LOS IRLANDESES Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA
INTRODUCCIÓN Los Irlandeses y la Monarquía Hispánica (1529-1800): Vínculos en Espacio y Tiempo analiza la historia del éxodo y la emigración irlandesa a los territorios de la Monarquía Hispánica a lo largo de la Edad Moderna (siglos XVI-XVIII) a través de las fuentes documentales conservadas en el Archivo General de Simancas. Mediante la exhibición de 51 documentos originales, esta muestra pretende dar a conocer las relaciones que existieron entre aquellos patriotas irlandeses y la Corona Española durante la Edad Moderna, tanto en la Península Ibérica como en el resto de los territorios que conformaban el Imperio Español. Unas relaciones en las que los recién llegados buscaron y encontraron protección y un medio de vida, influyendo a cambio en su tierra de acogida de muy diversas maneras: durante los siglos XVI y XVII contribuyeron a la definición del papel de la Monarquía Hispánica como defensora del catolicismo universal; mientras que, ya en el siglo XVIII, ostentaron un destacado protagonismo en la Administración, en la Milicia y en la Ilustración españolas. El Archivo General de Simancas, creado en el siglo XVI para recoger y custodiar los documentos producidos por los órganos centrales de la Monarquía Hispánica, conserva los documentos en los que ha quedado reflejada parte de esta historia común: las historias singulares de unos hombres y mujeres que un día se vieron obligados a abandonar su país y que con su apariencia, sus peculiaridades y costumbres diferentes, y con sus actividades influyeron en la construcción del nuestro. Conscientes de la importancia internacional de sus fondos documentales, imprescindibles para el estudio de la historia de Europa durante la Edad Moderna, y coincidiendo con la presidencia irlandesa de la Unión Europea, los responsables del Archivo General de Simancas, con el apoyo de la Embajada de Irlanda en Madrid, han considerado oportuno dar a conocer parte de esta riqueza documental que es patrimonio común de ambos países y que nos ayuda a conocer mejor nuestro pasado, a comprender nuestro presente y a proyectar nuestro futuro. |
LOS SIGLOS XVI Y XVII: UNIDOS POR LA RELIGIÓN Durante los reinados de los monarcas de las dinastías Habsburgo y Borbón, principalmente entre los años 1580 y 1800, un importante número de hombres y mujeres emigró desde Irlanda hasta España y su Imperio. Siguiendo una estimación prudente, no menos de 120.000 irlandeses pisaron la Península Ibérica antes del año 1700, a los que podrían añadirse los que, en menor número, lo hicieron durante el siglo XVIII. Las causas de este fenómeno fueron evolucionando a lo largo de todo el período, desde las migraciones de los siglos XVI y XVII, caracterizadas por una fuerte motivación política y religiosa, hasta las que se produjeron en el siglo XVIII, marcadas ya por un claro carácter socioeconómico. Los motivos de la emigración irlandesa han de buscarse en el contexto geopolítico europeo, fundamentalmente en la lucha confesional entre la España católica y la Inglaterra protestante. Los magnates irlandeses que se opusieron a la expansión del dominio británico sobre Irlanda durante el final del siglo XVI consiguieron el amparo de su causa nacional y ayuda política, religiosa y militar de la Monarquía Hispánica, en la consideración de que su lucha era una cruzada en defensa del catolicismo. La participación de la corona española en la política irlandesa se caracterizó por un incremento gradual de la presencia política y militar a partir del final de la década de 1570, hasta culminar en el envío de una expedición militar a comienzos del reinado de Felipe III, en ayuda de los líderes irlandeses Hugh O’Neill y Red Hugh O’Donnell durante la Guerra de los Nueve Años (1594-1603). El fracaso de esta expedición y la conquista de Irlanda por la monarquía protestante inglesa en 1603 originaron una oleada de inmigrantes a los dominios de la Monarquía Hispánica. Muchos de estos irlandeses eran refugiados político-religiosos, que engrosaron el ejército o sirvieron como agentes políticos de los intereses de los señores irlandeses. Otros eran estudiantes que buscaban formación católica en los colegios de irlandeses creados