SOFONISBA ANGUISSOLA Y LAVINIA FONTANA. HISTORIA DE DOS PINTORAS

21/10/2019


 

 
 

Judit y Holofernes

Lavinia Fontana
Hacia 1595
Óleo sobre lienzo
Fundación San Pellegrino de Bolonia

 

Presentación

Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana nacieron y se formaron en las ciudades de Cremona y Bolonia respectivamente, dos centros artísticos cercanos geográficamente en Italia, pero condicionados por sus propias tradiciones pictóricas, sociales y culturales. Ambas partieron de perfiles familiares y biográficos distintos, aunque en los dos casos el papel paterno fue fundamental para condicionar sus respectivas carreras. Las dos supieron romper con los estereotipos que la sociedad asignaba a las mujeres en relación con la práctica artística, el arraigado escepticismo sobre las capacidades creativas y artísticas de la mujer, y ambas se valieron de la pintura para alcanzar un papel significativo en la sociedad en que les tocó vivir.

Sofonisba Anguissola, perteneciente a una familia de la pequeña nobleza de Cremona formada por seis hermanas, encontró en la pintura un modo de alcanzar la posición social que correspondía a la familia Anguissola-Ponzoni. Su talento y su personalidad, así como el empeño promocional de su padre, la convirtieron en una dama afamada y respetable que posibilitó la práctica artística de las mujeres y forjó un mito femenino que aún perdura. Practicó sobre todo el retrato y fue contratada como dama de compañía de la reina Isabel de Valois, cargo que enmascaró su papel como pintora.

Para Lavinia Fontana, hija de un pintor de cierto prestigio, la pintura fue el ámbito natural que acabó por convertir, empujada por su padre, en su modus vivendi. Fue la primera en ser reconocida como una profesional, la pintora que traspasó los límites y los géneros impuestos a las mujeres. Su producción fue amplia y variada con numerosos retratos y pintura religiosa para iglesias y oratorios privados, aunque también se ocupó de asuntos mitológicos, género en el que el desnudo tenía marcado protagonismo.

En el marco de la celebración de su Bicentenario, el Museo del Prado presenta Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos pintoras, una exposición que reúne por primera vez los trabajos fundamentales de dos de las mujeres más notables de la historia del Arte de la segunda mitad del siglo XVI.

A través de un total de 65 obras -56 de ellas, pinturas- procedentes de más de 20 colecciones europeas y americanas, el Prado recorre la trayectoria artística de estas dos pintoras, que alcanzaron reconocimiento y notoriedad entre sus contemporáneos, pero cuyas figuras se fueron desdibujando a lo largo del tiempo. Desde el 22 de octubre de 2019 hasta el 2 de febrero de 2020, Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos pintoras se puede visitar de lunes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y festivos, de 10:00 a 19:00 horas.

 

 
 

Autorretrato ante el caballete

Sofonisba Anguissola
Hacia 1556-1557
Óleo sobre lienzo
Museo-Castillo de Łancut (Polonia)

 

La creación del mito

Entre los once y los trece años, Sofonisba inició su educación artística siguiendo las recomendaciones formativas de las clases aristocráticas. Recibió lecciones de música, danza, literatura, dibujo y pintura; en estas dos últimas materias por parte de los pintores Bernardino Campi y Bernardino Gatti. Destacó como dibujante y sobre todo como retratista, practicando repetidamente con su propio rostro y los de su familia.

La completa formación de Sofonisba queda demostrada en sus numerosos autorretratos (hasta entonces ninguna mujer artista había producido tantos), en los que fue reflejando los ideales femeninos del momento: discreción, pudor, modestia o prudencia. Realizó pequeñas obras de busto o de media figura que sirvieron para difundir su imagen y sus diversas virtudes.

