LA SEMANA SANTA 2012 A TRAVÉS DE SUS ESCULTORES (Y III)

Fotografías de Alfonso Vidán Díaz. Textos de Sergio Cabaco y Jesús Abades


 

 
     
     
Humildad y Paciencia (Cádiz)
 
Jesús de los Afligidos (Cádiz)

 

Jacinto Pimentel

El gaditano Cristo de la Humildad y Paciencia es una obra realizada entre 1637 y 1638. Esta magnífica imagen posee un excelente tratamiento del desnudo, especialmente visible en la espalda, donde el autor demuestra sus profundos conocimientos de anatomía. Representa a Cristo meditando, sentado encima de una peña y esperando el momento de la Crucifixión. Según el historiador gaditano Francisco Espinosa de los Monteros, el modelo pudo tomarlo el artista en parte, al menos en cuanto a composición, de la estatua de Lorenzo el Magnífico de Miguel Ángel -conservada en la basílica florentina de San Lorenzo-, aunque en posición invertida. La imagen está realizada en madera de cedro, demostrando una excelente técnica en el manejo de gubias y aparejos. Recientemente se ha descubierto la más que probable intervención de Zurbarán en la policromía (amén de firmar en el contrato de realización de la obra), lo cual realza más si cabe el valor de esta imagen, cumbre de la imaginería andaluza y que es, sin lugar a dudas, la mejor de las de su advocación y punto de partida de otras similares. Revela por sí solo a Jacinto Pimentel como uno de los grandes maestros del barroco andaluz debido a su excelente modelado y terminación, al magnífico estudio anatómico y a su cuidada policromía, estando a la altura de las grandes obras del siglo XVII. Fue restaurada por Francisco Arquillo Torres, quien descubrió en 1983 una inscripción situada en un hueco en la base de la imagen: "acaboce anno 1638 Jacinto Pimentel faciebat", lo cual indicó claramente la hechura de la talla por parte de Pimentel y acabó con su atribución a Alonso Martínez.

Peter Relingh

El tema de Jesús con la cruz a cuestas alcanzó una gran expansión en la época barroca debido en gran parte al desarrollo de la escultura procesional. En el caso de Jesús de los Afligidos hablamos de una magnífica efigie del escultor flamenco que representa el Encuentro de Cristo con la Virgen en la Calle de la Amargura. Tallado en cedro del Segura policromado (1726), aparece poco doblegado por el peso del madero, ladeando la cabeza hacia la derecha en actitud de dirigir su mirada hacia el rostro de la Madre. Posee larga peluca de pelo natural que, al moverse durante la procesión, acentúa el naturalismo de la talla. La corona de espinas, cincelada en plata dorada, es superpuesta. La escultura es de talla completa y brazos articulados, aunque sólo se hallan pulimentadas la cabeza, las manos y las piernas. Como suele suceder con estas obras de carácter devocional, recibe culto revestido con túnica de terciopelo morado, bordada en oro. El autor concibe un rostro recio, de esmerado acabado y gran viveza expresiva, que no renuncia a un dulcificado rictus de dolor para provocar la compasión del espectador. Los ojos son de cristal y las pestañas, postizas las superiores y finamente pinceladas las del párpado inferior. La nariz es recta, las mejillas se muestran demacradas y la boca, abierta y dialogante con la figura materna, muestra claramente la lengua y la dentadura perfectamente talladas. La barba, bífida y larga, ha sido trabajada mediante torneados bucles. La mano izquierda del Varón abraza el travesaño del madero mientras el brazo derecho rodea con ternura la espalda de María, obra también de Relingh (ambas tallas costaron 186 pesos). Las carnaciones son aceitunadas, recreándose de forma especial en las contusiones y los regueros de sangre. El madero que porta sobre su hombro izquierdo es de sección cilíndrica y arbórea.