para tal fin en las principales universidades españolas a partir de 1590, o también comerciantes que se establecieron en los principales puertos españoles (Bilbao, La Coruña, Sevilla y Cádiz, fundamentalmente) con sus servidores y familias. En la década de 1640, el fracaso de la independencia de la Irlanda Confederada (1642-1649), la conquista de la isla por Oliver Cromwell y la necesidad española de tropas, incentivaron la emigración irlandesa a la Península. Sin embargo, las diferencias socioculturales de los emigrados con el territorio de acogida y la crisis de la propia Monarquía Hispánica, menos necesitada ya de sus servicios militares, dieron lugar a tensiones que acabaron motivando cierto desencanto y conflictos puntuales en determinados lugares. |
EL SIGLO XVIII: TRAS LAS HUELLAS DE LOS "GANSOS SALVAJES" La ascensión al trono de la dinastía borbónica marcó una nueva era en la emigración irlandesa a España, que será ahora más importante desde el punto de vista cualitativo que cuantitativo. En el siglo XVIII factores socioeconómicos como la escasez de las cosechas o la aprobación de leyes penales inglesas contra los irlandeses católicos, por las que les fueron negados derechos civiles fundamentales, así como las oportunidades socioeconómicas que ofrecían los dominios españoles, se convirtieron en el motor de esta emigración. La Guerra de Sucesión española (1700-14), la militarización de la Administración por los Borbones y el desempeño de destacados puestos de la misma por extranjeros motivaron la transferencia de varios regimientos irlandeses del servicio francés al español. Su eficiencia y su lealtad a la monarquía borbónica granjearon importantes destinos a las elites militares y mercantiles irlandesas, como así lo testimonian las figuras de Ricardo Wall o Alexander O’Reilly, entre otros. A partir de 1720, los miembros de esas mismas elites consiguieron importantes puestos en el tráfico comercial entre la Península Ibérica y el Caribe, así como cargos políticos y militares en las Indias españolas. La dimensión transoceánica de muchos de los irlandeses del siglo XVIII está presente en la historia de algunas familias que fundaron compañías comerciales, como la familia Lynch y Killy Kelly de Bilbao (1735-1740). El último cuarto del siglo XVIII supondrá el punto álgido de la participación irlandesa en la administración borbónica de las Indias españolas. Sin embargo, no toda la inmigración tuvo este carácter. A la vez, el fomento de la industria nacional llevado a cabo por los Borbones durante la primera mitad del siglo XVIII motivó la llegada de artesanos irlandeses, entre los que cabe señalar a los vinculados al establecimiento de la industria del curtido en Bilbao o a la industria textil en San Fernando de Henares (Madrid). |
RED HUGH O'DONNELL Y SIMANCAS La última parte de la exposición está dedicada a la figura de Red Hugh O’Donnell, uno de los principales líderes de la rebelión irlandesa contra la reina Isabel de Inglaterra durante la Guerra de los Nueve Años, cuya historia quedó, por avatares del destino, unida para siempre a la fortaleza de Simancas. Tras una estancia en Galicia, en el mes de septiembre del año 1602 Red Hugh O’Donnell llegaba a la fortaleza de Simancas de camino hacia la corte de Valladolid. Había venido a España tras la derrota de Kinsale con el fin de pedir al rey Felipe III socorro para la causa irlandesa y el envío de una nueva fuerza expedicionaria a la isla. Al llegar a Simancas enfermó, muriendo en su castillo al cabo de 16 días. Cuatrocientos años después, la figura de Red Hugh O’Donnell sigue conservando un cierto carácter épico, romántico y misterioso. La percepción de su papel en la Guerra de los Nueve Años como una figura valiente e impetuosa; su huida o retirada a España después de la batalla y el misterio de su muerte en el Castillo de Simancas a causa de un supuesto envenenamiento, siguen siendo hechos controvertidos que envuelven la imagen del personaje. Sendas placas colocadas a la entrada del Archivo General de Simancas y en el Callejón de San Francisco de Valladolid, frente al lugar que ocupaba el desaparecido Convento de San Francisco y que hoy ocupa el Teatro Zorrilla, donde fue enterrado, siguen recordándonos la figura de este bravo irlandés. |
