Jesús Abades y Sergio Cabaco
¿Cuáles son los proyectos en los que trabaja actualmente? Estoy realizando una Dolorosa para tierras alicantinas. Se trata de la primera imagen de un misterio procesional que llevará por título "La Tercera Caída" y realizaré yo íntegramente. También estoy terminando el grupo de la Piedad para el municipio canario de Adeje, compuesto por la Virgen, Cristo muerto en su regazo y una imagen de María Magdalena. Estas tres vendrán a sumarse a los Santos Varones que acabé hace poco y presentasteis en su momento en La Hornacina. Igualmente para Adeje estoy llevando a cabo la talla de un Nazareno. La verdad es que Canarias es uno de sus destinos más solicitados. Uno de mis primeros trabajos lo realicé para un sevillano residente en Canarias. Era una Dolorosa pequeña para su colección privada. Poco después, para el mismo particular llevé a cabo otra Dolorosa, y el Obispado de Tenerife me encarga la imagen de una Santa Mujer Verónica. Posteriormente un sacerdote, don Ventura Herrera, me encargó numerosas obras (un Yacente, una Entrada en Jerusalén, un Nazareno, varias Dolorosas...) para numerosos pueblos canarios como La Camella, Cabo Blanco, Santiago del Teide, etcétera. Desde entonces, no he dejado de trabajar para Canarias y varias de mis obras más importantes están allí. Recuerdo especialmente la Divina Pastora que realicé para La Camella, una imagen mariana que llamó mucho la atención por entonces en esas tierras. También recuerdo la aventura que, en un primer momento, supuso el embarque de las obras en el Aeropuerto de San Pablo. Hablando de obras que han llamado la atención entre el público, ¿cómo surgió el encargo de las imágenes titulares de la cofradía abulense de Jesús Redentor ante Caifás y la Virgen de la Estrella? A través de unos amigos de la Cofradía de la Quinta Angustia de Utrera (Sevilla), una hermandad para la que he realizado varias obras; entre ellas, uno de mis primeros trabajos. Primero tallé para Ávila la Dolorosa de la Estrella, y luego las imágenes del Cristo, Caifás y un soldado romano. Existe el proyecto por parte de la cofradía de Ávila de incluir más figuras en el misterio, pero no a corto plazo. Usted ha realizado bastantes restauraciones, tanto de obras suyas, caso de la reciente intervención a la Dolorosa de la Misericordia, de Ciudad Real, como de otros imagineros, quizás la más conocida la de la Dolorosa de los Desamparados y San Juan Evangelista de la cofradía cordobesa de las Penas, labrados por Antonio Eslava. A la Virgen de la Misericordia, que tallé en el año 1989, le he realizado una limpieza general, la reparación de los daños causados por los alfilerazos al vestirla y le he reformado también el labio superior para que los dientes, que antes apenas se intuían, queden más visibles. Respecto a las imágenes de Córdoba, al arder la Iglesia de Santiago, sus rostros quedaron cubiertos de las típicas ampollas que se producen por el fuego como consecuencia del levantamiento del estuco, de ahí que les tuviera que hacer nueva policromía. La Virgen de los Desamparados fue una de las tres Dolorosas que Antonio Eslava labró a partir de un mismo modelo de escayola, las otras dos son las sevillanas Dolores de Santa Cruz y Dolores y Misericordia de Jesús Despojado; esta última de un acabado algo distinto a las anteriores porque el fotógrafo Antonio Fernández (Fernand), por así decirlo, "dirigió" a Eslava en su ejecución y, la verdad, es que fue la que mejores resultados ofreció de las tres. Precisamente, a Fernand también lo tuve yo de "asesor" a la hora de restaurar la Virgen de los Desamparados, a la que también se le afinó un tanto el rostro y se le suavizó el puente de la dentadura por su consejo. El propio Antonio Eslava vino a mi taller una vez restaurada la imagen y quedó muy satisfecho del trabajo realizado. Siguiendo con el tema de la restauración, otra de sus intervenciones más comentadas fue la de la Dolorosa llamada Reina de los Ángeles, de Jerez de la Frontera, a la que hizo un candelero y nuevas manos. ¿Está de acuerdo con su reciente atribución al escultor e imaginero Juan de Astorga? No creo que sea de su propia mano, pero sí de un seguidor o de un miembro de su taller. La actual Dolorosa era una Santa María Magdalena de la que sólo subsistía el busto y su juego original de manos, que eran cerradas y actualmente yo conservo. A la Virgen de los Ángeles le hice un cuerpo nuevo, unas manos extendidas y un roete tallado para la cabellera. No se tocó de talla en absoluto, incluso conserva buena parte de su policromía original. El resultado creo que fue fantástico, teniendo en cuenta también que, no mucho antes, había sufrido un "intento" de intervención con resultados desastrosos. La restauración me la encargó el capuchino Fray Antonio, para el que realicé también, con destino al convento jerezano, un San Francisco de Asís y una Santa Clara inspirada precisamente en esa Dolorosa. |
