GUBIA Y PINCEL, LA PASIÓN EN MÁLAGA

Con información de Elías de Mateo (18/03/2023)


 

 

Presentación

Uno de los fenómenos más interesantes que se ha producido durante las últimas décadas, dentro del ámbito de las cofradías y hermandades de Pasión en Málaga, ha sido la construcción de las casas de hermandad. Algunas de ellas, incluso, albergan espléndidas capillas. Sin duda, estamos asistiendo a la resacralización del espacio urbano. Muchos conventos se clausuran, pero muchas sedes de cofradías se abren. De esta forma, el patrimonio artístico de nuestras corporaciones pasionistas se encuentra en la actualidad perfectamente conservado. De hecho, podemos hablar de pequeños museos en la inmensa mayoría de nuestras sedes cofrades.

La exposición temporal Gubia y Pincel, la Pasión en Málaga, se ha marcado como objetivo llevar a Antequera una representación de la riqueza patrimonial de las confraternidades pasionistas malagueñas, tanto en el ámbito de la imaginería como de la pintura. Al programarse su apertura durante la Cuaresma y durante la Semana Santa de este año 2023 en el Museo de Arte de la Diputación de Antequera (MAD), no era posible mostrar ninguna pieza que se encuentre, en la actualidad, al culto directo ni que se utilice en las estaciones de penitencia entre el Domingo de Ramos y el de Resurrección. Por ello, la línea argumental y el elenco de obras se han centrado en mostrar la Semana Santa de Málaga que no sale a la calle. La que se encuentra en esos centros de convivencia cristiana que son, en la actualidad, nuestras casas de hermandad.

Así, el visitante, cofrade o no, puede contemplar obras poco conocidas para el gran público de autores, tanto escultores e imagineros como pintores, que han dejado una impronta y una huella profunda en la estética de la Semana Santa de Málaga de ayer y de hoy. La muestra también se aproxima a los estudios y talleres de relevantes creadores malagueños, tanto en el campo de la imaginería como de la pintura, para escoger algunas de sus obras o bocetos más recientes dedicados al universo cofrade.

La exposición Gubia y Pincel, la Pasión en Málaga puede ser visitada gratuitamente en el MAD de Antequera (Calle Diego Ponce, 12) hasta el 30 de abril de 2023, en horario de 10:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:30 horas, de martes a domingo. El lunes permanecerá cerrada. La muestra, comisariada por Elías de Mateo Avilés y Eduardo Nieto Cruz, reúne 32 obras de imaginería y pintura, de gran valor histórico y artístico.

 

 

Imaginería

La imaginería constituye, sin duda, la esencia del culto pasionista desde sus orígenes a finales de la Edad Media. A diferencia de Antequera, Málaga sufrió feroces ataques iconoclastas, tanto en 1931 como en 1936, que dieron como resultado la casi total desaparición de su imaginería procesional. En consecuencia, fue preciso crear o adquirir nuevos iconos procesionales a lo largo de la década de 1940 en un entorno marcado por todo tipo de penurias. Luego, a partir de los años 60 y 70, se produce un movimiento dentro de algunas hermandades para renovar algunos de aquellos cristos y dolorosas a los que se daba culto desde la posguerra.

Claros ejemplos del primero de los procesos citados son las imágenes de la Virgen de la Soledad, obra magnífica de Antonio Gutiérrez de León (1867) que sigue la estética de Pedro de Mena, propiedad de la familia Ximénez de Enciso y que a la Hermandad del Santo Traslado dio culto y procesionó entre 1939 y 1945. Por su parte la Archicofradía de la Pasión adquirió un nuevo Nazareno titular en Beas de Segura (Jaén), una talla anónima del siglo XVIII, de bastante calidad y cabello natural que sería posteriormente sustituido por una cabellera de talla. Este Nazareno de Pasión recibió culto y se procesionó por las calles malagueñas entre 1942 y 1976. La reorganización de la Hermandad de Viñeros, a finales de los años 40, conllevó la necesidad de adquirir un nuevo titular. El primer Nazareno de Viñeros de la posguerra fue obra de Adrián Risueño (1948), más bien de su taller con una discreta calidad y con la peculiaridad de que la corona de espinas forma parte de la propia talla. Recibió culto y fue procesionada entre 1949 y 1975. Una trayectoria paralela fue la que siguió la Hermandad del Prendimiento, encargándose al imaginero y tallista Pedro Pérez Hidalgo una imagen que sustituyese a la desaparecida en 1931. Discípulo de Luis de Vicente y de Palma Burgos, Pérez Hidalgo destacó más en el campo del diseño y ejecución de los grandes tronos de la época que como imaginero. Su Jesús del Prendimiento (1948), que se conserva completo, recibió culto y fue procesionado entre 1949 y 1960. La premura con que las cofradías querían reanudar sus cultos tras la Guerra Civil llevó a la popular y victoriana Hermandad de los Pasos en el Monte Calvario a encargar, en 1939, un nazareno al imaginero valenciano Pío Mollar Franch. El resultado no fue satisfactorio y la talla de Jesús de los Pasos en el Monte Calvario tuvo que ser profundamente retocada por Francisco Palma Burgos en 1941, recibiendo culto tanto interno como externo hasta 1976. Y no faltaron tampoco profundas transformaciones de imágenes como ocurrió con la primitiva imagen de la Virgen de las Penas, del siglo XVIII, perteneciente a un grupo de la Sagrada Familia y reconvertida en una Dolorosa de vestir por el escultor José Navas Parejo en 1931. Puesta al culto y procesionada entre 1943 y 1964, el imaginero sevillano Antonio Eslava Rubio le proporciona su actual policromía y aspecto de Dolorosa de busto con manto encolado.

