ARTE EN EL ACTO DE FE Y PROCESIÓN MAGNA. HUELVA 2013 (II)
Sergio Cabaco y Jesús Abades (18/10/2013)
JESÚS NAZARENO Autor: Sebastián Santos Rojas. Fecha: 1950. Material: Madera de ciprés policromada. Altura: 175 cm. Pasaje evangélico: "Y cuando le sacaban, echaron mano de un tal Simón cirenense, que volvía del campo y le impusieron cargara con la cruz, detrás de Jesús" (Lc 23, 26). Restauraciones: José Pérez Conde (1993), quien ajustó los ensambles de los brazos y reparó la policromía de los pies, desgastada por los fieles. Enrique Gutiérrez Carrasquilla (2005), quien limpió la policromía; realizó nuevos brazos articulados en madera de sapeli, con articulaciones de bolas en hombros y codos; colocó nuevo sistema de sujeción al madero en acero inoxidable, y labró nueva peana (la anterior pertenecía al Nazareno labrado por Ramón Chaveli (1938), que sufrió daños en un incendio de 1950 y fue reemplazado por el actual). Análisis artístico: Según Sebastián Santos Calero, autor de una excelente tesis doctoral sobre la obra de su padre Sebastián Santos Rojas, del que también fue discípulo, con la talla del Nazareno onubense comenzó el periodo magistral del maestro, tras trece años de una producción condicionada por la cuantiosa destrucción producida en el año 1936. Hablamos de una magnífica escultura de talla completa, solemne apostura y depurada ejecución. Su autor se inspiró al modelarla en un albañil sevillano. El rostro, de perfiles helénicos heredados de las obras montañesinas, presenta un semblante melancólico y pensativo, abstraído de la agonía física y moral que padece. Los almendrados ojos, policromados en la madera, mantienen la mirada baja y ausente. La nariz es aguileña y la boca se muestra entreabierta, dejando ver los dientes y la lengua tallados. Las cejas, enarcadas, se hallan finamente pinceladas. La cabellera ha sido labrada siguiendo las formas mesinas, con raya al medio y organizada en sinuosas y ondulantes guedejas, cayendo suavemente un retorcido mechón sobre el hombro derecho y recogiéndose la melena sobre la espalda por el lado izquierdo, dejando al descubierto la oreja. La barba, bífida y corta, ha recibido el mismo tratamiento, y el bigote, sesgado en el centro, deja visible el marcado hoyito bajo entre la nariz y el labio superior, menos carnoso que el inferior pero igualmente agostado. Las manos, en actitud de abrazar el madero con los nudillos descarnados, son de robusta masa y gráciles dedos. Al igual que los pies, presentan un afanoso estudio anatómico en nervaduras y venas. La corona de espinas ha sido tallada aisladamente de la cabeza, que gira hacia la derecha para buscar el apoyo de la cruz sobre su hombro izquierdo, provocando una fuerte contractura muscular en el cuello. El Nazareno, poco doblegado por el madero, flexiona levemente la espalda y prosigue su dolorosa andadura, adelantando la pierna izquierda, en moderado paso, dejando caer todo el esfuerzo sobre la misma. Es un Cristo muy cruento: el nacimiento del pelo se ve encharcado de sangre por las heridas de la corona, extendiéndose los regueros por la frente y esparciéndose hacia las mejillas hasta alcanzar el cuello y empastar la barba; los párpados, salpicados por diminutas gotas de sangre, se encuentran hinchados; de la cavidad nasal derecha surge una copiosa hemorragia que se derrama sobre las comisuras de los labios, y del pabellón auricular mana un borbotón de sangre, provocado por la perforación purulenta del tímpano. Las sangrantes marcas longitudinales de los flagelos se alternan con contusiones equimóticas, como la que presenta el afilado pómulo izquierdo, que amoratan y desgarran la piel del llamado "Señor de Huelva", encarnada en tonos suavemente tostados. Figuras de misterio: Simón de Cirene, figura ataviada con ropas de campesino medieval. La imagen fue tallada en madera de cedro real policromada al óleo por Elías Rodríguez Picón (2000). |
CRISTO DE LA EXPIRACIÓN |
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CRISTO DE LA SAGRADA LANZADA Autor: Joaquín Moreno Daza. Fecha: 1985. Material: Madera de cedro policromada. Altura: 190 cm. Pasaje evangélico: "Vinieron, pues, los soldados y rompieron las piernas al primero y al otro que estaba crucificado con El; pero llegando a Jesús como le vieron ya muerto, no le rompieron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó con su lanza el costado, y al instante salió sangre y agua" (Jn 19, 32-34). Análisis artístico: La imagen representa el momento en que San Longinos acaba de atravesar con una lanza el costado derecho del Crucificado muerto. La cabeza de Jesús, enmarcada por oscura cabellera con raya al centro, aparece desplomada hacia el lado derecho, mostrando el sereno rostro los ojos semicerrados, la boca entreabierta y la bífida barba labrada al modo mesino. La corona de espinas, de ramaje muy puntiagudo, es superpuesta. Frente a la discreción de la testa, el tronco y las extremidades del pálido Varón presentan un espléndido estudio anatómico y mayor interés artístico. Según el historiador Carrasco Terriza, la anatomía de la talla en madera (ver enlace), cuya