GEORGES DE LA TOUR. 1593-1652
27/02/2016
San José Carpintero Georges de La Tour |
Introducción Georges de La Tour nace en la ciudad católica de Vic-sur-Seille, en la Lorena Francesa, donde recibe el bautismo el 14 de marzo del año 1593. La suya es una familia antigua, relativamente acomodada, formada por artesanos y pequeños propietarios de Vic-sur-Seille. La cuestión del lugar de su aprendizaje permanece sin respuesta segura. Las dos posibilidades que se apuntan con más frecuencia son las de una formación con un pintor de Vic-sur-Seille o un aprendizaje en Nancy, tal vez en el importante taller del pintor cortesano Jacques Bellange. En ambos casos es seguro que los primeros años del joven pintor se desenvolvieron en un ambiente manierista, un estilo que en el ducado de Lorena recibió una interpretación particularmente brillante alrededor del año 1600. En realidad la personalidad artística de La Tour ha sido descubierta recientemente. Su primera formación debió concluir hacia 1610, en torno a los 17 años de edad. La documentación posterior lo muestra como un pintor acomodado en lo económico, desabrido en lo personal y reconocido en lo profesional, alcanzando en el culmen de su carrera el nombramiento de pintor del monarca Luis XIII. La Tour vivió en un momento crítico para la historia del territorio nororiental de Lorena que finalizó con la pérdida de la independencia política del ducado. En estas adversas condiciones concibió una pintura dotada de lirismo sorprendente, sobre todo en sus escenas nocturnas, casi todas ellas religiosas. Son pinturas de colorido casi monocromo y formas monumentales, impregnadas de soledad y silencio. |
Comedores de Guisantes Georges de La Tour |
Los primeros años Si antes de 1616 ningún documento hace mención de La Tour en los archivos de Lorena, una fe de bautismo parisiense fechada el 12 de diciembre de 1613 señala la presencia de un Georges de La Tour en la capital. En la hipótesis de que se encontrase en París en esa fecha, tendría entonces 20 años y estaría ya formado. El 20 de octubre del año 1616, la presencia de La Tour aparece por fin atestiguada en Vic-sur-Seille por una fe de bautismo en la que figura como padrino. Los tres años siguientes están marcados por su matrimonio con Diane Le Nerf (1591-1652) el 2 de julio de 1617, la muerte de su padre, Jean, en noviembre de 1618, y el nacimiento de un hijo, Philippe, primero de los diez que tendrán Georges y Diane, en agosto de 1619. La Tour ya es padre de familia, está asentado, pero todavía no hallamos mención de sus realizaciones artísticas. Hoy se atribuyen a ese periodo de juventud, no sin ciertas vacilaciones, sus obras más realistas y de ejecución más jugosa. A pesar de las dudas sobre la cronología de sus pinturas, no se cuestiona que las más realistas son las primeras en el tiempo, las cuales debieron pintarse en los últimos años de la segunda década del siglo XVII. Fue entonces cuando pobló sus pinturas de personajes sagrados de aspecto tosco, como los del Apostolado de Albi; mendigos harapientos, como los Comedores de Guisantes de Berlín, o músicos callejeros miserables y pendencieros, presentes en la Riña de Músicos (Los Ángeles). Mención aparte merecen un Viejo y una Vieja de San Francisco, de carácter más refinado, y el Pago del Dinero, su primer nocturno conocido. |
Job y su Mujer Georges de La Tour |
Réplicas y series La década de 1620 marca un punto de inflexión en la vida de La Tour. Con 27 años se establece en Lunéville, lugar de origen de su familia política. Obtiene del duque Enrique II de Lorena la exención total de impuestos y un estatuto privilegiado en razón de la nobleza de su matrimonio y de su oficio. En Lunéville nació en 1621 su segundo hijo varón, Étienne, único de sus diez hijos que abrazaría la profesión paterna. Los diversos documentos recuperados de esta época reflejan la prosperidad en aumento de La Tour, que acumula bienes y toma aprendices. Él y su familia acceden a la alta sociedad de Lunéville. El duque aprecia su trabajo y le compra dos pinturas, en 1623 y 1624: el tema de una no consta, pero la otra es un San Pedro para los Mínimos de Lunéville. Es la mención documental más antigua de una pintura de La