LA SEMANA SANTA 2012 A TRAVÉS DE SUS ESCULTORES (I)
Fotografías de Alfonso Vidán Díaz. Textos de Sergio Cabaco y Jesús Abades
Cristo de la Buena Muerte (Jerez) |
Cristo de la Sangre (Huelva) |
Antonio Castillo Lastrucci El 26 de mayo de 1957 se firma el contrato de la hechura del jerezano Cristo de la Buena Muerte con el escultor sevillano, quien se compromete a tenerla dispuesta para febrero de 1958 por 20.000 pesetas. Inspirado en el sevillano Cristo de la Buena Muerte, obra magistral de Juan de Mesa, aparece sobre cruz cilíndrica y arbórea con el único aditamento del INRI, sin signos externos de divinidad, pero mostrando la talla las consecuencias bastante atenuadas de lo padecido durante la Pasión. Sobre su frente hay señales de que estuvo coronado de espinas; el cuerpo, a tamaño natural, presenta la cabeza rendida hacia la derecha que cae sobre el pecho; ojos y boca entreabiertos; brazos también rendidos que cuelgan de dos clavos; y piernas levemente genuflexas que soportan todo el peso de un cadáver que ya manifiesta su rigidez y que se fija a la cruz mediante un tercer clavo que traspasa ambos pies. El sudario, atado a la cintura con grueso cordel, deja al descubierto su lado derecho. En 1982 fue restaurado en Jerez de la Frontera por José Guerra Carretero (con información de www.hdadbuenamuerte.org). Antonio León Ortega El onubense Cristo de la Sangre es una soberbia representación de Jesús muerto en la Cruz, y está considerado como una de las creaciones más notables del escultor ayamontino. El cuerpo de Jesús aparece bastante caído hacia delante, estando la cabeza desplomada a la izquierda, en posición inversa a la habitual. El piadoso rostro muestra los ojos cerrados, las pestañas pinceladas en la madera, el gesto doliente, el perfil afilado y la boca entreabierta, dejando ver en su interior la lengua y los dientes superiores tallados. La cabellera se pega al cráneo y se organiza en lacias guedejas, mostrando la barba, bífida y corta, unos mechones más ensortijados. La anatomía es escuálida a la vez que fibrosa, con los delgados brazos tirantes del travesaño, los dedos de las manos flexionados tras ser horadadas las palmas, el torso estrecho pero bien musculado, la caja torácica y los músculos abdominales muy resaltados, y las piernas giradas hacia el lado izquierdo, con las rodillas unidas y el pie derecho sobre el izquierdo al hallarse fijado al madero por tres clavos. Las carnaciones son tostadas y parcas en efectos cruentos, concentrándose la mayoría en las llagas de la Crucifixión, las descarnadas rodillas y la lacerada frente como consecuencia de la corona de espinas, de la cual carece. Labrado en 1950, empleando madera de ciprés policromada al óleo, mide 170 cm de altura y fue restaurado por su autor en 1981 con fines de mantenimiento y conservación. La cruz es de sección cilíndrica y arbórea. |
Jesús de la Paz (Cádiz) |
Cristo Resucitado (Jerez) |
Francisco Buiza Fernández La actual imagen del gaditano Jesús de la Paz, representado en la Entrada en Jerusalén, es el resultado de la profunda remodelación efectuada en 1979 por el escultor carmonense sobre una imagen original de Miguel Láinez Capote (1944). La hechura de Cristo, a lomos de asno, recuerda los modelos amuñecados y candorosos del arte rococó. Inclina suavemente la cabeza hacia la derecha y dirige la mirada al frente, gozoso ante el clamoroso recibimiento. Los ojos son de cristal, con las pestañas superiores de pelo natural; la nariz es recta; las mejillas, sonrosadas, y la boca, entreabierta, permite ver la dentadura tallada. Cabello y barba se hallan modelados con esmero, organizados en estilizadas guedejas y partidos al centro. La mano izquierda sujeta las riendas del jumento, que se acompaña de otro más pequeño, y la derecha se muestra en actitud de bendecir a la multitud que lo escolta. La imagen, de talla completa para vestir, mide 150 cm de altura y se halla acompañada en el misterio por los apóstoles Juan, Pedro y Santiago, un niño hebreo y una mujer hebrea con un recién nacido en brazos en actitud de presentarlo a Jesús; todas ellas realizadas por el imaginero gaditano Luis González Rey (1992-2002). Luis González Rey La imagen del Cristo Resucitado de Jerez de la Frontera es obra contemporánea del escultor gaditano Luis González Rey, siendo bendecida en los albores de la década de los 90. En el año 2002 fue retocada por su autor, suavizando sus formas originales (con información de www.semanasantadejerez.com). |
