LOURDES HERNÁNDEZ PEÑA

Jesús Abades y Sergio Cabaco


 

 

Actualmente, estás llevando a cabo el Cristo de la Vera Cruz con destino a una cofradía de Villacarrillo (Jaén). El tema del Crucificado lo has abordado en dos ocasiones, el Cristo de la Misericordia de Algeciras y el Cristo de la Expiración de Jódar, ¿piensas aportar algo nuevo con esta pieza para la localidad jiennense?

De entrada, el hecho de que se trate de un Crucificado muerto supone una aportación nueva en mi carrera, pues los dos que he hecho anteriormente estaban vivos en la cruz. Por otra parte, la hermandad me ha pedido un Cristo que no sea muy dramático, más sereno de lo habitual, con el sudario recogido y un menor movimiento en la cruz. Es un Cristo bastante grande, pero quieren también que aparezca relajado en el madero, cogido por las muñecas y con la cruz más arbórea de lo común, con abundancia de nudos, corteza y ramas, ya que la hermandad desea que la imagen sea también un símbolo del florecimiento del cristianismo.

También estás realizando un grupo de la Oración en el Huerto para Valencia. El Cristo lo finalizaste este mismo año, y ahora estás con la figura del Ángel Confortador. Todo el conjunto será de talla completa, algo que hoy en día es un auténtico regalo para todo artista especializado en escultura sacra.

La verdad es que llevo una racha estupenda, ya que, desde hace unos años, todo lo que hago es de talla completa, policromada y estofada en oro. Son encargos no muy frecuentes no sólo por el hecho de que no sean de vestir, sino también porque resultan más caros y su ejecución es más lenta. Ten en cuenta que con el Ángel llevamos ya dos años desde que comenzó su ejecución y ahora se encuentra en la última fase de dorado y policromía.

¿Transmites tus propias experiencias personales a tus creaciones o siempre intentas quedarte al margen?

Transmitir es inevitable, sobre todo para quienes se dedican a este oficio o a otros que impliquen creatividad. Hay personas que dan lo mejor o lo peor de su arte según la época por la que estén pasando, ya sea positiva o negativa; para algunas, es vital estar bien para trabajar bien; otras, en cambio, pasan etapas muy malas y realizan durante ellas obras maravillosas. Personalmente, hay imágenes que he realizado en momentos muy cruciales de mi vida y se las he dedicado a personas especialmente queridas por mí.

Has utilizado modelos del natural en figuras de misterio.

Sí, pero muy poco, sólo en dos ocasiones: uno de mis discípulos, el escultor Israel Redondo, lo tomé como modelo para el San Juan Evangelista del grupo de la Oración en el Huerto de Algeciras, y para una de las obras que actualmente estoy realizando, un niño hebreo para el misterio de la Borriquita de Linares, ha posado mi hijo.

Tienes el estudio en Triana, vives en Triana, pasan los meses y apenas sales de Triana... ¿Qué tiene Triana que la hace tan especial, sobre todo para los que os dedicáis al arte?

Personalmente, me gusta porque es como un pueblo dentro de Sevilla, aquí la vida es más sencilla, conoces a todo el mundo y tienes mucho contacto con la gente, y a mí la relación y la confianza con las personas me encanta. En cuanto al trabajo, hay que tener en cuenta que Triana es todo un referente, es un barrio muy señero y emblemático para los artistas. Para la clientela, venir a hacer un encargo en Triana es todo un disfrute, pese a que cada vez se hagan más encargos a través de internet y no se tenga tanto contacto personal como antes.

 

 

 

En una ocasión, comentaste que, pese a tus indudables éxitos profesionales, siempre tendrías sobre tu cabeza un techo de cristal que sería casi imposible romper, ¿a qué te referías con ello?

Ese techo que noto no es que te lo ponga nadie, pero existe, es algo que impide a la mujer subir más escalones en su trabajo, no sólo porque a nosotras nos cuesta más trabajo, sino también por las cosas personales que tienes que sacrificar en el camino, como la maternidad o la familia, cosas que al hombre no se le exijen tanto.

¿Consideras, por tanto, que una mujer, ya se dedique al arte o no, lo tiene bastante más difícil en su trabajo por la mera condición de su género?

