ROMA. NATURALEZA E IDEAL. PAISAJES 1600-1650
Ninfa y Sátiros Nicolas Poussin |
La Tradición
Hasta finales del siglo XVI, los paisajes fueron considerados un género menor por parte de los teóricos del arte y en ocasiones fue tratado como una especialidad relegada a los pintores que llegaron a Italia desde el norte de Europa. En la ciudad de Roma coincidieron diferentes tradiciones que durante el siglo XVI habían constituido las tendencias más significativas de este género pictórico: los paisajes arqueológicos de Polidoro da Caravaggio y Rafael Sanzio, así como los fondos más naturalistas y poéticos de obras de Giorgione o Tiziano Vecellio, que algunos de los grandes coleccionistas romanos mostraban con orgullo.
Fue Annibale Carracci quien elaboró el prototipo del paisaje armónicamente estructurado, que a finales del XVII mereció el calificativo de clásico. Su ejemplo fue posteriormente desarrollado por sus discípulos boloñeses, como Domenichino o Francesco Albani, quienes enriquecieron el género con referencias literarias. Paul Bril, por otro lado, aportó la creación de variantes como el paisaje marino, pequeñas escenas de género o paisajes con topografía precisa. De esta manera, él y otros artistas procedentes de Amberes, como Brueghel o Vrancx, modernizaron en Roma la tradición de la pintura de Amberes del XVI a través del contacto con el paisaje italiano.
Otro factor importante en el desarrollo de la pintura de paisaje reside en la presencia en Roma, entre los años 1610 y 1620, del alemán Adam Elsheimer, quien introdujo pequeños personajes, referencias literarias y la tensión dramática propia de los grandes cuadros de historia. Su pasión por los efectos atmosféricos y las variaciones lumínicas constituyen un antecedente importante para el paisaje naturalista de Breenbergh, Cornelis van Poelenburgh y Filippo Napoletano, que inspiraron también a pintores como Saraceni u Orazio Gentileschi.
Especial importancia tienen Claudio de Lorena y Nicolas Poussin, los dos máximos representantes del género, cuyas obras permiten el paso definitivo de género menor a una pintura de prestigio reconocido, dotada de características específicas que señalan su singularidad como género. Junto a ellos se encuentran Jean Lemaire, quien rápidamente fue valorado en el mercado del arte por sus perspectivas arqueologizantes, o Gaspard Dughet, cuyas ensoñaciones románticas causaron un fuerte impacto en futuros paisajistas, como Courbet.
Paisajes con Dos Templos Pietro da Cortona |
Annibale Carracci, Paul Bril, Adam Elsheimer
Hacia 1600, Annibale Carracci elaboró un nuevo tipo de pintura en el que la naturaleza se muestra armónicamente estructurada. Esta naturaleza, germen del paisaje "ideal", sirve de marco a acciones humanas que confieren orden y nobleza al paisaje. Después de Carracci, serán los jóvenes pintores boloñeses Francesco Albani y, sobre todo, Domenichino quienes desempeñarán un papel crucial en el auge del paisaje idealizado.
Durante esos mismos años, Paul Bril adaptó el paisaje a la manera de pintar flamenca. Desde la década de 1580, trabajó en conjuntos de frescos que reproducían asuntos bíblicos y ejecutó escenas similares en cuadros pequeños, a menudo pintados sobre cobre. Constituyen evocaciones vívidas de la naturaleza, reproducidas con colores vivos y enriquecidas con detalles pintorescos.
Otro de los pioneros del género fue Jan Brueghel, que integró monumentos romanos en entornos naturales imaginarios y creó nuevos motivos, sobre todo en sus cuadros de ermitaños, reproducidos con gran virtuosismo.
Por su parte, el alemán Adam Elsheimer fascinó a sus contemporáneos con sus efectos de luz y su capacidad para reproducir los más ínfimos detalles de la naturaleza. Sus pequeños cuadros integran los grandes temas de la pintura de historia en el paisaje sin renunciar al carácter inaprensible de las variaciones atmosféricas.
