LA ICONOGRAFÍA DE SAN JOSÉ
Jesús Abades y Sergio Cabaco
Desde hace siglos, el tema josefino ha gozado de gran predilección en el arte sacro al ser uno de los santos de culto más extendido entre los fieles cristianos. Tal difusión se lograría concretamente a partir de la época renacentista, gracias al papel de la Orden de los Carmelitas Descalzos, en general, y de Santa Teresa de Jesús, en particular; quienes, además de instaurar la famosa reforma carmelitana bajo su protección, potenciaron su papel de Padre de Jesús en la tierra y representación material del Padre Eterno. |
JOSÉ RISUEÑO Siglo XVIII. Convento de San José de Córdoba |
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PEDRO ROLDÁN 1664. Catedral (Sevilla) |
JOSÉ DE MORA Hacia 1700. Cartuja (Granada) |
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LORENZO LOTTO Hacia 1508. Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid |
Con anterioridad al siglo XVI, la figura de San José no había tenido apenas desarrollo iconográfico ni devocional en el mundo cristiano, y los escasos testimonios conocidos nos lo muestran casi siempre integrante de episodios del ciclo navideño como La Natividad de Jesús, La Adoración de los Pastores o La Huida a Egipto. A partir de ese momento, y sobre todo en la expresiva etapa del arte barroco, la fisonomía del santo patriarca sufre una drástica variación; pues de ser representado como un anciano, en el marco de una cronología poco realista, pasa a ostentar un tipo idealizado de varón adulto, en los años de plena posesión de sus fuerzas físicas e intelectuales. De hecho, varios estudiosos calculan que San José podría haber tenido unos 30 años de edad cuando se desposó con la Virgen María. |
FRANCISCO SALZILLO 1765-1766. Parroquia de Santiago de Orihuela (Alicante) |
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FRANÇOIS ANGUIER 1645-1667. Val-de-Grâce (París) |
GEORGES DE LA TOUR 1640. Museo del Louvre (París) |
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CARAVAGGIO 1596-1597. Galería Doria-Pamphili de Roma |
La iconografía de San José suele ser simple y poco variada, pues aparte de su representación en los mencionados pasajes del ciclo navideño -a los que hay que sumar otros como el Taller de Nazaret, La Adoración de los Magos o la Sagrada Familia, junto con María y el Niño Jesús-, el simulacro más frecuente es el de San José portando al Niño en su brazo izquierdo, en su papel de padre protector y conductor, mientras en la mano derecha porta una vara o báculo con azucenas florecidas, su atributo tradicional que posee un triple significado: su condición de carpintero, la castidad del varón y la predilección de Dios para que San José fuese el esposo de la Virgen, según narraba el Profeta Isaías: "Y saldrá una rama de la raíz de Jesse, y una flor saldrá de su raíz" (Is 11, 1). Más infrecuente es la recreación del santo en el momento que, convocado por los sacerdotes del templo para tomar esposa junto con los demás hombres solteros de la tribu de David, florece la rama y, de ese modo, es designado por Dios y reconocido como pretendiente de María. |
DOMINGO SÁNCHEZ MESA 1950. Iglesia de San José Obrero de Almería |
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ALONSO CANO 1657-1658. Ángel Custodio (Granada) |
ANÓNIMO Siglo XVIII. Villasimius (Nápoles) |
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¿JOSÉ MONTES DE OCA? Siglo XVIII. Parroquia de la Magdalena de Sevilla |
Menos común es también la representación de San José itinerante llevando al Niño de la mano, insistiendo igualmente en su condición de maestro y conductor de Jesús en su más tierna infancia. En este caso, tratándose el conjunto de una obra escultórica, las dos figuras pueden mostrarse en un solo bloque o, como es más usual, en dos piezas independientes pero interrelacionados. Mucho más escasa que la anterior resulta la recreación del Sueño de San José, episodio narrado en el Evangelio de San Mateo, según el cual un ángel se le apareció en sueños para comunicarle que el Hijo de María es obra del Espíritu Santo, descartando así el santo la idea de repudiarla en secreto. |
EDWARD BURNE-JONES 1888-1891. Museo de Birmingham |
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¿FRANCISCO SALZILLO? Siglo XVIII. San Pedro (Lima) |
ANÓNIMO Siglo XII. San Juan de la Peña (Huesca) |
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BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO Hacia 1650. Museo del Prado (Madrid) |
En cualquier supuesto de la iconografía josefina, la figura del santo suele vestir ropajes de colores marrones y violetas, que simbolizan la duda y sus sufrimientos padecidos, respectivamente. Respecto a la muerte de San José, muy poco prodigada en temas artísticos, la teoría más aceptada es aquella que la sitúa antes del comienzo de la vida pública de Jesús. Pese a que los apócrifos afirman una gran longevidad del santo, ello cae por su propio peso al no estar presente José en episodios de la vida de Jesús posteriores a sus razonamientos en el templo ante los doctores. Por último, queremos concluir el especial con unas palabras muy significativas del Padre Luis Ribera sobre la festividad del santo: "la fiesta de San José es una fiesta especialmente simpática que se presenta a la piedad de los fieles aun en medio de las tristezas del tiempo de Cuaresma". |
Varias de las fotografías son de Francisco Romero Zafra, Vicente Moreno y Leonardo Barrera
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