TATTOO. ARTE BAJO LA PIEL
27/01/2022
Kari Barba |
Presentación Tattoo. Arte bajo la piel explora, desde un enfoque antropológico inédito, los distintos usos del tatuaje a lo largo de la historia y el papel social que desempeña esta práctica ancestral en las culturas del mundo: desde la represión a la reivindicación. Los visitantes de esta muestra viajan a través del tatuaje por todos los continentes descubriendo sus orígenes, la evolución que han experimentado las técnicas y el modo en que conviven en sincretismo distintas corrientes vinculadas al arte del tatuaje, que es ya un fenómeno mundial. El tatuaje encierra una gran historia técnica y estética de más de 5.000 años, donde los tatuadores y los tatuados son sus portavoces diarios. Por primera vez en España, se podrá ver la mayor exposición histórica que ahonda en el tatuaje como gesto artístico y rinde homenaje a aquellos artistas que han hecho evolucionar el arte del tatuaje, pero cuyo papel nunca se ha reivindicado en los museos. En pleno boom del tatuaje, se calcula que el 12 % de los ciudadanos de Europa lleva, al menos, uno. No obstante, la fascinación por el tatuaje cuenta con una larga trayectoria: desde el impulso de la atracción de feria hasta la inmediatez de la cultura callejera, el tatuaje encarna el deseo de expresar a los demás no solo lo que somos, sino también lo que queremos ser, transformando así la piel en un particular lienzo. |
Laura Juan |
Introducción Cuando el Musée du Quai Branly - Jacques Chirac inició su andadura con esta exposición en París en 2014, invitó a los más eminentes tatuadores del momento a realizar una obra sobre réplicas de silicona de distintas partes del cuerpo. Posteriormente, en cada etapa de su itinerancia por todo el mundo, la muestra se ha ido enriqueciendo con nuevas obras encargadas a tatuadores de distintas nacionalidades, desde tatuajes tradicionales hasta novedosas creaciones. Entre las más de 240 piezas expuestas se incluyen 22 prototipos que reproducen de manera hiperrealista partes del cuerpo humano y que han sido moldeados en un material experimental y tatuados por maestros del arte del tatuaje entre los que se encuentran Kari Barba (artista tatuadora estadounidense), Tin-Tin (artista tatuador francés), Horiyoshi III (artista tatuador japonés), Felix Leu (artista tatuador suizo), Mark Kopua (artista tatuador de Nueva Zelanda), Jack Rudy (artista tatuador estadounidense), Xed LeHead (artista tatuador inglés), Colin Dale (artista tatuador de Dinamarca) y Chimé (artista tatuador polinesio). En este ecosistema se enmarcan las obras de dos artistas residentes en Madrid que se presentan en la inauguración y son expuestas por primera vez. La artista tatuadora madrileña Laura Juan reflexiona en su obra sobre el aislamiento social durante la pandemia en España, la incertidumbre, el silencioso e invisible avance del virus y la pérdida de libertad. La obra de Jee Sayalero, artista tatuador venezolano, ahonda en el término istmo: en esa pequeña franja de tierra se produce el intercambio entre distintas culturas, con alusiones al folclore japonés y a obras de artistas como Pablo Picasso o Salvador Dalí. Estas piezas de silicona constituyen un hito en la exposición, junto con objetos, dibujos, grabados y fotografías que muestran las antiguas prácticas del tatuaje en todos los continentes. Así, lo que originalmente fue una inscripción efímera en la epidermis de una determinada persona puede conservarse, estudiarse y ponerse en valor para dar a conocer la historia y la estética del tatuaje. La muestra Tattoo. Arte bajo la piel puede visitarse hasta el próximo 17 de abril en CaixaForum Madrid (Paseo del Prado, 36). Horarios: lunes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas. La exposición, con obras procedentes en su mayoría del Musée du Quai Branly - Jacques Chirac, también reúne un excepcional conjunto de piezas de una cincuentena de prestadores de países como Estados Unidos, Japón, Francia, Tailandia o Reino Unido. La comisaria es Anne Richard, fundadora de la revista "HEY! Modern Art" & "Pop Culture". Entre las piezas expuestas, destacan elementos como una pluma eléctrica presentada por el inventor Thomas Edison en 1877 (y que fue el antecedente de la máquina de tatuar actual); un baúl para transportar las herramientas de los tatuadores ambulantes; un retrato en pintura acrílica de Artoria, una célebre artista del sideshow de la década de 1920; un álbum original de Rich Mingus, editado por Henk Schiffmacher en 2011, con fotografías, postales y fragmentos de publicaciones periódicas relacionados con el tatuaje desde el siglo XIX; una flauta en forma de estatuilla del período tardío de la cultura maya con representaciones de tatuajes faciales; herramientas y utensilios para tatuar del siglo XIX provenientes de Indonesia, Birmania, Túnez, Argentina o Australia; y retratos de grupos con sus tatuajes identificativos, como por ejemplo la pandilla "mara" centroamericana o la mafia japonesa "yakuza". También reconoce a artistas que preservan este arte milenario, como la tatuadora filipina Whang-od Oggay, de 104 años, considerada la última maestra que utiliza el "batok" (tatuaje tradicional hecho a mano), o los maoríes de Nueva Zelanda, que practican el "moko" o "arte de esculpir la piel" como conciencia colectiva indígena. |
