se liberará del todo hasta el año 1655, cuando ejecute la pequeña Inmaculada para el Facistol de la Catedral de Granada, la última de la serie y considerada su pieza escultórica más valiosa. La imagen sevillana ofrece una composición armoniosa e ingrávida, de rostro solemne y abstraído en la gloria alcanzada. Los volúmenes se hallan modelados con gran pureza de líneas, reflejando un gran recogimiento en la actitud de María. Recibe culto en una hornacina situada en la nave izquierda de la iglesia. Mide 140 cm.
Virgen de las Nieves (Iglesia de Santa María la Blanca): La imagen, de candelero para vestir y con el Niño sujeto sobre el brazo izquierdo, preside el retablo mayor del templo, tallado en el último tercio del siglo XVII. Poseedora de una extraordinaria belleza, fue labrada en torno al año 1832 por Juan de Astorga Cubero, cuya estética romántica, clásica y refinada, impregna toda la escultura. Estilísticamente, se relaciona con la Virgen de las Virtudes de la parroquia de su mismo nombre situada en el municipio gaditano de Villamartín, tanto en la pulcritud del modelado como en la moderada expresividad que emana de un semblante concebido por Astorga con idéntico idealismo. Por lo demás, muestra los típicos grafismos del escultor en la recta nariz, el carnoso cuello y la nacarada policromía, de sonrosadas mejillas. Su rostro ovalado queda enmarcado por una espesa cabellera de pelo natural. El pequeño Jesús, mostrando al igual que la Madre una melancólica sonrisa, aparece en disposición de bendecir con la mano derecha al espectador.
BIBLIOGRAFÍA
(1) SÁNCHEZ DE LOS REYES, Francisco Javier. La Divina Pastora trianera, como referente para un estudio de la obra mariana del imaginero Gabriel de Astorga, en Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 537, Sevilla, p. 774.
(2) ROMÁN OJEDA, Francisco Domingo. La Virgen de las Angustias de Las Cabezas de San Juan, obra de Gabriel de Astorga, en Escuela de Imaginería, nº 37, Córdoba, p. 22.
(3) GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA. Escultura Mariana Onubense, Huelva, 1981, pp. 147-48.
Varias de las
fotografías son de Roberto Villarrica, Laboratorio de Arte
de la Universidad de Sevilla y Rafael Márquez para www.rafaes.com
Tercera
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