Gracias al despliegue diplomático de su padre, estos autorretratos se convirtieron en cartas de presentación y raras piezas de coleccionista que forjaron su temprana fama como dama pintora. Surge así un mito femenino que quisieron emular otras mujeres; la más relevante, Lavinia Fontana, quien en su autorretrato de 1577 recuperó el modelo de Sofonisba para subrayar esa misma condición de mujer culta y artista.

 

 
 

Retrato de familia

Sofonisba Anguissola
Hacia 1558
Óleo sobre lienzo
Colección Nivaagaard de Niva (Dinamarca)

 

Cremona y Bolonia

Antes de su llegada a España, Sofonisba realizó algunos retratos de personajes ilustres de su tiempo que atestiguan su temprana fama y sus dotes para un género en el que se aprecia la importancia de las escuelas veneciana y lombarda. A excepción del retrato de Massimiliano Stampa, un niño cuya imagen oficializa su nueva condición de marqués de Soncino y que muestra la influencia de Giovanni Battista Moroni en la pintora, Sofonisba optó por los retratos sedentes.

Esta tipología la empleará Lavinia Fontana veinte años después a la hora de retratar a artistas, letrados, médicos, humanistas o clérigos. Sentados ante un escritorio, sorprendidos en su actividad intelectual -reforzada esta con un gesto retórico de las manos y por la vivacidad de la mirada-, los retratados por las dos pintoras reflejan una condición fundamental de la época: su auctoritas, el prestigio moral y cívico que sus conocimientos y dedicación les reportaron.

 

 
 

Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II

Sofonisba Anguissola
Hacia 1561-1565.
Óleo sobre lienzo
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

La corte de Felipe II

En los años que pasó en la corte española, Sofonisba ejerció como profesora de dibujo y pintura de la reina Isabel de Valois, además de retratar a casi todos los miembros de la familia real. Ninguno de los retratos realizados en España está firmado. Su posición oficial en la corte no era la de pintora y, de hecho, sus cuadros fueron recompensados con ricos textiles o joyas. En los ejemplares que en la actualidad se reconocen de su mano, se advierte su adaptación a los modos del retrato de corte español.

Por entonces, la figura más significativa en la corte era Alonso Sánchez Coello, "retratista del rey" que fijó las convenciones del retrato cortesano. Además de los rasgos físicos, se debía mostrar el carácter dinástico y las virtudes de la familia: distancia, quietud y severidad habsbúrgica.

Sofonisba siguió estas pautas aunque atemperadas por su propio bagaje artístico: su gusto por la descripción minuciosa de los detalles, una percepción psicológica que atenúa la distancia y contención de los Austrias españoles, así como una atmósfera envolvente y tamizada que suaviza los contornos de las figuras.

 

 
 

Autorretrato tocando la espineta

Lavinia Fontana
1577
Óleo sobre lienzo
Academia Nacional de San Lucas (Roma)

 

Retratista de Bolonia

Los retratos fueron la principal ocupación de Lavinia Fontana en Bolonia y más tarde en Roma, género en el que destacó por la variedad de tipologías utilizadas. Fue sin duda la pintora preferida de las damas, cuyas pretensiones de mundanidad y sofisticado lujo quedaron bien reflejadas en sus retratos.

Lavinia desplegó todas sus habilidades para visualizar la opulencia de la indumentaria, los variados textiles, las numerosas joyas o la fina elaboración de los encajes, además de los inevitables perritos falderos. También representó a los niños de las familias más notables de la ciudad en composiciones religiosas destinadas a capillas privadas, retratados junto al padre o la madre o formando parte del grupo familiar.

El "Retrato de familia" conservado en la Pinacoteca de Brera es un excelente ejemplo de la evolución de Lavinia a finales de siglo, pues ofrece un "retrato relato" de un grupo familiar captado con cierto aire de cotidianidad. Una idea que se prolonga en la obra "Dama con cuatro jóvenes", donde la pintora muestra una instantánea doméstica, vinculada muy probablemente al casamiento de la protagonista.

