CHAGALL: DIVINO Y HUMANO

06/02/2016


 

 

Presentación

Marc Chagall (Vítebsk, Bielorrusia, 1887 - Saint-Paul de Vence, Francia, 1985) es uno de los pintores y artistas gráficos más relevantes del pasado siglo XX. Considerado el maestro del color del Arte Moderno, desarrolló un estilo pictórico muy personal, expresivo y colorista, resultado de la combinación de elementos de diferentes movimientos como el cubismo o fauvismo.

Chagall: Divino y Humano recorre casi cuatro décadas de su actividad artística. Esta exposición incluye un total de 100 obras sobre papel, procedentes de los fondos de la Marc Chagall Collection C.S. Paris del Kunstmuseum Pablo Picasso Münster (Alemania), que reflejan la intensa y sorprendente conexión entre lo sagrado y lo profano en Chagall. Ambos conceptos se unen para transformarse en una única entidad en el universo artístico de Chagall: lo divino se expande hacia lo humano y lo humano hacia lo divino, llegando a convivir en un mismo espacio como consecuencia de su visión artística: una síntesis de experiencia personal, mito y religión.

La religiosidad y las costumbres hebraicas también se funden en Chagall con imágenes de la tradición cristiana. Con sus representaciones de escenas religiosas asume un rol particular e insólito en el arte moderno, ya que ningún otro artista de su época dedica tanto espacio en sus obras a las historias y a las figuras religiosas.

Siendo un hombre no especialmente religioso pero sí preocupado por lo trascendente, afirmó que los elementos de la fe judía forman parte integrante de su creación, pero que un artista verdaderamente grande busca lo universal que subyace a toda fe. Por tanto, a la hora de llevar a cabo sus representaciones religiosas, Marc Chagall no busca abordar los dogmas de fe, sino simplemente aportar una visión humanística que da lugar a una iconografía totalmente diferente.

La obra gráfica ocupa un lugar preferente en la producción del gran pintor Chagall, quien declaró en una ocasión que "al sostener en la mano una piedra para litografía o una plancha de cobre pensaba que estaba tocando un talismán". En particular, sus litografías -creó más de 1.000- destacan por su vasta policromía; por consiguiente, el cuerpo de sus litografías constituye una de las producciones más importantes en el panorama artístico del XX y su volumen se compara solo con la obra de Picasso, quien en una ocasión señaló: "Cuando Matisse muera, de los pintores sobrevivientes Chagall será el único que entienda lo que es realmente el color". Precisamente, su desbordante fantasía pictórica le valió el sobrenombre de "Picasso judío".

Esta exposición se presenta en Madrid por primera vez al público, y ofrece una visión íntima y exhaustiva del universo artístico de Chagall; una oportunidad única para contemplar la obra de este polifacético artista.

 

 

Contenido de la exposición

Las piezas seleccionadas para la exposición incluyen todas las técnicas empleadas por Marc Chagall para su obra gráfica. Los aguafuertes, las xilografías y las litografías ilustran el papel fundamental que desempeña la obra gráfica en la creación de Chagall. Se le atribuye a las mismas un lugar de honor relevante en su producción, ya sea desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo.

Con las 100 obras que incluye esta exposición se cubre un periodo de casi cuatro décadas de la actividad artística de Chagall (desde finales de los años 40 hasta mediados de los 80). Junto a delicados aguafuertes se presentan también xilografías y litografías a color.

La exposición Chagall: Divino y Humano se divide en tres secciones: Divino y Humano, que refleja la peculiar convivencia entre temas sagrados y profanos; Las Almas Muertas, que incluye quince obras relativas a la famosa novela de Nikolái Gogol; y La Biblia, compuesta por veinte obras con las que Chagall interpreta desde una perspectiva humanista y personal la Biblia y profundiza en la psicología de sus personajes.

 

 

Divino y Humano

En esta sección se examina en profundidad de qué manera lo profano se abre a lo sagrado y lo sagrado a lo profano y cómo ambos campos se fusionan y conectan. Este apartado nos propone una interesante reflexión sobre la convivencia de las temáticas religiosa y mundana.

Chagall, para quien "la Biblia es un drama mundano y el mundo una parábola religiosa", creció en la tradición jasídica bielorrusa. Entre las doctrinas centrales del movimiento jasídico está la importancia del apego constante a Dios. Ya no era necesario ser un erudito para estar cerca de Dios, porque Dios está en todas las cosas y siempre está presente en el corazón de las personas buenas que cumplen sus preceptos por amor a Él.

Muchos expertos de Chagall ven en su naturaleza jasídica una clave para interpretar su imaginería visual. Su actitud interconfesional queda patente en la dedicatoria de una tabla de cerámica creada por él, en una iglesia francesa: "En el nombre de la libertad de todas las religiones". Pese a declararse contrario a cualquier dogma de fe, cuando se le preguntó sobre los elementos de judaísmo jasídico presentes en su obra, salomónicamente replicó que, como ya se ha mencionado, los elementos de la fe judía forman parte integrante de su creación, pero que un artista verdaderamente grande busca lo universal que subyace a toda fe. Por ello acude también a escenas religiosas de la tradición cristiana que, en ocasiones, asemeja con comportamientos mundanos.