Paisaje con Bañistas (El Baño de Diana) Guercino |
La evolución del paisaje boloñés
La segunda década del siglo XVII fue testigo del éxito de Paul Bril, quien en torno a 1610 desarrolló la fórmula del paisaje costero, como en Vista de un puerto de la Galleria Borghese. Bril intensificó sus contactos con los pintores boloñeses que se dedicaban al paisaje con creciente fortuna. Su taller era el punto de referencia de los artistas nórdicos que se establecieron en Roma a partir de 1616-1617. Tal es el caso de Bartholomeus Breenbergh, Cornelis van Poelenburgh y Jacob Pynas, unidos por su común admiración por las ruinas y los paisajes romanos, así como por su interés en reelaborar la lección de uno de los protagonistas de la primera década del XVII, Adam Elsheimer, cuyo estudio apasionado de la naturaleza y los efectos lumínicos se asimiló durante este periodo.
Goffredo Wals es otro de los protagonistas destacados del paisaje nórdico. Es autor de pequeñas pinturas, normalmente circulares, en las que, a pesar de su reducido tamaño, la naturaleza cobra un aire monumental.
En España, la evolución del género estuvo marcada por los paisajes pintados para el Palacio del Buen Retiro, que ejercieron gran influencia en artistas como Francisco Collantes; y por Diego Velázquez, cuya interpretación de la técnica veneciana continuaron los pintores Juan Bautista Martínez del Mazo y Benito Manuel Agüero.
Vista del Jardín de la Villa Médici en Roma Diego Velázquez |
El paisaje nórdico y su proyección europea
A principios de la década de 1620, los discípulos boloñeses de Annibale Carracci desarrollan sus enseñanzas al amparo de un pequeño grupo de aficionados al arte e intelectuales procedentes a menudo del clero. El paisaje pintado alcanza un prestigio inédito; las obras de pequeño formato ofrecen a los artistas jóvenes la posibilidad de obtener dinero rápido, mientras que el nuevo género irrumpe en los frescos decorativos de las residencias aristocráticas. Los que ejecuta Domenichino en la Villa Aldobrandini de Frascati y después en Roma, en la Villa Ludovisi, muestran apacibles escenas pastoriles inspiradas en la concepción de la naturaleza de los poetas antiguos. En sus obras, la representación de la naturaleza alcanza una dignidad comparable a la de la pintura de historia, y el espacio, concebido geométricamente, adquiere una amplitud monumental.
Por su parte, naturaleza y figuras armonizan en una visión arcádica en las pinturas de Albani. Sus principales pinturas pertenecen a ciclos narrativos basados en la mitología, como las de la serie de la Historia de Venus, que ilustra la rivalidad entre el Amor y la Castidad personificados por las diosas Venus y Diana.
Lanfranco colaboró durante algún tiempo con Carracci. Entre los años 1616 y 1617 realizó la decoración del Camerino degli Eremiti en el palacete Farnesio en Roma, con figuras de eremitas en paisajes austeros.
Eremita Orando entre Ruinas Clásicas Jean Lemaire |
La Galería de Paisajes del Palacio del Buen Retiro
La construcción y la decoración del palacio del Buen Retiro de Madrid fueron las principales empresas artísticas del reinado de Felipe IV. Allí se reunió, en un periodo de tiempo llamativamente corto, un numeroso conjunto de pinturas de calidad y procedencia diversa cuyo grupo más significativo fue el dispuesto en el llamado Salón de Reinos (1635). A la par, comenzaron a comprarse pinturas en Roma y Nápoles concebidas como series temáticas entre las que destacaban las dedicadas a la Historia de Roma antigua y la Galería de Paisajes.
Las obras se encargaron en dos centros europeos, Roma y Flandes, pero resulta difícil identificar a los artistas, el número total de las series encargadas y de las pinturas que integraban el conjunto, su disposición original y las fechas de realización de las obras, que debieron pintarse entre los años 1635 y 1641. En el grupo de paisajes realizados en Roma intervinieron pintores como Claudio de Lorena, Poussin, Lemaire o Dughet; los holandeses Herman van Swanevelt o Jan Both; o el napolitano Salvator Rosa, entre otros.
Parece claro que los artistas recibieron instrucciones precisas sobre las dimensiones y los formatos de las pinturas, la escala de las figuras, la localización de la línea de horizonte, la iluminación, etcétera. Dichas pautas resultaron decisivas en el devenir posterior del género del paisaje.