Yann Black |
Un viaje hacia las profundidades del tatuaje El tatuaje como medio gráfico del lenguaje mundial ha cambiado de significado a lo largo de su historia. La evolución de esta práctica -que debe su nombre al "tatau" polinesio (herida abierta)-, que la tripulación europea del capitán James Cook descubrió en el siglo XVIII, ha sido el resultado de intercambios entre países, entre corrientes marginales y dominantes, entre centros y periferias. Durante siglos desempeñó una función discriminadora, de marca de sometimiento y de deshorna o de pérdida de identidad. Sobreexpuesto actualmente a causa del desarrollo de Internet y del interés mediático que suscita, el tatuaje escribe su historia contemporánea al ritmo de los avances tecnológicos. Desde mediados del siglo XIX, el tatuaje se convierte en portador de mensajes íntimos o sociales. Tal como ocurre en grupos étnicos como los maoríes, por ejemplo, que desarrollan esta práctica de forma identitaria y social, en el cuerpo de los tatuados se imprime un lenguaje secreto que perpetúa tanto una leyenda social como unos estilos gráficos condicionados por las técnicas rudimentarias de la época. Es en este punto cuando los no tatuados empiezan a prestar atención y a identificar con fuertes prejuicios a los tatuados. El tatuado, considerado como marginal, se convierte en un personaje de espectáculo a partir de 1840, con motivo de la Chicago World's Fair (exposición universal), catalizadora de los primeros circos itinerantes, que incorporan a los tatuados a sus espectáculos al mismo nivel que las mujeres barbudas o los tragasables, o bien los instalan en las casetas exteriores situadas a la entrada de las carpas como "sideshows", atracciones secundarias. Desde Marco Polo en el siglo XIII, el tatuaje ha viajado por medio de las expediciones, la captura de prisioneros y las rutas de los aventureros. En 1891, la invención de la máquina de tatuar eléctrica por el estadounidense Samuel O'Reilly favoreció la difusión del tatuaje. Gran parte de la efervescencia del tatuaje norteamericano derivó de la observación del "irezumi" japonés. Tatuadores estadounidenses y japoneses cruzaron el Pacífico para intercambiar sus secretos. A lo largo del siglo XX, el diálogo internacional entre activistas se intensificó y tatuadores de todo el mundo empezaron a crear clubes, el primero de los cuales se fundó en 1953 en Bristol. Este tipo de encuentros abrió un nuevo capítulo en la evolución y en la historia artística del tatuaje. En este ámbito, la exposición Tattoo. Arte bajo la piel rinde tributo al trabajo de grandes maestros que han revolucionado el medio del tatuaje contemporáneo, entre ellos, el artista Don Ed Hardy (nacido en 1945), que ha favorecido los intercambios artísticos internacionales y ha transformado la fascinación por el arte ancestral japonés del tatuaje en energía creativa. En Europa Occidental, la momia Ötzi, con más de 4.500 años, constituye la prueba veraz más antigua de la práctica del tatuaje. 2.000 años más tarde, algunos de los 200 pueblos celtas instalados en gran parte de la Europa occidental (Francia, Bélgica, Italia, oeste de Alemania) también mostraban marcas en el cuerpo. En el siglo XIX, el tatuaje se renovó y se extendió por todo el continente: la gente mostraba sus tatuajes en los tugurios, pero también en la comodidad de los salones y en la corte; incluso los lucían algunos miembros de las familias reales europeas y los diseños eran ampliamente difundidos por la prensa popular. En el siglo XX, el tatuaje se incorpora a la historia del arte: en la década de 1980, el tatuador suizo Felix Leu (1945-2002), alias Don Feliz, rechaza cualquier distinción entre arte académico y arte popular. Pero mucho antes que Leu, en Londres, Sutherland MacDonald (1850-1937), conocido como "el Miguel Ángel del tatuaje", ya había hecho imprimir en su tarjeta de visita, en 1891, las palabras "artista tatuador". El tatuaje tradicional en Oceanía y en el Sudeste Asiático también experimenta una revolución en su concepción etnográfica, tribal o mágica desde finales de los 70: la práctica del tatuaje antiguo, sometida a los constantes intercambios provocados por el desarrollo de los transportes y del turismo, se globaliza y ve sumida en una red de influencia entre todas las sociedades a nivel mundial. Por