ELÍAS RODRÍGUEZ PICÓN

Sergio Cabaco y David Infante Ramos


 

 

¿Cómo suele afrontar un proyecto y preparar sus esculturas?

Afrontándolo todo con muchísima ilusión. Desde el primer momento que llega la persona o hermandad que viene a hacerme un encargo, intento conectar lo mejor posible con ellos para darle lo que realmente buscan, y luego me pongo manos a la obra: abocetando a carboncillo, modelando en barro... Y siempre todo muy parejo con la parte que encarga para que ésta se encuentre a gusto y conecte bien con mi trabajo.

El monumento a la devoción del pueblo hacia la Virgen del Rocío, que próximamente se inaugurará en la capital onubense, ¿es uno de esos encargos soñados por cualquier escultor?

Sobre todo es un gran reto por la cantidad de trabajo que conlleva: estudio de la imagen, documentación, estudio del manto y de la ropa en general que suele llevar, estudio de su orfebrería, y también del pueblo que la lleva en procesión, con esos sesenta almonteños y ese niño que es presentado a la Virgen, que es un retrato de mi hijo, concretamente. La verdad es que ha sido y sigue siendo, hasta el momento que quede definitivamente terminado, un auténtico reto.

¿Cuándo podrá admirarse en la onubense Plaza del Punto?

Espero que se coloque lo antes posible en Huelva y la gente lo disfrute y lo contemple en la plaza con tanto entusiasmo como la expectación que se vive en este momento. Habrá muchos monumentos y muchos encargos, pero la confianza que demostró en mí la comisión que me encargó este proyecto no es fácil de encontrar cada día. Tampoco es fácil que se hagan esta clase de monumentos.

Según usted nos comentó en una ocasión, la fundición del monumento es un proceso largo y complicado, de ahí los retrasos en la inauguración de la obra.

Claro. Para realizar esta obra tuve que hacer un modelo de barro, labrarle después unos moldes y sacarle unos negativos en silicona y poliéster, para a continuación volver a sacarlo otra vez en una cera que tengo que retocar para que todo quede en su sitio como estaba en el primer modelado en barro; después viene una fase última, que es envolverlo en un yeso refractario para poder darle calor con el fin de que esa cera salga y poder meter el bronce, con el fin de repasarlo luego totalmente. Todo esto último requiere una mano de obra impresionante por parte de los artesanos que están trabajando en la fundición, la cual yo admiro profundamente. La verdad es que estamos disfrutándolo, a la vez que sufriéndolo. Esperamos que muy pronto se termine.

La Virgen del Rocío, Juan Ramón Jiménez, la Inmaculada Concepción, el fundador del Real Club Recreativo... Parece que en Huelva hay debilidad por su faceta como autor de escultura monumental.

Yo agradezco muchísimo, sobre todo también por ser mi tierra, todas estas oportunidades que me están dando. Ya voy por el cuarto monumento para la capital, creo recordar, y espero que me sigan dando la ocasión para que, en un futuro, haya más cosas mías en la calle. Eso se disfruta de forma diferente a como se disfruta una obra para una cofradía o para un particular, ya que la vives diariamente y forma parte también del día a día de todas las personas que van todos los días a trabajar y/o a pasear. También es muy bueno para mí porque, de esta forma, no se me ha encasillado solamente como imaginero, también se me reconoce como escultor. Como la propia definición de mi profesión: escultor e imaginero, toco tanto lo profano como lo religioso.

 

 

 

En el plano de la imaginería procesional también ha afrontado proyectos de envergadura, caso del grupo del Descendimiento de Guadix o el conjunto de figuras de misterio que está realizando actualmente para la Cofradía del Trabajo de Granada. ¿Imponen estos retos?

Muchísimo, ya que todos sabemos el esfuerzo que requiere un misterio para que, cuando esté en un paso, conecte al cien por cien con el público. Desde el primer momento que la hermandad de Guadix contactó conmigo para hacer el grupo del Descendimiento, el misterio soñado por cualquier escultor e imaginero, supe que me aportaría un antes y un después en mi carrera. Igualmente me ocurre con el misterio para la Cofradía del Trabajo de Granada, que va a tener el movimiento propio de lo que conlleva un Cristo Nazareno, que ya está hecho por otro escultor desde hace unos años, junto con soldados romanos y la figura de la Santa Mujer Verónica.