DE ALCAZARQUIVIR A LA NUEVA ESPAÑA, PASANDO POR NANTES A través de los documentos que se exhiben se pueden seguir determinados episodios de la peripecia vital de algunos de aquellos expatriados irlandeses a lo largo y ancho de la extensa área de influencia de la Monarquía Hispánica. Podemos conocer historias apasionantes como, por ejemplo, la del capitán Thomas Stuckley, un aventurero y mercenario inglés que combatió en Francia, en la Batalla de Lepanto, y que, incluso, se propuso invadir Irlanda desde España con una fuerza supranacional compuesta por italianos, irlandeses e ingleses. Sin embargo, en el último momento, decidió abandonar la empresa y se dejó persuadir por el joven rey don Sebastián, llevando a sus 600 hombres de soldada en ayuda de la empresa marroquí del rey portugués. Al parecer, Stuckley murió a manos de sus propios soldados italianos en 1578, tras la Batalla de Alcazarquivir. William Lamport (1610-1659), también conocido como Guillermo Lombardo o Guillén Lombardo de Guzmán, tuvo una existencia épica, llena de aventuras, próxima a lo increíble y novelesco. Descendiente de una familia noble de tradición católica, parte de la cual fue ajusticiada tras la derrota de Kinsale, se vio obligado a abandonar Inglaterra por ciertas críticas al rey inglés. Después de convivir con los piratas en los mares de Francia y Holanda, llegó a España, donde continuó en los prestigiosos colegios irlandeses de Santiago de Compostela y Salamanca y en el colegio de El Escorial la formación, iniciada en su infancia y adolescencia en Dublín y en Oxford. Por su amistad y relación con el conde-duque de Olivares, prestó diversos servicios militares, diplomáticos y de espionaje a la Monarquía Católica, con misiones en Bruselas y Cataluña, llegando incluso a organizar un proyecto de reconquista de Irlanda. Pero su fama se debe, sobre todo, a que en 1640 fue enviado a México para espiar al duque de Villena, virrey de la Nueva España. Allí simpatizó con grupos de criollos críticos con la metrópoli e indigenistas, y acabó liderando un movimiento independentista en 1642 que, tras ser abortado, motivó su prisión y muerte a manos de la Inquisición. William Lamport ha sido considerado precursor de los movimientos independentistas americanos del siglo XIX y, para algunos autores, su vida habría inspirado a Johnston McCulley, al parecer, el personaje de "El Zorro". Podemos seguir también algunos detalles de la amistad entre los frailes Daniel McSweeney y su compañero de religión Farell O’Ghara, el primero en un convento de Nantes y el segundo en el convento de los agustinos de Sevilla. De esta relación entre estos dos agustinos irlandeses tenemos noticia a través de una carta conservada en Simancas, que ha llegado hasta nosotros porque el corsario español que interceptó el navío francés en el que viajaba la misiva confundió el gaélico de la carta con una escritura cifrada, y pensó que se trataba de una comunicación entre espías. Nada más lejos de la realidad. La carta contiene un entrañable relato de temas cotidianos que reflejan la amistad entre dos viejos amigos y paisanos: la salud de sus familiares, noticias de la vida de otros vecinos del pueblo de origen, los nombramientos de la orden en Irlanda y en Europa, las gestiones realizadas por el remitente para decir misas por el alma del destinatario en Irlanda, y, en menor medida, de acontecimientos políticos de la isla. Sin embargo, la carta de su paisano y compañero al humilde Farell O’Ghara, conocido como Fray Nicolás de Santamaría en el convento sevillano, despertaría las sospechas de los oficiales reales ignorantes del gaélico y terminaría siendo interrogado por la autoridad real. Se trata de una serie de testimonios escogidos que documentan una dilatada e intensa relación, que no terminará tampoco en el siglo XVIII y que culminará en el siglo XIX con la presidencia del Consejo de Ministros por parte de Leopoldo O’Donnell, destacado descendiente de aquellos irlandeses. |
Hasta el 30 de junio de 2013 en el Archivo General de Simancas
Dirección: Calle Miravete, nº 8, Simancas (Valladolid). Horario: laborables,
fines de semana
y festivos, de 10:00 a 14:00 y de 17: 00 a 19:00 horas.
www.lahornacina.com