En este apartado de la exposición vemos cómo Chagall introduce el factor humano en imágenes religiosas, como es el caso de las figuras bíblicas de David y Betsabé que se yuxtaponen a otras obras en las que Chagall describe a los amantes de la vida real, y, a la inversa, cómo introduce símbolos sagrados en imágenes mundanas; muestra de ello son sus visiones de París, en las que elude la descripción exacta de 6 la ciudad y se sirve de famosos edificios parisinos para hacer representaciones de la Virgen o del crucifijo.

Junto a estos dos temas destaca también en esta sección el de los personajes circenses. Chagall asemeja la profesión de acróbatas, payasos y otros protagonistas del circo con la suya de artista. Éstos realizan juegos de habilidad y de equilibrio en la escena del circo, de la misma manera que lo hace él en la escena de la pintura. Según Chagall, detrás de la alegría y la comicidad de los actores circenses se oculta la profundidad existencial del arte por excelencia. Así lo afirma el artista en una ocasión: "Siempre he considerado a los payasos, los acróbatas y los actores como la esencia de la humanidad trágica. Creo que se pueden comparar con los personajes de algunas pinturas religiosas". Esta declaración de Chagall evidencia una vez más la profunda interrelación de lo sagrado y lo profano en su pensamiento artístico general.

También en esta sección encontramos autorretratos artísticos y representaciones de las escenas en su taller. Observamos cómo Chagall, en su "auto-representación" de artista, tiende a una "auto-puesta" en escena casi religiosa, uniéndose de nuevo lo profano y lo sagrado, algo a lo que el artista tiende permanentemente. En algunas de estas obras es precisamente en las que el autor desarrolla una mitología personal, en la que el aspecto biográfico se mezcla con la religión y el mito.

En el Autorretrato en la Ventana (1957), que recibe a los visitantes al entrar en la exposición Chagall: Divino y Humano, se observan varios elementos formales y motivos que caracterizan también los autorretratos. La paleta y el pincel son los atributos inconfundibles del pintor, cuyo perfil se funde con el de la amada esposa como una antigua representación de Jano. Una figura angélica femenina, un pájaro y un buey planean por encima del artista, la ventana del atelier está abierta y en la lógica de la pintura estas figuras de la realidad empírica parecen penetrar en la intimidad del estudio.

Sin duda la proximidad formal a las tradiciones representativas religiosas, con Chagall, asume una dimensión semántica. El artista se ve como un ser excepcional, un soñador creativo y un visionario. En una poesía dedicada a su mujer, escribe: "Como Cristo yo estoy crucificado, clavado con los clavos al caballete".

 

 

Las Almas Muertas

A comienzos de los años 20 el editor parisino Ambroise Vollard propuso a Chagall la ilustración de una obra literaria. Chagall optó por la novela de Nikolái Gógol Las Almas Muertas, publicada en 1842 y considerada como una de las obras más destacadas de la literatura rusa del siglo XIX.

Gógol definió Las Almas Muertas como un "poema épico en prosa". El protagonista, Chíchikov, quien es destituido del servicio estatal, emprende un viaje en su troika por la vasta Rusia junto con su cochero y un criado para realizar negocios dudosos. Prepara una gran estafa a las autoridades administrativas y compra a los terratenientes las listas de los nombres de sus siervos. Estos siervos, incluso una vez fallecidos, quedan parcialmente registrados durante años en los documentos oficiales del Estado, lo que significa que se debe seguir pagando los impuestos que les corresponden. Chíchicov consigue, de este modo, obtener una hipoteca sobre dichas "almas muertas" (siervos "fantasma") con el fin de adquirir para sí una gran extensión de tierras. Sin embargo, su estafa se desvanece y debe escapar.

Chagall se ve muy atraído por la forma en la que Gógol describe, de manera ejemplar, una sociedad feudal terrateniente que tiende a desaparecer y en la que irrumpe la tipología moderna del especulador financiero. La novela traza un bosquejo de la sociedad rural rusa con figuras y tipos descritos detalladamente, que el pintor recoge en esta serie un siglo después -en el año 1948-, mostrando el aspecto más profano de su patria rusa. Con estas obras, Chagall crea una conexión entre la madre Rusia y su patria francesa por elección: "Mis temas los he llevado conmigo desde Rusia, París los ha dilucidado".

Este apartado de la exposición incluye quince obras relativas a la famosa novela. En sus aguafuertes Chagall evoca, desde lejos y con afecto, la patria rusa. La acidez y la irracionalidad son plasmadas a la perfección en estas obras, en las que se puede apreciar cómo Chagall supo interpretar magistralmente la sátira de Gógol y la descripción de sus inolvidables personajes. La gente del pueblo con la que se encuentra el protagonista Chíchikov es caricaturizada grotesca y magistralmente por el artista.

En el año 1927 Chagall regala a la Galería Tretyakov de Moscú una serie de esta obra y escribe al museo de Moscú en la carta de presentación: "Con todo el amor de un pintor ruso a su patria".