Tour. Esos años en los que se datan las primeras grandes obras maestras del artista son, por otra parte, un momento de crisis y trastornos políticos en la Lorena. A partir del año 1631, el ducado, que pasaba por una situación floreciente gracias a la buena administración de los duques Carlos III y Enrique II, se hundirá trágicamente en el conflicto que enfrenta a Francia con el Sacro Imperio. La vida de La Tour y de sus compatriotas estará desde entonces sembrada de calamidades. En el año 1630 estalla una epidemia de peste oriental que durará siete años, a la que se añade la hambruna causada por las malas cosechas. Esos azotes se agravan cuando alcanzan a la Lorena los horrores de la guerra de los Treinta Años (1618-1648). Mientras el cielo de la Lorena se ensombrece, en la obra de La Tour se abre un nuevo capítulo que será el de la plena madurez. Esos años de madurez están también marcados por la creciente fama de La Tour, que se cuenta entre las celebridades de Lunéville. En cuanto a sus coleccionistas, la documentación atestigua la presencia creciente de sus obras en colecciones importantes. El rey tiene un San Sebastián curado por Irene. Esa obra, hoy perdida, se relaciona con una serie de copias antiguas que demuestran su popularidad. El año 1638 aparece marcado por una nueva etapa trágica de la guerra. A finales de septiembre y octubre las tropas francesas atacan Lunéville, que es saqueada y arrasada. La Tour abandona a tiempo la ciudad con su familia. Pero su taller, así como el grueso de sus trabajos para particulares y para el clero, queda destruido. En 1639 su presencia en bautizos indica que se ha refugiado en Nancy. Una de las actas de bautismo califica al maestro de "pintor ordinario del rey", prueba de que en esa fecha había recibido un privilegio de Luis XIII. Otros documentos revelan en el mismo momento estancias en París. Georges es el único pintor lorenés jamás favorecido con ese título, y sobre todo con el privilegio, todavía más raro, de alojarse en el Louvre. A partir de la tercera década del siglo XVII su técnica evoluciona, con pinceladas más planas y acuareladas y pinturas más luminosas, haciendo que su originalidad y virtuosismo alcancen su máxima expresión en las escenas diurnas. Además, los tipos físicos se dulcifican y sus acciones se serenan y dignifican. Sorprende su obsesiva repetición de tipos, como San Jerónimo Penitente (Grenoble y Estocolmo) o Los Tramposos (París y Forth Worth), así como las numerosas versiones de tañedores de zanfonía o Magdalenas. En los dos primeros casos las composiciones son muy parecidas, mientras en que los otros dos, cada uno de los cuadros presenta una interpretación original, que retoma en momentos sucesivos de su vida. |
El Recién Nacido Georges de La Tour |
Los últimos años La Tour vuelve a Lunéville en la década de 1640, donde tiene que reconstruir su casa y su taller. Apenas reinstalado, el pintor intenta recobrar su posición y sus ventajas, echadas a perder en el desastroso contexto político y económico del ducado. Ese tiempo de incertidumbre es también, sin embargo, el decenio de las más bellas y célebres "noches" de La Tour. Estos últimos años de su existencia se asocian a sus nocturnos más ambiciosos, como la Adoración de los Pastores del Louvre o el Recién Nacido de Rennes. Los documentos referentes a las postrimerías del pintor dejan vislumbrar una personalidad impaciente y a veces irascible. En dos ocasiones, en 1648 y 1650, es condenado por su actitud violenta en varios altercados. En 1651, en vísperas de su muerte, La Tour es, a los 58 años, un personaje importante en Lunéville. Calificado de noble y abuelo reciente, mantiene muy buenas relaciones con el gobernador de la ciudad, Henri de La Ferté-Senneterre, es respetado por la comunidad y posee una envidiable posición social y económica. Un año después, en 1652, una epidemia de peste se lleva primero a su mujer Diane y, finalmente, el 30 de enero, al pintor. Étienne, su hijo, a quien los documentos califican de "pintor del rey", continúa ejerciendo el oficio paterno hasta el año 1658, aproximadamente, llegando a ser luego alcalde de Lunéville. Sin que haya sido posible explicarlo convincentemente, la producción final de La Tour está protagonizada, como hemos apuntado antes, por pinturas nocturnas de carácter religioso. Sus célebres "noches", de una aparente simplicidad, silenciosas y conmovedoras, dan vida a personajes que surgen con magia en espacios sumidos en el silencio, de colorido casi monocromo y formas geometrizadas. La inexistencia de halos u otros atributos sacros, así como los tipos populares empleados, justifican la lectura laica que a veces se ha hecho de sus nocturnos. |