Absolutamente. En mi caso, trabajar en un taller y combinarlo con la vida familiar es muy complicado. Fíjate que soy madre de un sólo hijo y siempre me las veo y me las deseo para dedicarle el tiempo que necesita. El Gobierno debería imponer más pautas sobre este asunto, tanto para mejorar la situación de los trabajadores autónomos, que es lamentable, como para fomentar temas como el permiso de paternidad, algo que sigue raro de ver en España.

Sabemos que es todo un referente para cualquier imaginero, ¿pero no resulta ya un poco manida la mención a Luisa Roldán (La Roldana) cada vez que se habla de las mujeres que se dedican a este oficio?

Eso forma parte de un juego publicitario en el que, yo por lo menos, nada tengo que ver; viene de las primeras entrevistas que me hicieron cuando yo empezaba en el oficio. Los periodistas sacaron comparativas directas y comenzaron a llamarme "La Roldana del siglo XXI", seguramente porque, en aquel entonces, apenas había más mujeres dedicadas a la imaginería. Es por ello que esa comparativa no fuese a nivel de trabajo, sino por mi género, y aunque hay gente que dice que salió de mi boca, no es cierto; me la impusieron. La verdad es que sí, que es algo manido porque, a día de hoy, hay varias imagineras más y, pese a los reparos que siguen existiendo por el mero hecho de un género, la mujer está cada vez más integrada en éste y otros oficios. En mi caso, sé que suena muy burdo, pero yo siempre digo que las esculturas las hago de cintura para arriba, no de cintura para abajo.

¿Qué influencias reconoces en tus obras y a quiénes consideras tus maestros?

Mis únicos maestros fueron José Antonio Navarro Arteaga, en cuyo taller estuve algo más de tres años, y mi formación académica, algo que yo considero muy importante porque te aporta la faceta naturalista que necesita tu trabajo, mientras que en un taller siempre aprendes más lo que concierne al uso de los materiales, las perspectivas, los pequeños trucos del escultor... El taller y la escuela constituyen para mí el aprendizaje perfecto. No hay que olvidar tampoco que la imaginería es una especialidad de la escultura, y ésta es una de las bellas artes cuyo desarrollo se imparte en una facultad o escuela. Respecto a las influencias de los clásicos, yo siempre digo que, más que de maestros en concreto, soy más de influencias de obras y escuelas. Me interesan todas las escuelas artísticas: la sevillana, la castellana, la granadina, la levantina... Hay que quedarse con lo mejor de todo lo bueno. Si tuviera que resaltar una figura en concreto, diría Luis Salvador Carmona, sus obras son impresionantes.

¿Crees que la escultura sacra tiene la adecuada difusión en los medios de comunicación?

En internet y prensa escrita, sí, aunque pienso que el tema se ha tratado mucho más desde el punto de vista cofrade que del artístico, al contrario de lo que hacéis en La Hornacina. Por lo demás, creo que hacen falta más exposiciones sobre el tema. En Sevilla capital, por ejemplo, con la cantidad de artistas que hay, la Diputación, en sitios como la Casa de las Sirenas o cualquier otro centro, podría celebrar, al menos, una bienal de imaginería. Fíjate que el Ángel Confortador que estoy realizando para Valencia lo voy a exponer, ya terminado, unos días en la iglesia sevillana del Santo Ángel porque no puedo exponerlo en una muestra. También creo que hacen falta exposiciones monográficas, dedicadas expresamente a artistas noveles, para que los jóvenes valores puedan mostrar sus aptitudes. En cualquier caso, creo que este tipo de exposiciones de imaginería serían buenas también para establecer unos puntos de conexión entre lo que se hace aquí y lo que se hace en el resto de España.

 

 

 

También cultivas el campo de la restauración, ¿cuál ha sido la intervención más complicada?

La restauración la toco poco por dos motivos: yo me dedico fundamentalmente a la ejecución de nuevas piezas de imaginería y, como afortunadamente no me falta el trabajo, en ocasiones ambas tareas me resultan incompatibles; por otro lado, creo que hay ciertas obras para las que se requieren laboriosos estudios, permisos especiales y espacios de intervención para lo que la mayoría de los talleres, al menos el mío, no están capacitados. Ello no quiere decir que yo no pueda hacerlo, pero es preferible en ciertos casos que sea un centro de restauración el que se haga cargo. Respecto a las restauraciones más complicadas, te diría dos: el Cristo de la Borriquita de Moguer, no sólo por su estado de conservación, sino por la deficiente ejecución de la pieza, especialmente la de la burra sobre la que va montado, y la Virgen del Mayor Dolor de Nerva, de la que sólo se conservaban originales la mascarilla y las manos; el resto era de poliéster y no se correspondía con su posición primitiva, que tuvimos que recuperar. La Dolorosa tampoco conservaba nada de policromía original, la que tenía era pésima y hubo que hacerle una nueva.