Jesús Nazareno (Cádiz) |
Jesús Nazareno (Jerez) |
Andrés de Castillejos Se atribuye a este escultor, de probable origen cordobés según el historiador Francisco Espinosa de los Monteros, el venerado Jesús Nazareno de Cádiz (hacia 1591-1602), una imagen que representa a Cristo llevando la cruz sobre su hombro izquierdo hacia el Calvario. La hechura muestra a un Jesús soberano, hierático y meditabundo, que inclina la cabeza y proyecta la perdida mirada hacia el infinito, meditando sobre su cruel destino. La corona de espinas, cincelada en oro de ley, se superpone a la larga peluca de cabellos naturales, lo que resalta el naturalismo de tan devota talla. Los rasgos son arcaizantes, con los ojos y las pestañas policromados en la madera, párpados abultados, pestañas superiores postizas, nariz prominente, mejillas huesudas y carnosos labios cerrados que no reflejan la fatiga por la pesada carga. El bigote, con las puntas en forma de voluta, se encuentra modelado separadamente de la barba, que es rala, bífida y deja muy despejados las mejillas y el mentón. Las manos, concebidas con gran realismo, abrazan el travesaño del madero. La imagen, de talla completa y brazos articulados, se halla poco doblegada por el esfuerzo. La pierna derecha se muestra avanzada y el talón izquierdo levantado, lo que delata su actitud itinerante. Aparece revestido con túnica de terciopelo morado. El madero, de sección rectangular, es una valiosa obra anónima del siglo XVII realizada en carey, plata, ébano y marfil. Ha sido intervenida por manos anónimas (1707-1713) que esculpieron nuevas manos y mutilaron la cabellera para poder colocarle peluca postiza. En 1936 su cuerpo y piernas fueron quemados y la cabeza acabó pateada, debiendo ser muy restaurada en 1938 por Antonio Bravo, quien hizo nuevo cuerpo, repolicromó y reconstruyó párpados y nariz. Por último, Constantino Rodríguez Méndez e Inmaculada Ramírez la restauraron en 1996, descubriendo en una inscripción parcialmente borrada su posible autoría. Anónimo La talla de Jesús Nazareno de Jerez de la Frontera data de mediados del siglo XVII. Los datos más recientes publicados por los investigadores José Jácome González y Jesús Antón Portillo señalan que la imagen se ejecutó en torno a 1671. Dicho trabajo se basa en la declaración prestada en el año 1671 por el entonces hermano mayor Bartolomé de Flores Parrado, el mayordomo Fernando de Quijada, el jurado Juan de Torres y el escribano de cabildo Juan López de la Santa, como hermanos de la cofradía y en nombre de la misma al afirmar: "que por cuanto la dha cofradía tiene dos hechuras del Santo Cristo de Jhesus Nazareno y la una que es la antigua no esta con la dezenzia que se le debe por no tener en su capilla parte comoda donde poderla tener y nos a ssido Pedido por parte del Lizenciado Juan Bautista Martínez Vergado presbítero cura de la iglesia del Señor San Salvador desta ciudad y de Isabel de Velasco tordesillas queestan presentes administradores del Recogimiento de mujeres de la adbocazion de Jhesus Nazareno çita en esta Ciudad en la calle Gaytan de ella Les demos a dha hechura Para colocarla y tenerla en deposito en La iglesia del dho Recogimiento" (www.lahornacina.com/articulosjerez14.htm). |
Cristo Yacente (Cádiz) |
Francisco de Villegas La imagen actual del Cristo Yacente de Cádiz es fruto de la remodelación efectuada en el siglo XVIII por un escultor de origen genovés sobre una talla documentada de Francisco de Villegas (1624). Entre otras reformas, se labró nueva cabeza para la efigie y se policromó de nuevo. A nuestro juicio, y pese a las opiniones que apuestan por Jácome Vaccaro, el autor del trabajo fue Francesco Maria Maggio o un miembro avezado de su círculo, vistos los resultados. Jesús yace en una urna, representación simbólica del sepulcro, con la cabeza reclinada sobre un almohadón de tejido natural. El magnífico simulacro prescinde de potencias y corona de espinas. Los ojos se hallan cerrados y enmarcados por unas cejas finamente pinceladas. La boca, entreabierta, con el labio superior picudo tan característico del estilo de Maggio, permite ver la dentadura tallada. Los brazos aparecen alineados con el cuerpo, y las manos abiertas, con los dedos levemente flexionados. El paño de pureza es un lienzo ceñido con varias vueltas a la cintura. Las piernas, semiflexionadas, conservan cierta rigidez de la postura del madero. La policromía, como suele ser habitual entre los artistas genoveses, otorga a la talla una tez aceitunada, con abundancia de llagas y efectos sanguinolentos. La urna es una valiosa pieza rococó de Manuel Ramírez (1865), cincelada en plata de ley, que ha sido restaurada por Orfebrería Villarreal. |
