DOS OBRAS DE INTERÉS EN EL MONASTERIO DE SANTA CLARA DE MOGUER (HUELVA)
Jesús Abades. Con información del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de Huelva
LAS PUERTAS DEL CORO Según información del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de Huelva, estas puertas, que clausuran el coro bajo de la iglesia, se componen de dos hojas (284 x 326 cm), formadas cada una por dos piezas, unidas por argollas y enmarcadas por una cenefa de motivos vegetales. En el centro de cada una de las hojas que dan a la iglesia del extinto cenobio -hoy sede del Museo Diocesano de Arte Sacro de Huelva- aparecen sendos tondos con destellos puntiagudos y flameantes alternos, que en el lado del Evangelio ostenta el monograma de Jesús (JHS) y en el de la Epístola el de Cristo (XPS). En las esquinas de las puertas se representan escudos orlados por el cordón franciscano con diferentes motivos pasionarios, en el centro de la parte inferior de cada hoja respectiva se ubica el escudo de armas de los Enríquez y de los Portocarrero. En las hojas que dan al coro del recinto, la del lado del Evangelio muestra la apoteosis celestial de la Virgen, y en la de la Epístola se representa la Anunciación en la parte superior. En la inferior se muestra la Natividad, con un ángel que anuncia la buena nueva a los pastores, y al otro lado aparecen ángeles trompeteros y la estrella de Oriente. En esta obra se puede apreciar la influencia de la pintura tardogótico italiana, por la delicadeza y estaticismo de las figuras; al igual que la de la flamenca, por la introducción de los pequeños detalles y la gran humanización de las escenas. El autor de estas pinturas se desconoce. Se han barajado, entre otros, los nombres de Juan de Robleda, Antonio Núñez, Pedro Dorma o Pedro Fernández, mientras que su datación tiene mayor unanimidad para situarlas en el último cuarto del siglo XV. Entre diciembre de 1999 y julio de 2000, fueron restauradas por Jesús Mendoza Ponce, desinsectando el conjunto, retirando repintes y suciedades, reponiendo las pérdidas del soporte, reintegrando las lagunas cromáticas y procediendo a la protección general de la obra mediante la pulverización con una mezcla de barnices. |
INMACULADA CONCEPCIÓN Durante mucho tiempo esta magnífica escultura estuvo catalogada como obra del pintor de imaginería Juan de Uceda Castroverde. Sin embargo, lo cierto es bien distinto. Pese a hacerse cargo de la ejecución íntegra de la obra para la Parroquia de Santo Domingo de Lepe, en virtud de la carta de pago fechada en 1624, Uceda solamente acabaría asumiendo las tareas de policromía y estofado de la talla, correspondiendo la hechura en madera de cedro a un escultor con el que el pintor solía colaborar habitualmente (1). Casos similares vemos en encargos realizados a otros pintores de imaginería de la época como Amaro Vázquez. En opinión de Jorge Bernales Ballesteros, el autor de la obra sería un miembro muy cercano del círculo de Alonso Cano (2), quien en 1624 tan sólo contaba 23 años de edad y que, siete años después, contraería matrimonio con María Magdalena de Uceda, a la sazón sobrina de Juan de Uceda Castroverde, la cual sería asesinada en 1644 y se llegaría a acusar al propio Cano de dicho crimen. Dicha atribución podría sustentarse tanto en la dulce expresividad de la imagen y en su alejamiento de los moldes montañesinos, rasgos característicos de Cano, como en las grandes semejanzas que presenta con la Inmaculada de la Parroquia sevillana de San Julián, realizada diez años después de la moguereña. El problema es que las fechas no cuadran con el documento que se halla en los archivos parroquiales de Lepe, ya que no sería hasta unos años después cuando Cano une sus títulos de escultor y arquitecto al de pintor, sin olvidar que su primera obra pictórica documentada (el San Francisco de Borja del Museo de Bellas Artes de Sevilla) data, precisamente, de 1624 y que no sería hasta dos años después cuando Cano sería admitido oficialmente en el gremio de maestros pintores, sin posibilidad alguna de haberse formado un círculo consistente de seguidores y menos aún de temas escultóricos. Por tanto, sería más lógico pensar que existe una confusión en la carta de pago al redactar el año o bien que el encargo, a pesar de haber extendido el pago, se demorase un tiempo más tarde, aunque esto último no parece muy probable si tenemos que hablar de un plazo mínimo que rondaría los cinco o diez años. Por nuestra parte, dejamos el campo abierto a futuras investigaciones que puedan arrojar más luz sobre el particular. En todo caso, no parece ser que hoy en día se conserve la policromía original de Uceda vistos los atroces repintes y mutilaciones que han dejado en penoso estado la obra, la cual puede contemplarse en una de las capillas laterales de la iglesia del ex-monasterio. Muestra grandes cantidades de suciedad y polvo acumulados, así como ensambles sueltos y daños generales en la policromía, pero lo peor son los sesgos que presenta en el cuello, débilmente prendido a una cabeza que padece pérdidas en su parte posterior, y en las manos, precariamente asidas al resto de la pieza por burdos alambres. Sirvan estas líneas para reclamar una urgente y concienzuda restauración que devuelva a la pieza todo el esplendor de su estado original. |
BIBLIOGRAFÍA (1) GONZÁLEZ GÓMEZ Juan Miguel y Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA. Escultura Mariana Onubense, Diputación de Huelva e Instituto de Estudios Onubenses Padre Marchena, Huelva, 1981, pp. 60-61. (2) BERNALES BALLESTEROS, Jorge. Alonso Cano en Sevilla, en Arte Hispalense, Sevilla, 1976, p. 117. |
Fotografía de la Inmaculada de Alejandro Cerezo
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