¿Cuáles son los compañeros de profesión que más te interesan?

De fuera, me gusta mucho Antonio José Martínez Rodríguez. De aquí, me quedo con mi Darío Fernández.

Tienes y has tenido varios discípulos en tu taller: Israel Redondo, Juliana Arias, Manuel Madroñal Isorna, Juan Manuel Parra Hernández, Juan Jiménez... ¿Qué consejos les das, además de tus enseñanzas?

A todos siempre les doy los mismos consejos: formarse, aprender todo lo que puedan y nunca empezar a trabajar sin tener la formación suficiente para ello. Por otro lado, veo que hay muchos imagineros que quieren empezar a rendir como auténticos profesionales a los 18 años, a los 20 años de edad, y yo creo que hasta, por lo menos, los 24 años, un imaginero no tiene el nivel suficiente para ello. También todo depende de la edad a la que uno empiece. Yo considero que lo mínimo que hay que estar en un taller es cinco años. Y lo ideal, como te he dicho antes, es siempre complementar la carrera con las enseñanzas que recibes en el taller.

¿Cuál consideras que es la parte más difícil de tu trabajo?

El modelado, porque es el concepto puro de la escultura. El modelado está en la cabeza, y no en las manos, que solamente hacen lo que la cabeza manda. Es por ello que una tiene que tener muy claro lo que quiere hacer y, además, saber procesarlo para llevarlo con exactitud al barro y después a la madera, y eso se adquiere a base de mucha práctica, de modelar mucho, y de equivocarse y corregir hasta alcanzar el resultado deseado.

Trabajas mucho para fuera de Andalucía, ¿notas diferencias entre la clientela andaluza y la del resto de España?

No, a la hora de recibir encargos no he notado diferencia alguna. Yo tengo mi estilo propio y parto de la base que al cliente que me hace un encargo le gusta lo que hago. Ya luego me adapto a lo que cada cual quiere, sigo las pautas que me indican pero siempre dentro de mi estilo. Aparte, tengo la suerte de haber hecho, hasta la fecha, muy pocas réplicas de imágenes conocidas. Siempre las considero sombras de los originales.

 

 

 

¿Qué obras tienes pendientes por realizar?

Muchísimas. Me encantaría hacer un grupo de la Coronación de Espinas, un Cristo Yacente, una Piedad de talla completa, Dolorosas de vestir y figuras de soldados romanos y miembros del sanedrín.

¿Crees que es posible reinventar tu oficio?

Yo creo que ya está todo inventado, no sólo en imaginería religiosa sino también en el arte contemporáneo. Por ejemplo, ese hiperrealismo que tan de moda está ahora en las imágenes procesionales, ya se ejercía en el siglo XVII. Dentro de la escultura sacra, pienso que los imagineros pueden intentar elaborar nuevas tendencias, pero siempre hay que encontrar una armonía con los cánones de este oficio.

Como bien has dicho antes, y nos alegramos mucho por ello, trabajo no te falta. ¿Sueles vivir frecuentemente situaciones de ansiedad cuando se apuran los plazos para entregar las obras?

Las vivo cuando, por ciertas circunstancias, como recientemente me ha ocurrido por motivos de salud, puede haber un retraso a la hora de terminar una pieza. Cuando se dan estos casos, siempre hay que ponerse en contacto con el cliente y exponerle claramente la situación, hacer lo contrario es tirar piedras a tu tejado. También con los nuevos encargos soy muy clara y sincera con los plazos de ejecución. A los clientes que tienen mucha prisa, que no son pocos, siempre les digo que es mejor esperar un poco más de lo que tenían previsto para obtener un trabajo mejor.

Por último, Lourdes, coméntanos cuáles son tus proyectos más inmediatos.

El misterio de la Santa Cena para Valencia en talla completa, del que ya presentasteis el Cristo. Ahora estoy con la efigie de San Pedro y me quedan las once figuras restantes. También un Santiago Apóstol para el municipio murciano de Águilas, el San Pedro y el Niño Hebreo para el misterio de la Borriquita de Linares, un Cristo de Medinaceli para vestir con destino a Alcúdia (Valencia) y varias imágenes pequeñas para colecciones particulares.

 

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