 

 

La Biblia

Chagall afirmó que La Biblia fue su obra maestra gráfica. En 1930 Chagall recibió el encargo de ilustrar la Biblia por parte del marchante de arte y editor francés Vollard. Emprendió grandes viajes para prepararse para este magnífico proyecto artístico: en 1931 viajó a Palestina, siendo una de las experiencias más profundas de su vida donde nutrió su mundo imaginario con los lugares de la historia bíblica. En 1932 viajó a Holanda y en 1934 a España, donde entró en contacto con la obra de El Greco. Le impresionó hasta tal punto su trabajo que influyó enormemente en la obra de Chagall en general, y en esta serie en particular.

De 1931 a 1939 completó 66 litografías para la Biblia. Pero interrumpido por la muerte de Vollard y por la II Guerra Mundial -ambas en 1939- tardó casi 25 años en terminar este trabajo, el cual retomó entre 1952 y 1956 por insistencia del editor Tériade. En total, completó 105 aguafuertes sobre la Biblia, que fueron publicadas por Tériade como una obra bíblica en dos volúmenes, de los cuales, 20 se encuentran en esta exposición.

Con este proyecto, y como ya se ha mencionado anteriormente, Chagall asume un rol particular en el arte moderno: ningún otro artista de su época dedica tanto espacio en sus obras a las historias y a las figuras bíblicas como él. No es solo ilustrador de la Biblia, sino también intérprete de la misma en calidad de artista moderno, cuya obra es, en sí misma, revelación.

A la hora de abordar escenas de la Biblia, para Chagall el contenido religioso es irrelevante. Su preocupación es la penetración psicológica de las escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, además de la visión humanística de la Biblia y sus personajes, dando lugar a una iconografía totalmente diferente. Él mismo explicó en una ocasión: "La Biblia es, para mí, pura poesía, una tragedia humana. Los profetas me inspiran: Jeremías, Isaías... Es poesía comprometida". En referencia a esta obra, el historiador del arte Jean Leymarie declaró: "Chagall reconcilió la pintura moderna, que ya era ajena al tema bíblico, con las Sagradas Escrituras".

En relación a la ilustración de la Biblia, desde la Edad Media, la tradición occidental ha estado invadida por una polaridad entre ilustración literal y explicación teológica del texto. En las representaciones de Moisés, Chagall combinó tradiciones cristianas y judías. La descripción tradicional de Moisés con los cuernos, en la que se basa Chagall, procede de un error de traducción del hebreo, según la cual la cabeza de Moisés "irradiaba luz" mientras descendía del monte Sinaí donde había recibido la Tabla de los Mandamientos.

Sin embargo, normalmente, las ilustraciones bíblicas de Chagall son independientes de la tradición pictórica definida. Incluso la elección de los pasajes que se ilustran es completamente extraña y particular. En la elección de las imágenes atribuye gran importancia a patriarcas como Noé o Isaac. También los profetas Elías, Isaías, Jeremías y Ezequiel adquieren un lugar relevante. Al contrario de la tradición occidental, Chagall dejó de lado el pecado original, el fratricidio cometido por Caín y la torre de Babel.

En la elección de los temas y de los motivos bíblicos, Chagall actúa de manera completamente ajena al dogma y sigue sus predilecciones personales. Interpreta la obra personal y humanísticamente. Chagall describió las historias de la Biblia como su "segundo mundo, que sigue viviendo detrás de la realidad cotidiana".

 

 

La Biblia

En el diseño expositivo, llevado a cabo por Enrique Bonet, ha estado muy presente que los símbolos de la fe judía forman parte integrante de la creación de Chagall. Por ello, la sala de exposiciones de la fundación hace referencia a una sinagoga, cuyas estancias acogen temáticamente la obra.

El atrio da la bienvenida al visitante y le pone en antecedentes de lo que está a punto contemplar. El recorrido comienza por el vestíbulo y la sala de oración, ambas salas incluyen las sesenta y cinco obras pertenecientes a la sección Divino y Humano, que reflejan la peculiar convivencia entre temas sagrados y profanos.

La siguiente estancia de la sinagoga que nos encontramos es el Sancta Sanctorum, donde, como no podría ser de otra manera, aguardan las veinte obras con las que Chagall interpreta de forma individual y humanista La Biblia y profundiza en la psicología de sus personajes. Terminamos el recorrido en el Cementerio, donde descansan quince obras relativas a la famosa novela Las Almas Muertas de Nikolái Gogol.

El proyecto gráfico lo ha realizado Bruno Lara, de This Side Up, así como la publicación, editada por la Fundación Canal expresamente para esta exposición, que incluye una extensa selección de la obra presente en esta muestra y una aproximación al pensamiento y al trabajo de Chagall a cargo de Markus Müller, Director del Kunstmuseum Pablo Picasso Münster (Alemania) y comisario de esta exposición.

 

Hasta el 24 de abril de 2016 en la Fundación Canal (Canal de Isabel II. Mateo Inurria 2, Madrid)
Horario: días laborables y festivos, de 11:00 a 20:00 horas; miércoles, de 11:00 a 15:00 horas.

 

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