Muchas de sus creaciones suelen ser Vírgenes Dolorosas. ¿Por qué? ¿Cree qué es la iconografía más valorada de su oficio o, por el contrario, piensa que es la más demandada, en general, por el público?

Hay parte y parte, creo que el motivo de que sea una de las creaciones más demandadas está en que, actualmente, en materia de titulares, es casi siempre lo primero que se pone a hacer cualquier hermandad o agrupación de nueva fundación. Quizás también porque estamos en una tierra muy mariana, o porque sea yo el artista que más les guste para ejecutar la Dolorosa que andan buscando, no digo que no.

¿Por qué cree que la imaginería es una rama artística que nunca ha sido demasiado apreciada por los expertos en el mundo del arte?

Bueno, habrá expertos que le den menos valor, pero yo creo que en esta tierra es un día a día. Casi todos pertenecemos al apasionado vivir de las hermandades, y cualquier cofrade o fiel, en general, valora muchísimo la nuestra labor, que es la de dar la vida al motor que hace funcionar una cofradía. Creo que la imaginería se sigue valorando, habrá gente siempre que no tanto, pero es una rama muy importante dentro de la escultura.

El historiador Alfonso Pleguezuelo nos comentaba hace poco que si la tendencia en Andalucía occidental hacia la estética pasionista y desgarrada sigue avanzando, la imaginería andaluza se acercaría progresivamente a la castellana y perdería esa elegancia conseguida y esa mesura expresiva que siempre la ha distinguido de otras regiones, ¿está de acuerdo?

Cualquier escultor andaluz miraría e incluso tomaría como referente a esos genios de la imaginería castellana para aprender de ellos, pero personalmente creo que nunca se perderá lo que es esa dulzura, el clásico estilo andaluz que a todos nos gusta, con esas imágenes, por ejemplo, de Juan de Astorga. Pienso que la ternura que vamos buscando en una imagen nunca se va a perder y siempre estará ahí; de hecho, nosotros los imagineros somos los que mejor lo sabemos, ya que cada vez que viene un grupo de personas o una hermandad para hacerte un encargo, siempre la parte que más gana es esa dulzura o esa ternura, con la cual siempre es mucho más fácil de interpretar la devoción para un fiel. Yo siempre diría que se convence mejor con una imagen dulce, que se adapte bien a los cánones de la imaginería, que con una agresividad que haga que se distorsione algo.

Usted tuvo durante un tiempo taller abierto en pleno centro de Sevilla, ¿qué tal fue su periplo en la capital hispalense, auténtico epicentro de su oficio como imaginero?

Pues muy bien, estuve dos años y medio en la calle Amparo y un año y medio en Castellar. La verdad es que aprendí muchísimo de las personas de las que me rodeé, que esa fue mi intención: trasladarme a Sevilla para poder rodearme de todo el gremio de escultores, tallistas, doradores, pintores y de todo artista del que pudiera aprender. Actué como una esponja y tengo muy buenos recuerdos de las vivencias con escultores, veteranos y jóvenes, de los que aprendí muchísimo y seguiré aprendiendo. Es un gran recuerdo de grandes amigos.

 

 

Y ahora que ha vuelto a Rociana del Condado, su localidad natal, ¿echa de menos la permanencia en Sevilla o, por el contrario, quizás se siente más a gusto trabajando con su gente a su lado?

Me encantó la estancia en Sevilla, pero para quien ha nacido en un pueblo es muy fácil comprender la tranquilidad desde que eres pequeño y vas creciendo. Cuando te trasladas a una capital, probablemente lo notas, lo que es el barullo, el tráfico continuo, el estrés que hoy tenemos en las capitales... Cuando naces en un pueblo lo añoras y quizás necesitaba venirme otra vez al mío para tener esa tranquilidad que creo que necesitamos todos cuando estamos concentrados en nuestro trabajo.

