La intervención de la imagen, obra del escultor sevillano Cristóbal Ramos Tello (siglo XVIII), ha sido muy profunda y laboriosa, ya que estructuralmente, en cuanto a cuerpo y candelero, presentaba un estado lamentable, el cual ha sido subsanado con la sustitución de este último por otro de nueva ejecución en madera de cedro, y sometiendo el cuerpo original de la pieza a un proceso de consolidación exhaustiva, afianzando las telas encoladas interiores.

Se han retirado añadidos, fruto de anteriores intervenciones, como las placas de hierro que sostenían las piezas del torso, las cuales ya se encontraban oxidadas. Dichas piezas ahora se encuentran unidas mediante espigas de madera, habiéndose reintegrado la zona con absoluto respeto al original.

En cuanto a soporte, la efigie, que está realizada en pasta con un alma interior de madera, presentaba grietas y fisuras con desplazamiento del material, el cual se ha consolidado convenientemente. Se ha procedido también a la limpieza de un gran cúmulo de suciedad en la policromía, de forma justa para que no perdiese su sabor añejo y brillo propio, ya que ni la imagen de la Virgen ni la del Niño se han barnizado ni patinado en ningún momento.

La zonas más dañadas eran las manos derechas de la Virgen y el Niño. En la de la Señora existían múltiples añadidos y repintes acumulados de intervenciones anteriores. En su restauración, respetando hasta el extremo el original, se han retirado todos los estucos, pastas y repintes falsos, dejando al descubierto la gran parte de la policromía original.

Hay dedos que han tenido que recomponerse al haberse fracturado y arreglado sin criterio alguno. De igual manera se han recompuesto todos los sistemas de articulación y de sujeción de los elementos ornamentales que presenta la obra mariana.