JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ NAVARRO

José María Cámara Salmerón (17/10/2022)


 

"Siempre estoy en disposición positiva, ahora ya centrado en la atención a mis discípulos"

 

 

Primeramente: ¿cómo te encuentras de salud un año después?

Pues me encuentro magníficamente. Me encuentro, ahora mismo, como si no hubiera pasado nada. Fue una mala pesadilla, que no se ha vuelto a repetir en absoluto. Quizás tuvo que ver algo con el COVID, pero no lo sé.

¿Cómo son los días actualmente en el taller de Hernández Navarro?

Bueno, pues son cotidianos, sin prisa, pero bien. Yo siempre estoy en disposición positiva y, sobre todo ahora, ya centrado en la atención a los discípulos.

Después de 45 años dedicado en cuerpo y alma a la escultura, has llegado al final del camino, quizás la meta soñada, ¿ahora qué?

La verdad es que soy una persona sin metas. Yo nunca he estado pretendiendo ninguna meta. He ido dando respuesta a cada momento que se ha ido presentando. Mi meta han sido los encargos que, año tras año, se han ido sucediendo. Y esa ha sido mi meta, los trabajos de esa temporada, pero no he aspirado en esta vida a una cosa muy elevada. Seguramente me ha faltado ambición, yo creo que toda mi vida ha sido ir dando respuesta y salida a lo que ha venido cada temporada.

¿Se pierde la ilusión por iniciar y acabar una obra?

No. A mí las obras siempre me han supuesto retos que los he empezado siempre con muchísima ilusión. Sin embargo, cuando se terminan siempre me queda el pequeño fracaso de no haber hecho lo que quería, o lo que tenía pensado. Con lo cual, he llegado la conclusión de que la mejor obra es la que se piensa y no la que se hace.

¿Por qué no morir con el traje puesto y, sin embargo, ir cediendo el testigo a algunos de tus discípulos como Yuste Navarro o Pablo Espinosa?

Yo creo que en esta vida es lo que decía Napoleón: "el cementerio está lleno de imprescindibles". Creo que ni conmigo, ni con mis discípulos, ni con los discípulos que vengan después de los discípulos, se va a acabar el mundo de la escultura. Siempre aparecerán, y sorprendiéndonos, genios que están por venir.

¿Puede más un buen final que, digamos, un simple final?

No lo sé, porque eso del final resulta siempre como muy triste. Yo lo dejaría como un compás de espera. El pensar que todo termina radicalmente tampoco lo veo claro, porque en un momento dado ahí estás, pero lo que sí que está claro es que no es mi intención morir con las botas puestas, no es lo mío. Eso queda para las películas del Oeste.

 

 

¿En qué ocupas tu tiempo actualmente?

Mi tiempo actualmente lo ocupo con algunas cosas pequeñas que siempre están pululando por el taller, alguna cosa de poca importancia y, de aquí hacia atrás, en darle salida a obras que quedaban pendientes, pero vamos, la intención que yo tengo de aquí para adelante es la de no complicarme la vida, sino simplemente hacer cosas muy, muy manejables, muy sencillas.

¿En qué momento se encuentra el taller actualmente?

Ahora mismo está con mucho bullicio, por parte de mis discípulos. Aquí aburrimiento cero. Y, por otro lado, también hay alguna restauración. Eso no va a parar, porque obras que yo haya hecho, imagino, que estando yo vivo me buscarán a mí.

La "libertad" que vives actualmente, sin encargos, ¿te está permitiendo desarrollar facetas que antes no pudiste desarrollar debido a la preponderancia del arte sacro?

Cito por ejemplo la obra civil o los estudios anatómicos en pequeño formato. Sí, eso sí que lo tengo claro, porque yo también es verdad que creo que no todo se puede circunscribir a la escultura sacra. Hay mucho más mundo. Hay más cosas. Así que, dentro de lo posible, trataré de hacer cosas que he querido hacer siempre y para las que no he tenido tiempo, porque los encargos me lo robaban todo. Ahora que tengo el tiempo, pues sí que quiero ir haciéndome, digamos, mis caprichos de jubilado.

¿Nos puedes adelantar algo de esos proyectos?

Sí, claro. Por ejemplo, ya he hecho algunos estudios de anatomía que se pueden resumir a posiciones del yoga, las cuales dan para mucho. Pudiéndose convertir en muchas más. Por otro lado, yo siempre he ido guardando fotografías de revistas y magacines que siempre he visto muy originales para, en un futuro, poder representarlas aunque sea en un tamaño pequeño. Además, tengo una pequeña colección de ideas que sí que me gustaría llevarlas a cabo en el futuro.

Mariano Benlliure, Capuz, González Moreno y Hernández Navarro. ¿Cómo has llevado las comparativas con esos grandes genios del modernismo escultórico en España?

Yo creo que estamos hablando de grandes maestros con los que yo no considero ponerme a su lado. De todos los que has hablado, para mí, el que más me gusta es Capuz, porque lo considero más fuerte y más original en su apuesta por la escultura. Mariano Benlliure, bajo mi punto de vista, es un escultor de la época romántica. Es un Rodin descafeinado, pero, en cambio, Capuz hizo una apuesta por llevar la escultura religiosa al Cubismo y se nota. Se nota como intentó, por todos los medios que, el cubismo que imperaba en su época, insertarlo en la escultura religiosa y, en muchos casos, lo hizo y muy bien. Yo lo veo con mucha más fuerza y luego, González Moreno, es el seguidor de Capuz, pero más lánguido, menos fuerte. González Moreno en sus obras es más relamido, pero con las líneas e ideas de Capuz. Un ejemplo, el Descendimiento de Burgos de González Moreno está claramente inspirado en el Descendimiento de Capuz de Cartagena, pero con la diferencia de que el de José Capuz es el primero y luego tiene la fuerza, sin embargo, el de González Moreno tiene rasgos de más belleza, pero la fuerza que tiene el de Capuz me llena más.

