EL ARTE SACRO DE PROPIEDAD PARTICULAR (XXII)


 

     
     
Las dos piezas sacras de esta entrega son de factura popular pero poseen notable atractivo artístico por su antigüedad, su devenir histórico y sus rasgos estilísticos, bastante representativos, pese a sus limitaciones, de tres periodos artísticos muy distantes en el tiempo y en la concepción de las tallas religiosas.
     
     
 
     
     
La primera es un conjunto escultórico de talla completa, denominado Calvario, que representa a Cristo Crucificado con la Madre y el Discípulo Amado a sus pies. Estas dos últimas piezas vienen a medir unos 25 cm de altura y han sido fechadas por una opinión experta en el ámbito de la escuela flamenca del siglo XVI. Respecto al Crucificado, es obra del mismo tamaño pero de formas más barrocas y, por tanto, de un periodo artístico más avanzado. Todas ellas son imágenes talladas en madera, de las llamadas de chuleta. El Cristo, de arqueado escorzo y actitud agonizante, está fijado a la cruz por cuatro clavos, se exorna con unas potencias en forma de rayos y ha recibido recientemente una ligera limpieza.
     
     
 
     
     

Las imágenes de la Dolorosa y San Juan Evangelista poseen el interés extra de encontrarse en su estado original, probablemente incluso con su policromía primitiva. Tienen algunas pequeñas faltas de material que no afectan en absoluto a la piadosa belleza del conjunto. La cruz del Crucificado es antigua, pero no es la original de la imagen. El marco dorado en el que se hallan enmarcadas es de reciente factura.

     
     
     
     

La segunda pieza es otro Cristo Crucificado, en esta ocasión independiente y representado ya muerto en el madero. Se halla también labrado en madera y, al igual que el anterior, pende de la cruz por cuatro clavos, estando los pies apoyados en un suppedaneum. Es una estatuilla popular pero de gran belleza.

     
     
 
     
     

Estilísticamente, esta efigie de pequeño formato, fechada en el siglo XVIII, se halla inscrita en el marco de la imaginería neoclásica, caracterizada por las líneas sobrias y serenas, pero conservando todavía en su hechura agitados detalles del periodo barroco, nunca eclipsado en España por el academicismo.

     
     
 
     
     

La cruz de tipo cilíndrico y la peana sobre la que se asienta el Crucificado, que ha recibido la advocación de Cristo de las Ánimas, están realizadas en madera de caoba. Al igual que el grupo anterior del Monte Calvario, se conserva en una colección particular de la provincia de Sevilla.

     
     

 

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