 

 
 

Jesús de la Esperanza (Sevilla)

 

José Antonio Navarro Arteaga

La imagen de Jesús de la Esperanza, realizada en el año 2008 por el escultor sevillano, representa el momento en que Jesús, tras ser prendido en el Huerto de los Olivos, cruza maniatado por sus verdugos el torrente Cedrón, camino del palacio del sumo sacerdote. Hablamos de una apolínea talla en cedro policromado (195 cm de altura) que recuerda las creaciones de Antonio Illanes por la viril nobleza de sus rasgos y la peculiar elaboración de la barba y la cabellera al modo mesino. En la línea del Señor de la Entrega (2008), de la pedanía de Guadalcacín (Jerez de la Frontera), pertenece a un modelo pasionista del autor en el que el cruento expresionismo de otras obras deja paso a una mayor delicadeza y armonía de líneas. La cabeza, torsionada hacia el lado derecho, presenta un rostro de facciones hebreas. Pese a la resignación que emana del semblante, una lágrima resbala de los acuosos ojos ante el sacrificio venidero. La abundante melena oscura cae hacia el lado izquierdo en afilados mechones y se reparte caprichosamente sobre la espalda. La anatomía es afanosa, elaborada con precisión en pies y manos, pormenorizando con insistencia los detalles de la musculatura, tendones y venas. El hombro derecho y parte del torso quedan descubiertos, lo que unido a la austeridad de la túnica y la carencia de preseas refuerza el dramatismo de un simulacro que gana en dinamismo al ser recreado itinerante, adelantando con decisión los pies calzados con sandalias hebreas. El misterio que acompaña la imagen, merecedora del III Premio La Hornacina, es obra también de Navarro Arteaga, y está formado por las figuras de un soldado judío que conduce a Cristo por el Puente Cedrón; otro soldado judío que, con un palo, instiga a Jesús para que continúe caminando; un tribuno romano montado a caballo; un sanedrita que reprende al tribuno por los abusos cometidos al Nazareno, y un joven con un candil acompañado de un perro.

 

 
     
     
Virgen de las Angustias (Cádiz)
 
Jesús de Medinaceli (Cádiz)

 

Pedro Roldán y Onieva

La titular de la cofradía gaditana del Caminito es una obra del taller de Pedro Roldán (principios del siglo XVIII), titulada Virgen de las Angustias y labrada en pino de Flandes policromado. El conjunto representa a la Virgen sosteniendo en sus rodillas el cadáver de Jesús. La Dolorosa, cuyas juveniles facciones nos recuerdan a la sevillana Virgen de la Amargura, inclina la cabeza hacia la derecha y dirige la afligida mirada hacia el rostro del Hijo. Los párpados, vencidos por el llanto, encierran unos ojos realizados en pasta vítrea. El perfil de la Señora es agudo; su mentón, redondeado, y la boca, grande y entreabierta, posee tallados los dientes superiores en su interior. Lleva seis lágrimas de cristal, en alusión a la Sexta Angustia de María, corriendo tres por cada mejilla. La mano derecha sostiene la cabeza de Jesús, mientras la izquierda se aferra a su brazo derecho para evitar que se desplome hacia el suelo; en ambos casos, se observan dedos carnosos y escrupulosamente gubiados. La efigie es de talla completa, presentando la túnica y el manto esculpidos, policromados y estofados en la misma madera, empleando tonos carmín y azul cobalto en la pintura, respectivamente. Una toca color marfil cubre su cabeza y se pierde por la cintura. A efectos procesionales, aparece revestida con manto bordado en oro. La hechura cristífera, carente de advocación, muestra la cabeza desplomada hacia el lado derecho, no presentando potencias ni corona de espinas. Su dolorido semblante muestra signos propios del arte de Roldán, caso de los largos y apelmazados cabellos, la puntiaguda barba o los labios abultados. Los ojos se hallan cerrados, la nariz es afilada y la boca, entreabierta, permite ver en su interior la dentadura tallada. El estudio anatómico ofrece formas prietas y robustas, con los brazos descansando sobre el vientre y las piernas flexionadas, conservando la rigidez de la forzada postura en el madero. El sudario es un paño de tonos grisáceos que envuelve con varias vueltas la cintura del Varón, cuyas carnaciones de color tostado están salpicadas de heridas, amoratamientos y suaves regueros de sangre. El madero, labrado por Francisco González Campos (1980), es de sección cilíndrica y arbórea. Juan Luis Vasallo Parodi, entre 1949 y 1950, repuso elementos perdidos por las mutilaciones perpetradas en la talla con el fin de vestirla con tejidos naturales, reintegró lagunas pictóricas, desinsectó la madera, reparó desperfectos, reintegró zonas desaparecidas del estofado y colocó pestañas postizas en los párpados superiores de la Virgen. Por su parte, José Miguel Sánchez Peña consolidó ensambles, eliminó repintes, fijó la policromía y realizó una limpieza superficial de la escultura (1982-1984). Recientemente, Espinosa de los Monteros la ha relacionado con Diego Roldán, al estimar de sus gubias las efigies de San Juan Evangelista y Santa María Magdalena que posee la cofradía.