Aunque nunca salieron en procesión, esta exposición ofrece también tallas de autores sin los que no se podría entender el elenco actual de imágenes de la Semana Santa malagueña. Tal es el caso de una Dolorosa (hacia 1780), obra de Vicente Asensio de la Cerda, propiedad de la Congregación de Mena, caracterizada por combinar el preciosismo dieciochesco con la tradición de los modelos de Pedro de Mena, que siguen otras dolorosas malagueñas producidas por este imaginero y el resto de los miembros de esta saga de escultores, como Nuestra Señora de los Dolores Coronada de la Expiración o Nuestra Señora de los Dolores de la Archicofradía del mismo nombre del templo malagueño de San Juan. Esta misma corporación, Mena, posee una Dolorosa (1936) con la que un jovencísimo Francisco Palma Burgos obtuvo un merecido galardón, en un certamen artístico celebrado en Córdoba en la primavera de aquel año, y que, en la actualidad, es propiedad de la Congregación de Mena. Un extraordinario Crucificado, el Cristo del Gran Amor y Esperanza, realizado por el sevillano Luis Álvarez Duarte para la antigua Abadía de Santa Ana en 1978, que pudo llegar a ser el titular de la Hermandad de la Salud y que actualmente pertenece al patrimonio de la Diócesis de Málaga, también está presente en esta muestra. También se exhibe el exquisito boceto-maqueta policromado que el gran escultor antequerano Francisco Palma García llevó a cabo del grupo de la Piedad (1929), donde renueva la plástica procesional de su tiempo atendiendo a las corrientes imperantes en el campo de la escultura a principios del siglo XX. Y, finalmente, un boceto en pequeño formato de Nuestra Señora de la Soledad, obra personalísima de Juan de Ávalos (1975), tallado magistralmente en madera y que hace presente, en esta exposición, aquel frustrado proyecto del grupo de la Glorificación de la Soledad de la Congregación de Mena.

Por supuesto, los nuevos imagineros malagueños no podían estar ausentes de esta exposición dando muestra del renacimiento y reinterpretación de la tradición de la escultura devocional andaluza barroca. Tal es el caso de José María Ruiz Montes. Su personal hiperrealismo se combina con una policromía muy personal y unas extraordinarias dotes para el modelado. En esta exposición pueden admirarse dos bocetos nunca expuestos de obras, por las cuales siente una gran predilección. Por una parte el del Cristo de la Vera Cruz de Almogía (2018) y el de Jesús de la Humildad y Paciencia (2020). Las calidades logradas en el modelado de ambas piezas resultan inigualables. Un exquisito trabajo sin el artificio de la policromía. Y tanto monta, monta tanto, Juan Vega Ortega practica una estética que algún estudioso ha calificado de hipernaturalismo que atempera, en sus últimas creaciones, con un cierto idealismo presente tanto en los rostros como en la disposición de las figuras. En su boceto de Dolorosa (2021), de cuerpo entero, destaca la utilización de contraposto, la maestría en el modelado y una cierta dulzura en el rostro. En cambio, en la Dolorosa (2015), un busto policromado, destaca el patetismo de la expresión y unos golpes de gubia magistrales sobre el ropaje. El joven imaginero natural de Vélez Málaga, Alejandro López, afincado en Sevilla, nos sorprende con una Virgen de la Soledad (2021) de tamaño natural, ejecutada en terracota policromada con una expresión contenida, una factura impecable y una relación estilística confesada por el propio autor con los grandes imagineros granadinos del siglo XVII.

 

 

Pintura

El arte pictórico vinculado directamente con las cofradías de Pasión surge tardíamente. En el caso de Málaga, las primeras obras se concretan en los dos grandes estandartes de la Hermandad del Sepulcro, debidos a los maestros de la Escuela malagueña José Moreno Carbonero y Pedro Sáenz, a principios del siglo pasado. Luego vendrían los carteles oficiales anunciadores de la Semana Santa encargados por la Agrupación de Cofradías. Lienzos para estandartes y carteles se constituyen los dos géneros característicos de la pintura cofrade.

Por su utilización procesional, las obras pictóricas insertas en los estandartes procesionales malagueños no han podido ser expuestos en la presente muestra. Sí está presente una selección de los carteles oficiales debidos a los más significativos pintores que han colaborado con las hermandades malagueñas durante las últimas décadas. También obras que recogen los semblantes de determinadas advocaciones y que, como no podía ser de otro modo, atesoran las cofradías en sus casas de hermandad.