Virgen de la Hiniesta (Sevilla) |
Virgen de las Lágrimas (Jerez) |
Antonio Castillo Lastrucci La imagen de la hispalense Virgen de la Hiniesta, inspirada en la Dolorosa primitiva, destruida en 1932, que algunos atribuían muy aventuradamente a Juan Martínez Montañés, es el prototipo más famoso de lo que se ha dado en llamar Dolorosa Castiza del escultor sevillano, caracterizada por la idealizada belleza, rasgos raciales, facciones juveniles y tez aceitunada. Reclina la cabeza hacia la derecha y dirige la mirada al mismo lado. Posee peluca de pelo natural para aumentar el realismo propio de la imaginería barroca. La expresión del rostro es sentida y llorosa, con el arco superciliar fruncido y los músculos del cuello en tensión como consecuencia de la aflicción que la embarga. Los ojos son de cristal, las rectas cejas han sido pinceladas omitiendo la gubia, el perfil es afilado y la boca, entreabierta, permite ver los dientes superiores con el tallado característico del autor a modo de paleta única en el centro. Lleva cinco lágrimas de cristal en alusión a las Cinco Angustias de María, dos en la mejilla derecha y tres en la izquierda. El mentón ha sido labrado limpiamente, sin hoyuelo. Las manos aparecen extendidas, portando un pañuelo la derecha y un rosario la izquierda. Al ser una talla de bastidor, posee un candelero interno de forma cónica, tallado en 1993 por José Pérez Delgado y formado por ocho listones que arrancan de las caderas. Fue tallada en 1937, empleando el artista madera de cedro oloroso y policromía al óleo. Mide 161 cm de altura e importó la suma de 3.000 pesetas. Antonio Eslava Rubio La imagen jerezana de la Virgen de las Lágrimas fue tallada por el escultor carmonense a finales de los años 60 del siglo XX. Responde al gusto neobarroco, influido por la escultura andaluza del Siglo de Oro, sin ser una inspiración servil en esta materia, sino dotando a su composición de ideas propias; visible esta afirmación si contemplamos con detenimiento su rostro, de dulzura y belleza extraordinarias. Se trata de una Virgen-Madre, pero en edad aún juvenil, lo que produce en la Madre de Dios una idealización que le confiere una hermosura muy a tono con la estética de los pintores Murillo y Zurbarán. La frente está surcada por un fuerte y marcado entrecejo, lo que le otorga una intensa expresión de dolor. Esta imagen sustituyó a la antigua Dolorosa, una talla barroca encuadrable en el siglo XVII, que fue reemplazada por el mal estado de la misma (con información de www.semanasantadejerez.com). |
Virgen de la Soledad (Sevilla) |
Virgen de Loreto (Jerez) |
Antonio Dubé de Luque La presente Virgen de la Soledad, titular bajo palio de la cofradía hispalense de los Servitas, mantiene la cabeza erguida y dirige levemente la mirada hacia el lado derecho. Presenta gran serenidad en su aflicción, de forma que el dolor solamente se exterioriza a través de unos párpados enrojecidos por el llanto y cinco lágrimas que surcan su rostro, dos por la mejilla izquierda y tres por la derecha. Los ojos son de cristal, y las pestañas, postizas en la parte superior y pintadas las inferiores. La nariz es recta, con las aletas ligeramente abiertas, y la boca, de picudo labio superior, se halla entreabierta, dejando ver los dientes superiores tallados. Como es habitual en el escultor sevillano, presenta los músculos del cuello muy crispados por la angustia que padece. Las manos aparecen extendidas, portando un pañuelo en la derecha y el santo rosario en la izquierda. Las carnaciones han sido aplicadas mediante tonos claros. Esta obra, llevada a cabo en 1966, es fruto del retallado integral de una pieza de pino de Flandes de Antonio Castillo Lastrucci (1959), no conservando rasgo primigenio alguno en la actualidad. Mide 169 cm de altura. Antonio Eslava Rubio La jerezana Virgen de Loreto en su Soledad fue profundamente remodelada en 1953 por el escultor carmonense, perdiendo la impronta primitiva del artista archidonés Juan de Astorga (hacia 1829), la cual estaba a medio camino entre la Virgen de la Angustia y la Dolorosa del Buen Fin, ambas de Sevilla. Aparece de espaldas a la cruz, cubierta ésta por una sábana que ha servido para envolver el cuerpo de Cristo al descenderle del madero. Expresa un dolor interno, que va minando sus fuerzas, pero que no la hace perder su resignación ante el momento trágico que está viviendo y ha presenciado. Esta talla de Jerez de la Frontera revela, por ello, una expresión calmada y una cierta sensación de sosiego, lo que confiere a la imagen una considerable dulzura (con información de www.semanasantadejerez.com). |