Miguel Láinez Capote

El titular cristífero de la gaditana Hermandad de Jesús Cautivo y Rescatado fue tallado entre los años 1937 y 1938 por el escultor gaditano. Representa a Cristo cautivo y abandonado por sus discípulos, dirigiéndose al palacio del Sumo Sacerdote, reproduciendo el famoso homónimo madrileño atribuido a Luis de la Peña. Rígido y hierático, mantiene la cabeza en posición frontal y la mirada dirigida al frente. La corona de espinas, de oro de ley, supone una contradicción en su iconografía y lo acerca más al pasaje del Ecce Homo o Presentación al Pueblo. Tallado en madera de caoba con una altura aproximada de 168 cm, ofrece una policromía muy oscura, así como larga cabellera de pelo natural y pestañas superiores postizas para acentuar el realismo propio de la estatuaria barroca. El solemne semblante presenta los ojos pintados en la madera, la nariz recta, los pómulos demacrados, la barba corta y rizada, y la boca entreabierta, dejando ver los dientes superiores policromados en el material. Las manos se hallan atadas por delante del cuerpo. Su paso procesional, obra del afamado orfebre sevillano Manuel Seco Velasco (1957-1967), es una interesante pieza neobarroca en plata de ley con apliques de marfil. Los faroles que lo alumbran son de Villarreal.

 

 
 

Virgen de la Encarnación (Jerez de la Frontera)

 

Antonio Castillo Lastrucci

Según las investigaciones realizadas por Antonio de la Rosa Mateos, la Virgen de la Encarnación de Jerez de la Frontera, titular de la Cofradía del Santo Crucifijo, fue encargada al escultor sevillano bajo la condición de que estuviera inspirada en la Virgen de la Amargura de la iglesia sevillana de San Juan de la Palma, obra del taller de Pedro Roldán (hacia 1700), aunque en la morfología de la pieza jerezana apenas es perceptible dicha influencia. El juego de manos actual es obra posterior de Francisco Pinto Berraquero. Bendecida por el Cardenal Illundáin el 22 de septiembre de 1929, se trata de la segunda Dolorosa documentada de Castillo Lastrucci, presentando notables semejanzas formales con la primera de la serie, realizada cinco años antes con destino a la Cofradía del Dulce Nombre de Sevilla, y que fue la que inauguró el modelo de Dolorosa del escultor (www.lahornacina.com/seleccioneslastrucci23.htm).