 

 
 

Noli me tangere

Lavinia Fontana
1581
Óleo sobre lienzo
Galería de los Uffizi (Florencia)

 

Pinturas sacras y mitológicas

La producción religiosa de Sofonisba es muy escasa; de hecho, estará reunida en la exposición Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos pintoras a excepción de la "Madonna dell'Itria" que se conserva en Paternò (Sicilia). Son obras de pequeño formato pensadas para ámbitos privados de devoción y sus composiciones se inspiran siempre en creaciones de otros pintores. En sus años de formación en Cremona, los modelos que siguió fueron las pinturas de sus maestros Campi y Gatti o de Camillo Boccaccino. Las pequeñas escenas están dotadas de una sensibilidad tierna y amable y aparecen envueltas por el estilo cercano a Correggio y Parmigianino que caracterizó a los citados pintores cremoneses. En Génova, la pintura religiosa de Sofonisba repite fórmulas y modelos de Luca Cambiaso.

Por su parte, Lavinia desarrolló una producción religiosa totalmente profesional que abarcó tanto obras devocionales de pequeñas dimensiones y soportes variados (cobres, tablas y telas) como grandes lienzos de altar. Todas ellas están marcadas por la espiritualidad de la Contrarreforma, donde se aprecian influencias de Correggio, Denys Calvaert, Niccolò dell’Abate y los Carracci.

Respecto a los temas mitológicos, Lavinia fue la primera artista que realizó este tipo de composiciones, donde además de desarrollar su invención, tuvo que adentrarse en la representación del desnudo, un terreno vetado a las mujeres. La sofisticada sociedad boloñesa fue capaz de conciliar el seguimiento de los postulados contrarreformistas y disfrutar de las representaciones mitológicas, con el desnudo, principalmente femenino, como protagonista. Un gusto coleccionista que se extendió a Roma, donde figuras ligadas al papado encargaron a Lavinia este tipo de obras. No son muchas, pero conforman un elocuente conjunto que manifiesta la sugestiva habilidad de la artista para seguir las estimulantes estrategias eróticas de las escuelas de Praga y Fontainebleau. La disposición de los desnudos, en los que incorpora detalles que van más allá del relato mitológico al uso, o la presencia de joyas, velos y transparencias, que refuerzan y estimulan la sensualidad de las anatomías, dan buena cuenta de la potente capacidad de invención -la gran piedra de toque del arte en esas fechas- de Lavinia.

 

 
 

Marte y Venus

Lavinia Fontana
Hacia 1600-1610
Óleo sobre lienzo
Fundación Casa de Alba (Madrid)

 

Memoria

Este espacio cierra la exposición Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos pintoras, comisariada por Leticia Ruiz, con algunas piezas que dan cuenta de la fama alcanzada por las dos pintoras.

Las recopilaciones biográficas elogiosas sobre mujeres ilustres fue un género literario que tuvo un notable desarrollo desde el siglo XV. La edición publicada en 1609 por el valenciano Pedro Pablo de Ribera -"Glorias inmortales, triunfos y heroicas hazañas de ochocientas cuarenta y cinco mujeres, antiguas y modernas"- es un excelente ejemplo. Incluye una importante semblanza de Sofonisba, una más breve de Lavinia y las de otras artistas de la época.

Una prueba de la notable fama de Sofonisba fue la visita que recibió unos meses antes de morir en Palermo del joven Anton van Dyck. Una página del diario de viaje de este pintor y su retrato de la anciana dama recuerdan el emotivo encuentro entre ambos artistas.

Lavinia también inspiró textos y objetos laudatorios. Aquí se ofrece uno de los más elocuentes: una medalla acuñada en Roma en 1611 con su efigie en relación directa con la práctica de la pintura por una cara y la alegoría de la Pintura por otra.

 

 
 

Retrato de la reina Ana de Austria

Sofonisba Anguissola
1573
Óleo sobre lienzo
Museo Nacional del Prado de Madrid

 

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