Por veteranía y relevancia, es preciso destacar aquí, en primer lugar, la figura y la obra religiosa y cofrade de Félix Revello de Toro, decano de los pintores malagueños y con seguridad, el artista vivo nacido en Málaga más galardonado y afamado dentro y fuera de España. Él está presente en esta muestra con obras emblemáticas de esta faceta de su arte. Por una parte, podemos admirar su Virgen de la Esperanza (1992), donde humaniza la belleza de la dolorosa perchelera y hace gala, además, de su pericia en el tratamiento de la mantilla que la cubre con sus famosos blancos. Por su parte, en el Cartel de la participación de la Congregación de Mena en la JMJ 2011 (2011) demuestra su maestría en el uso del lenguaje pictórico propio de este género con un portentoso escorzo de la cabeza del Cristo de Mena original y la inserción de un mensaje de texto muy cuidado.

De Eugenio Chicano, uno de los creadores que introdujo la modernidad en Málaga con su permanente reinterpretación y reelaboración de la estética pop y del muralismo de raíz mejicana, se nos ofrece la Virgen de Gracia. Cartel oficial de la Semana Santa de 2001 (2000), que supuso introducir en este género pop con grandes manchas de colores planos y formas estilizadas. Se imponen las tonalidades malvas en contraste de los labios rojos de la dolorosa, así como una tipografía muy personal. Con El Nuestro Padre (2015), aplica, sobre un dibujo seguro una gama cromática a la vez provocadora y equilibrada.

Leonardo Fernández, heredero de la tradición pictórica malagueña del XIX, nos presenta, para esta muestra, el Cartel de la Virgen del Gran Perdón 2017 (2017), donde demuestra su maestría como pintor hiperrealista en los detalles y en el rostro de la imagen ubicada en un entorno celestial. Por su parte, el dibujo al pastel de Cristo Ecce Homo (2018), refleja con su característico preciosismo a Cristo semidesnudo y atado presentado a la multitud por Pilatos. De Antonio Montiel, uno de los retratistas de referencia actuales, en plena madurez creadora, contamos con la obra Estudiantes (2006), cartel de la Semana Santa de aquel año. En la misma, humaniza la talla del Coronado de Espinas que dialoga con la mirada con un niño nazareno. Su manejo de la técnica pictórica resulta tan excelso que el espectador llega a percibir el pálpito vital en ambos protagonistas. En su Cristo de la Expiración (2019), pintura de pequeño formato, Antonio Montiel nos muestra su maestría con la técnica del pastel.

Raul Berzosa concurre a esta muestra con María Santísima de la Esperanza (2018), donde con una técnica insuperable, refleja un primer plano de uno de los grandes iconos marianos de Málaga. La belleza se pone al servicio de la devoción. Y en el Cartel del Centenario de la Agrupación de Cofradías (2021) ofrece un elocuente retrato de los titulares de la Agrupación de Cofradías enmarcado por un halo en el que se recortan los capirotes de los nazarenos blancos que les acompañan. Por otra parte, con el mensaje de texto lleva a cabo un homenaje a la historia de la Agrupación. Una obra cargada de simbolismos.

Por su parte, el veterano dibujante y pintor José Palma, presenta dos de sus carteles más emblemáticos. En Simbolismo cofrade. Cartel oficial de la Semana Santa de Málaga (2011), desarrolla una composición en "Y", que enmarca el rostro de una Dolorosa entre los capirotes de dos nazarenos, mientras que la capa de uno de ellos recoge el paso de misterio de la Archicofradía de la Sangre. Y en el Cartel del Vía Crucis Jubilar (2000) dispone cinco cristos titulares de otras tantas cofradías en torno a la torre de la Catedral.

Dos prestigiosos pintores malagueños ya desaparecidos están presentes con carteles oficiales. En el caso de Virgilio Galán, con su Cartel oficial de la Semana Santa 1991 (1991), el artista recurre a una escena costumbrista y a su inequívoca pincelada impresionista con una mantilla en primer plano seguida de un grupo de gitanos y, al fondo, el trono de la Virgen de la O. Por su parte, el veleño Francisco Hernández, en su Cartel oficial de la Semana Santa 1993 (1992), resulta fiel a su estilo marcado por un dibujo seguro y vigoroso, que plasma en los contornos de las figuras, a la vez que inmortaliza el canto de una saeta al Cristo de los Milagros.

Como novedad, está presente en la exposición un veterano cofrade con grandes dotes para el dibujo y la pintura: Francisco Calderón, hermano mayor durante muchos años de la Hermandad de las Penas. Su hiperrealista Señor Cautivo (2018) trae a Antequera el icono cristífero más popular de Málaga. Y con Acólito (2022), lleva a cabo un admirable ejercicio pictórico marcado por los juegos de luces dentro de un cierto costumbrismo cofrade.

 

 

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