ejecución iba a ser encargada al principio a Luis Ortega Bru (quien llegó a realizar dibujos del proyecto), resultó al final más corpulenta y simplificada que el fino y elegante boceto de Moreno Daza. Los anchos brazos aparecen colgantes del travesaño, soportando el peso del cadáver. Las manos están abiertas, teniendo taladradas las palmas y los dedos extendidos. El sudario se ciñe con una cuerda y deja al descubierto el costado derecho de un Cristo fijado al leño por tres clavos, montado el pie derecho sobre el izquierdo. Figuras de misterio: La Dolorosa del Patrocinio, San Juan Evangelista, Santa María Magdalena y Longinos a lomos de un caballo. Todas ellas son de vestir y fueron labradas también por Joaquín Moreno Daza entre los años 1987 y 1992, destacando el valiente conjunto que forman el soldado romano y el caballo. |
CRISTO DEL PERDÓN |
SAGRADO DESCENDIMIENTO |
SANTO ENTIERRO |
NUESTRA SEÑORA EN SU SOLEDAD Autor: Anónimo malagueño. Fecha: Último tercio del siglo XVIII. Material: Madera policromada. Imagen de candelero para vestir. Altura: 163 cm. Restauraciones: Antonio León Ortega (1939 y 1942), quien hizo nuevas manos y candelero para poder ser llevada en procesión, recortó ligeramente los párpados para agrandar su mirada, y modificó la posición de la cabeza, inclinándola. Francisca Borrego (2000), quien limpió la policromía de la imagen. Análisis artístico: La obra representa actualmente a la Virgen sola al pie de la Cruz, tras la Sepultura de Cristo. La intimista Dolorosa inclina levemente la cabeza hacia el lado izquierdo y dirige el melancólico semblante hacia el suelo del Monte Calvario. En origen se trataba de una talla de busto y propiedad particular que fue donada en el año 1936 por Teresa Vázquez Oliveira a la parroquia onubense de la Purísima Concepción, cuyo patrimonio mueble resultó destruido con motivo de la Guerra Civil. Estilísticamente, se relaciona con las Dolorosas de la Encarnación, Consolación y Lágrimas (antes de su última intervención) y Esclavitud, todas ellas veneradas en la capital malagueña. Las manos actuales son de autor desconocido y no se corresponden con las primitivas, que se hallaban entrecruzadas en actitud orante. Los ojos son de cascarilla, y las pestañas superiores, de pelo natural. La nariz del simulacro es recta y afilada, y sus labios, semicerrados, apenas dejan ver la dentadura tallada. Lleva cinco lágrimas de cristal, dos en la mejilla izquierda y tres en la derecha. El cuello se halla suavemente anatomizado. Las manos aparecen extendidas, portando un pañuelo, la corona de espinas y los tres clavos de la Crucifixión de Cristo. Las carnaciones son pálidas, con los párpados y las mejillas enrojecidos por el llanto. Detrás de María, en la procesión, pende el sudario del madero vacío. |
SAGRADA RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Autor: Elías Rodríguez Picón. Fecha: 2002-2003. Material: Madera de cedro policromada. Altura: 180 cm. Pasaje evangélico: "Sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y acercándose removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Era su aspecto como el relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. De miedo de él temblaron los guardias y se quedaron como muertos. El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No temáis vosotras, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí, ha resucitado" (Mt 28, 1-6). Análisis artístico: La atlética figura de Jesús, transfigurado y en disposición de ascender a los cielos, es representada saliendo del sepulcro. La idea original del autor, que incluía una cruz como símbolo de la victoria de Cristo sobre la muerte, buscaba mostrar un acusado dinamismo en sus volúmenes; sin embargo, por petición del obispado y la parroquia, finalmente se desechó cualquier atributo y el movimiento se atemperó hasta casi llegar el estatismo. El rostro presenta una total idealización y cierta expresión hierática. El brazo izquierdo se halla extendido y alineado con el cuerpo, mientras que el derecho se eleva en actitud de bendecir al espectador. El paño de pureza, ceñido con una cuerda, descubre ambas caderas, cayendo el paño diagonalmente en el lado izquierdo. Aunque limpio de sangre y laceraciones, el Resucitado conserva abiertas las cinco llagas de la Crucifixión como señales de su sacrificio por la redención humana. Figuras de misterio: El proyecto original contemplaba las figuras de dos soldados romanos, atemorizados ante el prodigio, un ángel sedente sobre el sepulcro vacío y Santa María Magdalena observando arrodillada la escena. Todas las figuras serían labradas también por Rodríguez Picón. En noviembre del año 2009 se aprobó un nuevo proyecto, aún sin materializar, a cargo del joven imaginero onubense José Miguel Sánchez Rodríguez; compuesto por el soldado romano Casio, de rodillas delante del Señor; un ángel que anuncia la Resurrección de Cristo y figuraría a su derecha, y un guardia judío que iría ubicado en la parte trasera izquierda del paso. |
Fotografía del Cristo de la Expiración de Juan Antonio García Delgado
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