¿Qué obra le ha marcado más hasta la fecha?

Esta pregunta siempre conlleva que en todas hay un antes y un después, aunque algunas, indudablemente, te marcan y te dan a conocer mucho más, lo que hace también que tú madures más rápidamente, caso del monumento del Rocío. Tampoco quisiera dejar de recordar el Nazareno de la Redención, una de las primeras obras para mi tierra, al que le tengo muchísimo cariño y que cada día atesora más devoción.

¿Y qué trabajo es el que actualmente ansía más llevar a cabo?

Me siento muy a gusto y muy cómodo con todo lo que estoy haciendo ahora, y estoy teniendo grandes oportunidades desde distintos sitios de Andalucía. Siempre debe haber alguna que vaya a sorprenderme el día de mañana y por eso es mejor dejar que corra el tiempo y que me sorprenda él mismo. Estoy muy agradecido por toda la confianza que me brindan. Ambiciones como artista tengo muchísimas y espero que, a medida que me vaya haciendo más veterano, me den aún más confianza y seguir con proyectos interesantes. Yo valoro muchísimo tanto un encargo particular como un monumento grandísimo, como el de la Virgen del Rocío. Todos tienen un gran valor por mi parte y todos te hacen sentirte escultor e imaginero.

El proyecto de un Crucificado para Jerez de la Frontera ha sido recibido con mucho entusiasmo.

Sí, bastante. El pasado verano recibí en mi estudio una llamada de Jerez, del hermano mayor de una agrupación parroquial, y me transmitió la idea de que le pudiera hacer un Crucificado para la ciudad, un sueño que hoy en día se está haciendo realidad, porque siempre ha sido una de mis zonas preferidas para trabajar. Lo conseguí con la Virgen del Refugio y, después de siete años, se me da nuevamente la oportunidad de hacerlo, y además con un Crucificado, una de las imágenes que más me ilusionan hacer. El contacto ha sido muy agradable, muy afectivo, con mucha ilusión y muchas ganas. Rápidamente, les hice un boceto tal como ellos me pidieron, lo acogieron muy bien y unánimemente decidieron que yo lo realizase. Ahora mismo se encuentra en fase de modelado y, lo antes posible, entrara en fase de talla para que esté listo a finales de este año.

Por el contrario, hay otros proyectos que, pese a lo esperado, usted no llegó a concluir, caso del misterio de la cofradía onubense de Santa Cruz, para la que finalmente sólo labró la Dolorosa y un San Juan Evangelista, ¿qué ocurrió para no rematar este conjunto?

Pues ocurrió que, por cuestiones que ahora mismo desconozco, se decidió no continuar conmigo y que el proyecto lo abordase otro escultor, al que yo respeto muchísimo. Fue decisión por entonces de la hermandad y yo, nada, encantado con su decisión. Les estoy muy agradecido por la oportunidad que me dieron de labrarles una Dolorosa y un San Juan, que tienen aún en su cofradía, y les deseo lo mejor. Precisamente, este año han vuelto a mi taller para encargarme una cruz para el misterio, y yo, sin ningún problema, tomé el trabajo con muchísima ilusión. Ellos saben que, para lo que necesiten, me tendrán aquí como escultor de Huelva que soy, y siempre les estaré agradecido por las oportunidades que me dieron y me están dando.

 

 

 

También se dedica a la restauración, ¿de cuál de este tipo de trabajos se siente más satisfecho?

Las restauraciones son complicadas, ya que si una obra sufre el más mínimo inconveniente que obligue a sanarla profundamente o a reintegrarle su policromía, siempre es algo que te puede afectar y perjudicar. Todas las que he hecho siempre me han servido para ir aprendiendo mucho. Una de las más profundas fue la del Cristo de la Borriquita de Huelva, al que tuve que reintegrarle todo el cuerpo, debido a las numerosas grietas y piezas de madera que le faltaban, así como reintegrarle su policromía. La Virgen también fue algo importante. Una restauración es algo así como devolverle a una imagen parte de su vida, que, con el tiempo, puede sufrir bastante por mala conservación, el paso del tiempo, ataque de insectos xilófagos y demás.