Virgen de los Dolores (Dos Hermanas) |
Virgen del Mayor Dolor (Jerez) |
Manuel Pineda Calderón No se tienen datos de la primera Virgen de los Dolores que aparece documentada en el primer tercio del siglo XVIII, y si la talla fue la misma hasta 1892, fecha en que sí hay constancia de una nueva imagen, un cambio efectuado porque "la anterior era muy pequeña", lo que no quiere decir que fuese una talla reducida, sino que podría tratarse de una Virgen arrodillada, lo que casa con los datos que hablan de que el culto que recibía estaba sustentado por la Congregación Servita. La imagen actual es anónima, posiblemente la misma que pasó a propiedad de su hermandad el año indicado de 1892 y que estaba en poder de una señora. En 1941 sufrió una caída fortuita que la dejó muy dañada, siendo llevada al escultor alcalareño Manuel Pineda Calderón para su restauración. El arreglo debió ser tan profundo que, entre 2007 y 2008, miembros de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla que la examinaron, no alcanzaron a determinar si aquello se pudo catalogar de restauración u obra nueva. La profunda intervención determinó también un cambio iconográfico, pues sus manos unidas, que aún se conservan, fueron sustituidas por las actuales, separadas en actitud de ofrenda. En 2004 fue restaurada por el escultor sevillano Luis Álvarez Duarte, corrigiéndose deterioros provocados por el paso del tiempo y los movimientos derivados de los cambios de ropa, el altar del cultos y, sobre todo, los que conlleva procesionar en un paso de palio por las calles del municipio sevillano. También le hizo un nuevo candelero y rectificó levemente su figura para apartarla de un hieratismo acusado (con información de http://oracionenelhuerto.org). Ignacio López Según el historiador José Manuel Moreno Arana, la Virgen del Mayor Dolor de Jerez de la Frontera es una obra del escultor sevillano Ignacio López, posible discípulo de Pedro Roldán. Fechable en torno al primer cuarto del siglo XVIII, hubo quien la llegó a catalogar en el XVII (y aún en el siglo XVI, aunque parezca increíble), relacionándola con Juan Martínez Montañés por su extraordinaria calidad artística. Hay todavía quien también la adjudica a Juan de Mesa, discípulo de Martínez Montañés, pero este tipo de atribuciones se caen por su propio peso. Hablamos de una creación más avanzada, situada dentro del pleno barroco, como bien expresan la expresividad de su rostro y de sus manos. Se dice tradicionalmente que fue de talla completa, siendo mutilada posteriormente para convertirse en imagen de vestir. El historiador Juan Miguel González Gómez la consideró una pieza de origen napolitano, aunque es preferible situarla dentro de la escuela sevillana (www.lahornacina.com/dossiermaterdolorosa.htm). |
Virgen de la Soledad (Cádiz) |
Anónimo La primitiva talla de la Dolorosa, del siglo XVIII y probable procedencia gaditano-genovesa, fue remodelada por el escultor carmonense Francisco Buiza Fernández (1978), quien retalló la mascarilla y esculpió nuevas manos, sustituyendo unas del gaditano Miguel Láinez Capote que reemplazaban a su vez las originales entrecruzadas. Posteriormente, su aspecto volvería a alterarse sensiblemente tras la aplicación de una nueva policromía por el escultor sevillano Luis Álvarez Duarte (1983). La Virgen de la Soledad, titular de la cofradía gaditana del Santo Entierro, representa a María sola delante de la cruz vacía de la que pende el sudario, tras la Crucifixión de Cristo, con la cabeza levemente inclinada hacia el lado izquierdo y la mirada proyectada hacia el frente. Posee también oscura peluca de cabellos naturales para acentuar el naturalismo de la talla. Los ojos son de cristal, y las pestañas superiores de pelo natural. La boca, entreabierta, permite ver los dientes superiores esculpidos. Lleva cinco lágrimas de cristal, tres en la mejilla izquierda y dos en la derecha. Las manos aparecen extendidas a la altura de la cintura. |
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