ejemplo, en Nueva Zelanda, el "moko", tatuaje de curvas y espirales inspirado en los brotes de helecho que era el ornamento específico de los jefes y guerreros, y hoy en día está considerado como tesoro nacional; o en las islas de Samoa, el "pe'a" (tatuaje masculino), que era necesario para conseguir una esposa e indicaba la pertenencia al poblado y al grupo de jóvenes encargados de servir y proteger a los jefes; o el legado del tatuaje "kalinga", encarnado hoy por la artista Whang-od Oggay, que con 104 años es la tatuadora más anciana del mundo y la última practicante de este gesto milenario que llevan a cabo las tribus guerreras. En los 70 surgen también nuevas escuelas, indicativas del dinamismo artístico que ha caracterizado la evolución del tatuaje contemporáneo. En 1977, los tatuadores Charlie Cartwright, Jack Rudy y Freddy Negrete ampliaban las fronteras del detalle y el sombreado. Esta nueva técnica del tatuaje chicano es difundida dentro de las prisiones donde están encarcelados, sobre todo, los miembros de las pandillas procedentes de Centroamérica, así como en las poblaciones de origen latino asentadas en el territorio fronterizo norteamericano. Sus tatuadores vuelven a la imaginería de su historia y efectúan giros gráficos mediante una audaz relectura del pasado: deciden provocar un resurgimiento de los símbolos del heroísmo cultural en nuevas composiciones y paletas de colores. En este punto, el grafiti y sus tipografías específicas, el arte del barrio, la estética "lowrider" (coches personalizados), la pintura mural o la iconografía religiosa católica ganan terreno sobre la piel. Por otro lado, en China, el tatuaje siempre ha sido una práctica ancestral entre las minorías asentadas en territorios no administrados por el poder del momento debido a la gran lejanía geográfica. Es prohibido en los 70, durante la Revolución Cultural de Mao Tse Tung, que lo considera una manifestación de la impureza y la deshonestidad. Sin embargo, la práctica del tatuaje resurge a partir del 2000 y los artífices de ese renacimiento se inspiran tanto en la cultura pop de la industria del entretenimiento, con su profusión de imágenes lúdicas (mangas, videojuegos, cine), como en el vasto patrimonio de la iconografía histórica china. Aunque el tatuaje no siempre es descifrable, constituye la marca de la relación de uno consigo mismo, del individuo con el grupo y del tatuador con el tatuado. Después de los estilos iniciados por los tatuadores Leo Zulueta y, más tarde, Alex Binnie, Xed LeHead y Yann Black, una nueva generación ha encauzado el tatuaje hacia el tercer milenio. Hoy en día se distinguen dos corrientes: por un lado, una corriente que basa su labor en la reinterpretación de géneros históricos y que añade al "irezumi" japonés, al tatuaje de la vieja escuela americana o al "fine line" chicano la vena salvaje del tatuaje ruso del gulag o la descarnada línea francesa; y por otro lado, una corriente que formula estéticas liberadas de los códigos clásicos para explorar las posibilidades de las artes gráficas, en las que las tipografías, los píxeles, las tramas y los esquemas dan lugar a otros tipos de motivos y composiciones que rayan en la abstracción. |
Jee Sayalero |
Ciclo de conferencias y mesas redondas Ciclo de cuatro sesiones con formato cambiante en función del tema tratado, concebido para que profesionales especializados en distintas áreas de conocimiento acerquen a la audiencia el mundo del tatuaje desde múltiples perspectivas. A cargo de Clara Peñalver, comisaria de actividades paralelas a la exposición, escritora, asesora creativa y autora, bajo el seudónimo de Leo Quiroga, del libro Tatuados. El mundo del tatuaje: de la transgresión a la tendencia.
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Colin Dale |
Otras actividades Visita comentada y dirigida por un educador o educadora que, a partir del diálogo con los participantes, presenta los temas claves de la exposición, los contextualiza y resuelve las posibles dudas o preguntas que puedan surgir. Horarios: viernes y domingos, a las 18.30 horas, y los sábados, a las 12:00 horas. Visita comentada para grupos (entidades culturales, asociaciones, colectivos y grupos de amigos). La visita dura una hora y puede realizarse en varios idiomas. Servicio de mediación: de lunes a viernes, de 12:30 a 14:30 y de 18:00 a 20:00 horas, y sábados, domingos y festivos, de 14:00 a 18:00 horas, habrá un educador en la sala a disposición del público para cualquier duda o comentario sobre la exposición. Servicio gratuito incluido con la entrada. Visita intergeneracional que incluye un recorrido por la exposición y un diálogo para reflexionar sobre la práctica del tatuaje y compartir reflexiones y experiencias propias. A partir de 10 años. Sábados a las 16:30 horas. |
Laura Juan |
www.lahornacina.com