Precisamente, una de sus intervenciones que más ha dado que hablar ha sido la de la Virgen de los Ángeles, de la cofradía onubense de la Entrada en Jerusalén. ¿Siguió en todo momento las presuntas indicaciones de la hermandad o tuvo libertad para establecer un criterio más personal a la hora de restaurar dicha pieza?

La hermandad y yo estuvimos totalmente compenetrados en todo momento. El interior de la imagen estaba prácticamente irrecuperable por un ataque de xilófagos, de ahí que se le tuviera que hacer un cuerpo nuevo. En lo que se refiere a la policromía, era tan débil y estaba tan desgastada y llena de repintes, que sólo había una parte mínima y muy debilitada de la original; lo único que hice fue copiar el color original y darle una nueva policromía, así como colocarle nuevas pestañas. No se tocó la madera, tengo las pruebas y están todas en diapositivas. Lo que ocurre es que, tanto una policromía como una pátina nueva, pueden hacer pasar por un cambio algo que realmente no lo es. A la Virgen se le dieron los frescores donde los tenía, se le dio una policromía gruesa, de la que carecía, y, como ya digo, pestañas de pelo natural que sustituyeron a unas sintéticas de cosmética. En ningún momento se modificaron sus ojos, fueron las nuevas pestañas las que pudieron dar esa impresión.

¿En qué ha cambiado el Elías de sus inicios artísticos al de ahora?

Muy poco. Quizás el mayor cambio es la experiencia, pero de ilusión sigo igual y en mi interior lo que ha cambiado es el agradecimiento que tengo a todas las personas que me han dado la oportunidad de sentirme escultor e imaginero. Es entonces cuando no dejo de recordar desde la primera hasta la, por el momento, última obra que he hecho, y de todas las cosas que me quedan por aprender; porque cuando más aprendo, menos sé. Es el compromiso diario de poder darle a la gente lo que realmente busca y de gustar a cuantos más mejor, algo realmente difícil por la personalidad que tenemos cada artista. Hasta el último respiro no dejaré de superarme y ofrecer lo mejor de mí.

¿Cuesta más trabajo abordar una creación religiosa que otra civil?

Cada una tiene su complicación. La imaginería debe tener alma, corazón y ese pellizco que transmite devoción. Respecto a la obra profana, según lo que realices; en el caso de un retrato, debes intentar meterte en la persona para que los que lo vean tengan el más perfecto recuerdo posible de ella y sientan que se halla plenamente identificada con tu obra.

Sus obras, en general, han recibido bastantes votos en las tres ediciones que llevamos del Premio La Hornacina. Debe ser una satisfacción conectar tanto con el público.

Bastante, la verdad es que estoy encantado de que tanta gente sea seguidora de mi arte, lo cual me hace tener más exigencia para un futuro. También me gustaría que esas personas, y más si es posible, cuando contemplen nuevas obras que se presenten en La Hornacina, vean una evolución en mi arte; nada de encefalograma plano, sino algo ascendente en mi carrera que marque una personalidad. Esto último es lo que más me apasiona en mi oficio, que alguien cuando vea una obra sepa identificar que es de Elías Rodríguez Picón.

Para finalizar, qué opinión le merece la creación escultórica en la actualidad.

Muy positiva, porque como todos sabemos se le está dando un asombroso toque realista a las imágenes. De todas formas, siempre hay que tomar esa inclinación con mucho cuidado, porque los cánones de la imaginería no dejan de recordarnos que no debemos pisar terrenos que nos hagan olvidar que la imagen que realizamos debe tener unción sagrada y ser una obra religiosa, no hay que convertirlas en personas profanas, normales y corrientes, porque entonces se perdería el toque sacro, el toque del imaginero, el clásico de toda la vida. Así que vamos a añadirle con mucho cuidado ese toque realista y a mover con idéntico cuidado los nuevos horizontes que todos buscamos para diferenciar nuestras obras.

 

 

 

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