 

 

Hace poco volvió a tu taller el Resucitado de Archena, según tus críticos, el mejor de todos los que has hecho. Dicho esto: ¿Qué recuerdos te traen estas obras una vez que regresan al taller por un motivo u otro?

Para no faltar a la verdad, me da gusto que vuelvan, porque para mí la mayor parte de esas obras están, no olvidadas, pero ya no tienen nitidez en mi recuerdo como para ver todo lo que en su momento hice y, algunas, me sorprenden para bien y otras, para mal. Porque en esta vida el que cuece y amasa, de todo le pasa y eso de decir que yo soy pluscuamperfecto y que nunca me equivoco es una estupidez, porque en esta vida todos nos equivocamos. El único que no se equivoca en esta vida es el que no hace nada.

¿Qué factores han sido determinantes a la hora de "cerrar" el taller nada más cumplir la edad de jubilación?

Pues los factores determinantes han sido que la escultura es un oficio duro, es un oficio muy parecido a peón de albañil y es un oficio que, si no te encuentras físicamente en condiciones, empiezas a crear obras acomodadas a tus posibilidades y esas cosas que vas acomodando a tus posibilidades van perdiendo nivel con respecto a las anteriores. Y eso es así, porque es la verdad. Si fuera pintor, puedo estar con un pincel y un lápiz hasta un poco antes de morir, pero yo, ahora mismo, con la edad y las condiciones físicas que tengo, no me enfrentaría al Descendimiento de Murcia porque sé que si me enfrento al Descendimiento, acaba conmigo. Por lo tanto, hay que tener el suficiente sentido común para decir: ya no puedo con esto, pero no porque me falte inteligencia, sino la fuerza física que tiene que estar para estas obras.

¿Una vez jubilado, harás algo que, por el nivel de encargos, no has podido hacer tiempo atrás?

Hay una escena de la Pasión de la que llegué a hacer una maqueta y que nunca he hecho, y es un Cristo yacente. Nunca lo he hecho. Llegué a hacer una maqueta porque iba a ser el titular de la Hermandad del Yacente de Murcia. Llegando incluso a regalarle la maqueta al que iba a ser su presidente, José Emilio Rubio Román, es más fue su regalo de boda, y él tiene la maqueta. Finalmente, no se hizo porque la Comunidad Autónoma les cedió el Cristo yacente que se encuentra en San Juan de Dios. No haciéndose el mío. Y, la verdad, no ha surgido la posibilidad de hacerlo.

¿Y no te animas a hacerlo para ti?

Bueno, puede ser que en un momento dado me dé por hacerlo, porque, como se dice, de poetas y de locos todos tenemos un poco. Entonces, en un momento determinado, también me puede dar un subidón y decidir hacerlo, pero creo que, si no hay compromiso, hay otras cosas que haría.

¿Cómo ves el panorama escultórico ahora mismo en la Región de Murcia?

El panorama lo veo, entendiéndolo como futuro, sobre todo en la imaginería religiosa, un poco complicado, dada la situación económica que estamos viviendo. Por otro lado, hay muchas obras hechas, cofradías totalmente completas y saturadas de obras, entonces, eso hay que tenerlo en cuenta. Eso va a influir en que, los que se dediquen al mundo de la imaginería religiosa no lo van a tener fácil, porque, en definitiva, lo que enseña son los encargos. Yo soy fruto de mi sabiduría, pero también soy fruto de todos los trabajos que he hecho, porque de uno a otro he ido aprendiendo y, si no hubieran venido esos encargos, no hubiera podido demostrarlo. Entonces, ese es el panorama que veo, que, posiblemente, a las genialidades que ahora están funcionando les cueste más trabajo porque tengan menos encargos.

¿Hay alguna imagen de las tuyas, además de la Virgen de la Huerta, a la que visites asiduamente?

Realmente, no. Asiduamente, no. Circunstancialmente, sí, pero asiduamente, con la única imagen con la que más relación tengo, lógicamente por cercanía, es la Virgen de la Huerta Coronada. Por cercanía y por muchas más cosas, porque sí que es verdad que hay ciertas obras que no se miran con los ojos del arte, se miran con los ojos del corazón. En este caso, la Virgen de la Huerta Coronada no es una obra de arte, es un sentimiento familiar, vecinal y local. Entonces, cuando ves ese ambiente, te integras tú muchísimo más. Todo esto, al fin y al cabo, es una gran bola donde todo está mezclado. Y, lógicamente, la cercanía hace mucho. Luego ya, de manera circunstancial, casi nunca me pierdo la procesión de la Cofradía de la Misericordia de Murcia, por ver mi Descendimiento en la calle y, respecto a otros sitios, circunstancialmente, si puedo pasar en Murcia por algún templo donde haya imágenes mías, como Santa Catalina con la Verónica o en San Nicolás el Amarrado a la Columna, pues paso a verlas, pero, generalmente, a la que siempre visito es a la Virgen de la Huerta Coronada.

 

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