EL ARTE SACRO DE PROPIEDAD PARTICULAR (XXVI)

Con información de Ricardo Ramírez Morales y Alfonso Baya


 

 
     
     
A lo largo de esta serie de especiales, habrán podido observar la predilección de un buen número de coleccionistas de arte sacro por las imágenes marianas de pequeño formato. En esta ocasión, volvemos a comentar dos piezas con las mismas características. La primera de ellas, de tipo letífico y unos 55 centímetros de altura, venerada bajo la advocación de Virgen de la Encarnación, se encuentra en Málaga y pertenece a Ana Molina Díaz. Guarda una historia muy particular, puesto que su propiedad se traspasa de padres a la hija más pequeña de la familia.
     
     
 
     
     
Al igual que sucede con el simulacro sevillano sin advocación que comentamos en la entrega número 20, esta Virgen de la Encarnación también posee, entre otros rasgos, cierto hieratismo y frontalidad, la mirada perdida en el infinito, nariz alargada y fina, boca pequeña y cerrada, y ojos levemente achinados. De candelero para vestir, sostiene el Libro de las Profecías en su mano izquierda como símbolo de su advocación. La imagen fue restaurada en 2001 por la empresa malagueña de restauración Quibla Restaura, debido a ciertas pérdidas de policromía y a los depósitos de suciedad acumulada. Aunque antaño recibía culto en el interior de una hornacina de mediocre calidad, ésta fue suprimida en el año 2002 por un dosel de damasco y una formidable peana tallada por el artista malagueño Salvador Lamas, cuyo dorado corresponde al taller sevillano de Manuel Calvo.
     
     
 
     
     
Su vestidor es el artista cordobés, y amigo de la familia, Rafael Carmona Nieto, propietario del conocido taller de bordados Artesanía San Eloy. Entre el ajuar de la efigie mariana, destaca la corona, cincelada en plata de ley, así como un terno de saya y manto en terciopelo negro que presenta antiguos bordados en oro. Así mismo, cuenta con varias sayas y mantos más, algunos también bordados y otros realizados con brocados antiguos. Igualmente posee la malagueña Virgen de la Encarnación varias joyas y rosarios de interés.
     
     
 
     
     
La segunda imagen, a diferencia de la anterior, es una talla completa que pertenece a una familia de Huelva y constituye una réplica de la venerada Patrona de la capital onubense, obra relacionada con el círculo artístico del escultor e imaginero sevillano Benito de Hita y Castillo (hacia 1760). Está realizada en madera, con partes que han sido reparadas y reconstruidas en escayola. Probablemente, la policromía no es la original. Mide, aproximadamente, 95 cm de altura. La familia dueña de la imagen desconoce la autoría y su procedencia en el tiempo, ya que ha estado en su culto doméstico desde hace ya algunas generaciones. El estado de conservación no es bueno; pero aún así, es la parte añadida en escayola la que está perjudicada, mientras que la talla en madera se encuentra en buen estado. Tanto la Virgen como el Niño poseen ojos de cristal. La Señora muestra una piedra incrustrada en el pecho, a modo de broche que sujeta el manto que cae sobre ambos hombros.
     
     
 
     
     
Consultada una opinión experta en este tipo de obras sacras, parece tratarse de una imagen procedente de alguno de los talleres valencianos o catalanes especializados en la ejecución de imágenes religiosas. Todo apunta a que estamos ante un modelo antiguo, de finales del siglo XIX o principios del XX, realizado de manera única pero sin descartar un cierto trabajo de serie, muy distinto del usado actualmente, ya que interpreta libremente el original onubense con algunos cambios en su composición. Da la impresión que la dulce figura ha sido repintada con no demasiado acierto, sobre todo las encarnaduras y los cabellos de ambas imágenes. Sería conveniente una adecuada restauración que liberase la obra de repintes y añadidos para recuperar su impronta primitiva.
 
 

 

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