 

 
     
     
Triunfo de la Cruz sobre la Muerte (Jerez)
 
Virgen de la Soledad (Cádiz)

 

Anónimo

El esqueleto que simboliza el Triunfo de la Cruz sobre la Muerte, popularmente conocido en Jerez de la Frontera como La Chacha, aparece sentado sobre una roca y está realizado en marfil. De autor desconocido (siglo XVIII), lleva apoyada la cabeza sobre su mano derecha, sosteniendo la guadaña sobre la izquierda. Detrás de ella, figuraba la cruz con el sudario, estando apoyadas sobre la misma las dos escaleras empleadas por los Santos Varones para el Descendimiento. Ha llevado a veces signos alegóricos como un reloj de arena, el martillo y las tenazas, o una bola del mundo. Tan macabro simulacro, donde se aprecia de manera lúgubre y explícita la figura de la muerte compungida por la derrota que le impone la cruz, pertenece a la Cofradía del Santo Entierro, en cuyo cortejo se documenta por vez primera en 1728 (www.lahornacina.com/curiosidadesjerez6.htm).

Domingo Sánchez Mesa

La gaditana Virgen de la Soledad que, en la Madrugada del Sábado Santo, procesiona la congregación mariana Ecce Mater Tua desde la Iglesia de Santiago, representa a la Virgen tras la Crucifixión de Cristo, inmersa en su soledad, con la mirada elevada hacia el cielo en busca de la compasión del Altísimo. La cabeza se halla levemente ladeada hacia la izquierda y el maduro semblante, de honda expresividad dramática, muestra los ojos de cristal, recta nariz, mejillas carnosas, abultado mentón y picudos labios entreabiertos, dejando ver en su interior los dientes superiores tallados en la madera.  Las pestañas son postizas en el párpado superior y policromadas en el inferior. Por el rostro corren cinco lágrimas de cristal, tres en el lado derecho y dos en el izquierdo. El cuello es ancho y someramente anatomizado. Los brazos de la Dolorosa, labrada en 1950 por el escultor granadino, aparecen extendidos, y las manos abiertas en señal de desconsuelo. Presenta la singularidad de ser una efigie procesional labrada en talla completa, con los brazos articulados, aunque se muestra revestida al culto con severas prendas negras. Ha sido restaurada por José Miguel Sánchez Peña, quien eliminó repintes de la talla y resanó la policromía.

 

 
 

Sentencia (Jerez de la Frontera)

 

Carmelo Vicent Suria

Con la imagen de Jesús de la Sentencia y Humildad, por la que cobró 10.000 pesetas, el escultor lleva a cabo una obra que, aunque levantina de origen, puede enmarcarse perfectamente dentro del barroco andaluz. Es una talla de vestir, de tamaño natural, realizada en Valencia en 1948. En 1976 fue restaurado por Francisco Peláez del Espino. Es una pieza austera, severa y grave que aparece de pie, en el acto de recibir su sentencia de muerte por Pilatos. Aparece con la corona de espinas sobre la cabeza; se trata de una corona superpuesta de espinas finísimas, muy hirientes, que dan la sensación de incrustarse en la piel. Un profundo gesto de dolor invade su expresión. Los ojos miran al vacío, como signo anticipado de premonición o presentimiento de la muerte. La nariz es recta y larga. La boca está contraída con amargura y ligeramente abierta, como si suspirara o tomara aliento. Los cabellos son largos y rizados, tallados a base de mechones ondulados y de gran impacto en los claroscuros. El bigote y la barba aparecen bien trabajados. El esplendor de la talla es observable no solo por su calidad, sino porque el artista valenciano le colocó potencias, lo cual produce un contraste entre el poderío y la magnificencia de éstas, y la resignación, sufrida y humilde del Señor escuchando su condena. Las manos aparecen atadas por delante, ofreciendo una correcta anatomía, muy crispadas las venas. Por ser la única creación que Jerez de la Frontera atesora del artista valenciano, supone una cierta novedad, a pesar de su neobarroquismo en cuanto a rasgos estilísticos. Es un trabajo personal pero que respeta la iconografía y el estilo de siglos anteriores, adecuándose Vicent Suria, dentro de sus peculiares características, a lo que otros artistas anteriores en el tiempo habían hecho. En definitiva, constituye el testimonio de un buen hacer del autor; respetuoso con el pasado, pero abriendo cauces en el presente. Las actuales figuras de misterio son de José Antonio Navarro Arteaga (con información de www.semanasantadejerez.com).