Ciego tocando la Zanfonía Georges de La Tour |
Georges de La Tour en el Museo del Prado Tras la adquisición de Ciego tocando la Zanfonía en el año 1991 con fondos del legado Villaescusa, la presencia de este artista fue inesperadamente reforzada en el año 2005 con el depósito de San Jerónimo leyendo una Carta, una obra inédita descubierta en los fondos del Ministerio de Trabajo por José Milicua, miembro del Real Patronato del Museo del Prado fallecido en 2013 y a quien se dedica esta exposición. La incorporación de ambas obras, magníficos ejemplos de su producción, a las colecciones del Museo del Prado ha convertido a esta institución en una ineludible referencia para el estudio de la obra del maestro francés. |
San Jerónimo leyendo una Carta Georges de La Tour |
Georges de La Tour. Datos Famoso en su tiempo y luego completamente olvidado, Georges de La Tour no fue redescubierto hasta el siglo XX, en particular por el historiador del arte Hermann Voss (1915). A partir de la muestra Pintores de la Realidad (1934), La Tour recobró un lugar eminente en la pintura francesa, confirmado por la sonada adquisición, en el año 1960, de la Echadora de la Buenaventura por el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, y por las dos exposiciones monográficas consagradas al artista, en 1972 y en 1997, ambas en París. Nada se sabe tampoco sobre un posible viaje de La Tour a Italia, viaje emprendido por otros muchos pintores contemporáneos para completar su formación. Se conoce que pinta cada año un cuadro para el gobernador de la Lorena, el mariscal de La Ferté. Otros coleccionistas célebres, como Richelieu, el superintendente de finanzas Claude de Bullion, el arquitecto Le Nôtre e incluso el citado Luis XIII, poseen obras suyas. La Tour en números: más de cuarenta pinturas más o menos unánimemente tenidas por autógrafas y veintiocho telas y grabados copias de originales perdidos. Esto es, más de setenta composiciones conocidas, de las que solamente cuatro están fechadas y solo dieciocho firmadas. En La Tour, el cuadro queda restringido a sus datos esenciales, las anécdotas son excluidas, así como la arquitectura o el paisaje, y hasta los accesorios se reducen a lo más estrictamente necesario: los santos suelen carecer de aureola y los ángeles no tienen alas. Solo dos de sus cuadros llevan fecha inteligible (Las Lágrimas de San Pedro, 1645, Cleveland Museum of Art, y La Negación de San Pedro, 1650, Musée des Beaux-Arts de Nantes), por lo cual la cronología de su obra sigue siendo muy discutida. La Tour realizó algunas escenas diurnas y otras nocturnas, que trató de diferente manera. Las primeras se distinguen por su luz fría y clara, por la acuidad de la escritura y la precisión despiadada del retratista registrando, con la punta del pincel, arrugas y harapos. En las escenas nocturnas, casi siempre iluminadas por una vela, los colores son escasos, a menudo limitados a un refinado diálogo de pardos y bermellón, y los volúmenes se reducen a unos cuantos planos simples. Esta economía de medios conducirá en la etapa final de su producción artística a la realización de pinturas ensimismadas, con una luz que podríamos calificar de metafísica que abstrae cada vez más de la realidad a sus modelos. Ningún gesto, ningún movimiento viene a turbar el recogimiento de los personajes replegados en sí mismos, absortos y reflexivos. |
La Magdalena penitente Georges de La Tour |
Hasta el 12 de junio de 2016 en el Museo del Prado de Madrid (Paseo del Prado, s/n)
Horarios:
lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y días festivos, de 10:00 a 19:00 horas.
El Tramposo del As de Tréboles Georges de La Tour |
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