Ulises devolviendo a Criseida a su Padre Claudio de Lorena |
Claudio de Lorena
Lorena fue el paisajista de más talento del siglo XVII, género en el que cosechó un éxito enorme. Su primera estancia en Roma debió de ser en 1620. Después vivió durante un par de años en Nápoles, en casa del pintor de paisajes Goffredo Wals. A su vuelta a Roma comenzó a colaborar con Agostino Tassi, quien fue su maestro entre los años 1622 y 1625. Tras un periodo en Francia regresó definitivamente a la Ciudad Eterna, donde se estableció como pintor independiente y se relacionó con otros pintores de sensibilidad artística semejante, como Herman van Swanevelt, Joachim von Sandrart o Peter van Laer, llamado il Bamboccio.
El universo creado por este artista se asienta en el de tres pintores también presentes en esta exposición: Domenichino, Goffredo Wals y Agostino Tassi, aunque Lorena los superó creando un estilo característico que fue imitado durante más de dos centurias. Particularmente atractiva resulta la ambientación fantástica de sus arquitecturas; los lejanísimos horizontes bañados de grises, rosados y oros; o la disposición escorzada de los edificios, creando una sucesión de planos que recuerda los decorados teatrales.
Los Funerales de Foción Nicolas Poussin |
Nicolas Poussin
En la trayectoria de Poussin se reconocen dos periodos distintos: el primero, que se desarrolla en las décadas de 1630 y 1640, está dominado por el rigor geométrico de la composición y los volúmenes; el segundo transcurre desde mediados de la década de 1650 hasta su muerte y se caracteriza por una especial sensibilidad para plasmar la atmósfera. El primero, que se muestra en esta exposición, presenta al Poussin más francés, académico y clasicista.
En los paisajes correspondientes al final de la década de 1630, como en Pan y Siringa (1637), existe ya una perfecta asociación entre figura y paisaje. Al final de la década siguiente pintó obras como San Juan en Patmos (1640), que puede ya calificarse de paisaje puro. Los Funerales de Foción (1648) constituye uno de los mayores logros del paisaje clasicista, ideal o heroico, del que Poussin fue el más reconocido representante.
Poussin mantuvo una relación intensa y compleja con los tres paisajistas más importantes del siglo. Con Lorena se suceden periodos de influencias mutuas, todavía no suficientemente explicados. También sabemos que estableció una larga colaboración con Jean Lemaire, pintor de perspectivas, que se ocupaba de los fondos arquitectónicos de algunos de sus cuadros. Algo parecido ocurrió con Gaspard Dughet, cuñado de Poussin, que en ocasiones pintaba sus paisajes. Dughet, a su vez, se valdría de otros artistas, como Jan Miel, con el mismo fin.
Vista del Campo Vaccino con la Feria de Ganado Paul Bril |
Del 5 de julio hasta el 25 de septiembre de 2011 en el Museo Nacional del Prado de Madrid (Salas A y B del Edificio Jerónimos) Dirección: Paseo del Prado, s/n. Horario: de martes a domingo, de 09:00 a 20:00 horas; lunes, cerrado (incluidos los festivos). Actividades Complementarias: charlas didácticas sobre la exposición en el auditorio (julio, jueves a las 11:00 y 17:00 horas, a partir del día 14; agosto, martes a las 17:00 horas, miércoles a las 11:00 horas, jueves a las 17:00 horas, excepto los días 16, 17 y 18 de agosto; septiembre, martes a las 11:00 horas, jueves a las 11:00 y 17:00 horas, hasta el 25 de septiembre) y conferencia extraordinaria por el comisario de la muestra, Andrés Úbeda de los Cobos, Jefe de Conservación de Pintura Italiana y Francesa del Museo del Prado, que profundizará en la trayectoria de los artistas representados y los temas más relevantes, desde los inicios del siglo XVII hasta la irrupción de Claudio de Lorena y Nicolas Poussin, los dos máximos exponentes del género del paisaje; 9 de julio de 2011 a las 19:00 horas, con entradas disponibles 45 minutos antes del comienzo de la conferencia en las taquillas 1 y 2.
www.lahornacina.com