 

 
     
     
Virgen de la Esperanza (Dos Hermanas)
 
Virgen del Refugio (Huelva)

 

Antonio Illanes Rodríguez

El escultor sevillano es el autor de la Virgen de la Esperanza que procesiona el Domingo de Ramos por las calles del municipio sevillano. El artista la talló en 1940, cobrando 2.000 pesetas por su trabajo, y como era habitual en sus creaciones marianas, tomó como modelo el rostro de su esposa. A diferencia de otras de sus Dolorosas, como la Virgen de las Tristezas o la Virgen de la Paz antes de ser reformada, ambas hispalenses, se decide, en este caso, por un semblante calmado y ensimismado en su dolor, en lugar de mostrar una profunda aflicción. Las facciones de la talla nazarena son también más aniñadas que las anteriores. El espléndido titular cristífero de su cofradía -Jesús Cautivo, analizado en la anterior entrega- fue tallado también por Illanes, demostrando su mayor pericia a la hora de abordar imágenes masculinas.

José Rivera García

La onubense Virgen del Refugio, adquirida al escultor sevillano en los años 40 del siglo XX, inclina ligeramente la cabeza hacia el lado derecho y dirige la mirada al suelo. El semblante de María, de hondo patetismo y resignación, presenta las cejas finas y pinceladas en la madera; párpados vencidos que circundan unos ojos vítreos -enmarcados por pestañas postizas en la parte superior y finamente policromadas en la inferior-; nariz recta y alargada, y boca, entreabierta, observándose talladas la lengua y la corona dentaria superior. Lleva cuatro lágrimas de cristal, dos en cada mejilla. El erguido cuello ha quedado sin anatomizar y las manos, extendidas, portan un manípulo en la derecha y una rosa de plata en la izquierda. Su aspecto original se encuentra muy alterado tras las restauraciones efectuadas por Antonio León Ortega -que estucó y policromó de nuevo-, Manuel Tobaja Villegas -quien dejó a la imagen sin ningún tipo de veladuras que dieran matices y volúmenes al semblante- y Francisco Arquillo, cuya labor consistió en reparar grietas, colocar nuevo candelero y retocar la policromía a base de veladuras.

 

 
 

Sagrada Cena (Cádiz)

 

Luis González Rey

Tanto Jesús del Milagro (1995), titular de la Cofradía de la Sagrada Cena, como el Apostolado (1991-1995), son obras del escultor gaditano. Todas ellas sustituyeron un grupo seriado de los Talleres de Arte Cristiano (Olot) que llegó a Cádiz con la intención de ser embarcado hacia Cuba, hecho que no sucedió debido al estallido de la Revolución Castrista (1959). En 1970, Miguel Láinez Capote les hizo nuevos cuerpos. El Cristo de Olot se conserva actualmente en el Convento de las Dominicas del municipio jiennense de Torredonjimeno. La hechura de González Rey representa a Cristo instituyendo la Eucaristía durante la celebración de la Cena Pascual. De pie y en el extremo de una mesa rectangular, mantiene la cabeza erguida y clava su mirada en la de Judas Iscariote, quien en el extremo opuesto, acusa la denuncia y el descubrimiento de su traición. El autor concibe a Jesús como un varón de belleza idealizada y rasgos raciales, lo que se manifiesta en sus oscuros cabellos y tostadas carnaciones. El rostro, alargado y expresivo, posee ojos de cristal y pestañas pintadas en la madera. La nariz es recta y ancha, y la boca, entreabierta, presenta la dentadura tallada. Las manos se hallan semicerradas, en actitud de sostener el cáliz. El cabello y la barba de la efigie, de talla completa y brazos articulados para vestir, son largos y partidos al centro, dejando al descubierto el lóbulo de la oreja derecha.

 

 
     
     
Virgen de los Ángeles en su Soledad (Utrera)
 
Virgen de los Dolores (Huelva)

 

Juan Ventura

Obra del escultor loreño Juan Antonio González García, apodado Juan Ventura, la Virgen de los Ángeles en su Soledad sustituye a otra Dolorosa que realizara el mismo artista. En 1983 se acuerda su advocación con motivo de la beatificación en Sevilla, un año antes, de Santa Ángela de la Cruz por Juan Pablo II. La actual imagen, de candelero para vestir, fue bendecida el 25 de febrero de 1996, año en el que su Cofradía de la Quinta Angustia celebra el XXV aniversario fundacional. Ese mismo día se le impuso la magnífica corona cincelada en el taller sevillano de los Hermanos Delgado. Hablamos de una bella efigie mariana, de semblante juvenil y marcada frontalidad, que pese a las lágrimas que bañan su rostro mantiene una notable entereza en su aflicción (con información de www.consejodehermandadesdeutrera.org).

Manuel Domínguez Rodríguez

La no menos aniñada Virgen de los Dolores, labrada en 1966 por el escultor y orfebre zalameño, inclina levemente la cabeza hacia el lado derecho y dirige la mirada al frente. Muestra el entrecejo fruncido en forma de uve por el dolor, ojos y lágrimas de cristal, pestañas de pelo natural en los párpados superiores, nariz de tipo hebraico, hoyito bajo muy marcado entre la punta y el picudo labio superior, y labios entreabiertos que permiten ver al espectador la lengua y la corona dentaria superior talladas. Las manos aparecen extendidas, portando un pañuelo en la derecha y una rosa de pasión en la izquierda, cincelada en plata de ley por Orfebrería Villarreal. Esta Dolorosa de candelero para vestir, la única que procesiona en dos jornadas de la Semana Santa onubense, mide 156 cm de altura y, lamentablemente, presenta notablemente alterados sus rasgos originales a base de sucesivos retoques y repintes en la mascarilla.

 

 
 

Oración en el Huerto (Dos Hermanas)

 

Manuel Pineda Calderón

En 1948 el escultor alcalareño talló la actual imagen del Cristo de la Sagrada Oración en el Huerto, que procesionó por primera vez el Miércoles Santo de aquel año. Se trata de una talla que, en su origen, era de candelero, destacando su gran expresividad que denota el momento de entrega de Jesús al sacrificio mediante su Oración. La boca, entreabierta y perfectamente dibujada hasta la garganta, intuye la sequedad propia de la agonía (el clásico concepto agon), cuando aún hay vida pero ha desaparecido cualquier posibilidad de seguir viviendo. Su mirada es grande, directa al Padre, profunda y triste. El síntoma de la hematidrosis queda reflejado con gran precisión. Sus manos, entreabiertas en actitud implorante, son muy elocuentes. En 2005 fue restaurada por Luis Álvarez Duarte, trabajos que incluyeron estudio completo, restauración de rostro, manos y pies, y cuerpo anatomizado, dejando de ser talla de candelero. Tanto en su paso procesional como en el altar que ocupa en la capilla de Ánimas de la Parroquia de Santa María Magdalena del municipio sevillano, se acompaña del Ángel Confortador, obra del año 1940 también de Pineda Calderón (primero de los muchos trabajos que el artista hizo para Dos Hermanas), quien le confirió la dulce tristeza propia del enviado de Dios. Completan el conjunto las imágenes de candelero de los tres apóstoles que acompañaron a Cristo en Getsemaní: Santiago Apóstol, San Pedro y San Juan Evangelista, obras todas ellas del año 1954 en actitud de dormición, igualmente de Pineda Calderón (http://oracionenelhuerto.org).

 

 
     
     
Virgen del Dulce Nombre (Jerez)
 
Virgen de la Esperanza (Jerez)

 

Antonio Castillo Lastrucci

La imagen de candelero de la Virgen del Dulce Nombre fue tallada en 1964 para Jerez de la Frontera. Cuando el escultor sevillano realizó esta Dolorosa ya se sabía de memoria toda la producción que habían hecho los grandes maestros imagineros del pasado, pues compendia todas las características de las tallas barrocas del siglo XVII. El rostro es el de una Virgen joven, de belleza sublimada; no respondiendo en este detalle a los patrones realistas de otras efigies sobre el tema. Lleva cinco lágrimas, tres en la mejilla derecha y dos en la izquierda. Los ojos vítreos son enormes y reflejan un intenso sufrimiento. El entrecejo fruncido y la boca entreabierta nos hablan del agudo dolor de María en el trance pasionista. Es una obra personalísima en la producción de este fecundo artista, en la que se aúnan detalles realistas con una idealización buscada expresamente por Castillo Lastrucci, con el objeto de resaltar a la Madre de Dios y su advocación. Su aspecto original se halla modificado tras la intervención de 1980 por José Guerra Carretero (con información de www.semanasantadejerez.com).

Diego Roldán Serrallonga

La jerezana Virgen de la Esperanza es una impresionante representación de María en sus Dolores, de rostro consumido y sentida aflicción. Popularmente conocida como "La Yedra", según el historiador José Manuel Moreno Arana podemos relacionar su autoría con el escultor sevillano, miembro de la ilustre familia de los Roldanes (nieto de Pedro, sobrino de Luisa y primo de Pedro Duque Cornejo) y afincado en Jerez de la Frontera en la primera mitad del XVIII, que desarrolló su actividad en buena parte de la actual provincia de Cádiz y parte de la de Sevilla. La Virgen perteneció a la antigua cofradía del Cristo de la Salud, con sede en el desaparecido convento mercedario descalzo de Belén, donde ostentaba la advocación de los Dolores, siendo adquirida por la corporación de la Sentencia por 275 pesetas. Presenta notables semejanzas con la Virgen de los Dolores, de Lebrija, y la jerezana Dolorosa del Valle (antes de ser reformada por Tomás Chaveli, Britto y Buiza), siendo la única del grupo que no dispone la cabeza de manera frontal sino dirigida hacia su izquierda, posiblemente buscando el consuelo del Discípulo Amado, cuya talla no conservamos. Como nota anecdótica decir que siempre se había adjudicado esta talla erróneamente a la escuela granadina; hubo algún atrevido que llegó a relacionarla con la gubia del gran Pedro de Mena y últimamente ha habido quien sin ningún tipo de conocimientos la ha relacionado con su discípulo Zayas. El palio y manto con los que procesiona son dos magníficas piezas de la sevillana Esperanza Elena Caro (1946-1948), bordadas en hilo de oro y sedas de colores sobre terciopelo verde.

 

 
 

Virgen de la Aurora (Sevilla)

 

Antonio Dubé de Luque

La imagen de la Virgen de la Aurora, Dolorosa adaptada al carácter letífico del Domingo Pascual, se ha venido considerando entre los especialistas como una obra de gran novedad dentro de la producción escultórica del artista sevillano, quien la talló en 1978, pues dentro de su estética, encuadrada en el neobarroco, ha sabido plasmar su sello y estilo inconfundibles. Usando la madera de cedro, su bello y proporcionado óvalo se nos muestra inclinado hacia la derecha; sus ojos, tallados y pintados en el mismo material, muestran una expresión dulce y serena, bajo unas suaves cejas; los labios, entreabiertos, poseen una inefable delicadeza, y en el suave mentón aparece el hoyuelo, rasgo típico de la estética astorguiana. En su policromía observamos el predominio de los tonos nacarinos, roto por los frescores rojizos. La efigie mide 171 cm de altura. En la fotografía aparece junto al Resucitado de Francisco Buiza, en el altar mayor del templo de Santa Marina, sede canónica de su cofradía (A.A.V.V. "Nuestra Señora de la Aurora", en La Virgen Dolorosa Sevillana, volumen III de Palios de Sevilla, Sevilla, 2006, pp. 370-371).

 

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