Usted es un participante habitual en la Bienal de Imaginería de Higuera de la Sierra (Huelva), la cual ganó en una ocasión con un Niño Jesús que, además, cosechó grandes elogios entre crítica y público. La Bienal de Higuera de la Sierra está muy bien. Yo he concursado en dos ocasiones, en 2003, año en que me llevé el primer premio, y en la última edición, en la que presenté otro Niño Jesús, que fue la segunda obra en número de votos pero no obtuvo premio al haberse establecido entonces un único galardón. En el año 2006, se celebró una pequeña exposición de mis creaciones por haber sido yo el ganador de la edición anterior. La Virgen Dolorosa es una de las iconografías sacras que más ha cultivado, con muestras como la Virgen de la Estrella de Córdoba, la reciente Virgen de la Compasión para Granada o la Virgen de la Concepción, también para Córdoba, esta última una de sus obras más celebradas que, curiosamente, tuvo un origen particular. Sí, aunque lo del origen de la Virgen de la Concepción no es del todo cierto. Esa Dolorosa se la hice yo al vestidor de la misma por esas fechas, Manolo Jiménez, quien, desde un principio, tuvo la idea de presentarla a la hermandad para procesionar como nueva titular mariana. Según tengo yo entendido, por votación en Junta de Hermanos, se decidió que mi Dolorosa procesionara sola bajo palio y que la Dolorosa de Antonio Eslava, la Virgen de los Desamparados de la que hemos hablado anteriormente, pasara a figurar en el paso de misterio junto con San Juan Evangelista y el Cristo Crucificado de las Penas. Nadie puede decir que no sea profeta en su tierra (la localidad sevillana de Lora del Río), para la que ha realizado numerosos trabajos; el más importante, quizás, el grupo de la Entrada en Jerusalén. También he realizado, por mencionarte los trabajos menos comentados, un San Sebastián para la parroquia, el monumento al Niño de la Huerta, la restauración del Cristo Yacente y la decoración escultórica de su paso de misterio, y la restauración de la Virgen de la Merced que se venera en el Convento de las Mercedarias. Recientemente, he entregado un vítor para el Santuario de la Virgen de Setefilla que me ha encargado el Grupo Joven de la Patrona de mi pueblo. ¿Le gustaría que, en un futuro, el paso de palio de la Virgen de los Dolores y Misericordia se viera completo, tal y como se concibió, con su San Juan Evangelista y una imagen de María Magdalena hecha también por usted? Claro que me gustaría. Tengo el proyecto de restaurar mi imagen de San Juan, una obra que está completamente anatomizada y a la que tengo que reparar los daños de los alfileres al vestirla, así como unos desajustes que se han producido en un ensamble del muslo izquierdo, en el torso y en la espalda. También tengo que realizarle una profunda limpieza en los pies, pues están cubiertos de gotas de cera. ¿Cómo recuerda su periodo de aprendizaje en la Escuela de Bellas Artes y en el taller de Francisco Buiza? Fue una época muy bonita. Antes de entrar en el taller de Francisco Buiza, hice el preparatorio de ingreso en la Escuela de Bellas Artes con la disciplina de Dibujo del Antiguo Ropaje. En la escuela, a la que yo asistía de libre oyente, tuve a Carmen Jiménez como maestra de Modelado y a Pérez Aguilera como profesor de Dibujo del Natural. Con Buiza estuve entre los años 1974 y 1979. A partir de 1980-1981, me surgen mis tres primeros encargos personales, todos ellos de gran envergadura: el San Juan Evangelista del Despojado de Sevilla, la Sentencia de Cristo para Vélez-Málaga (Málaga) y la Oración en el Huerto de Lebrija (Sevilla). |
¿Cómo surgió su entrada en el obrador de Buiza? Tuvimos un primer encuentro que no acabó muy bien, su taller era muy pequeño, tenía mucho trabajo por aquel entonces y, agobiado, me pidió que me marchara. Yo acabé bastante decepcionado, era muy jovencito y fue todo un varapalo. Don Juan Martínez Liñán intenta entonces introducirme en el taller de Sebastián Santos, pero el maestro, que por esas fechas ya estaba muy mayor, me dijo que no era posible y me recomendó que entrara en el taller del que, en su propias palabras, había sido el mejor de sus discípulos, que no era otro que Francisco Buiza. Yo, ante mi primera experiencia con Buiza, no quise hacerlo y entré en el taller de Luis Álvarez Duarte. A raíz de unos materiales que Álvarez Duarte me mandó recoger en el taller de Francisco Buiza, volví a entrar en el mismo y me fui ganando, poco a poco, la confianza de mi maestro. Un día, el propio Buiza me encargó que le hiciera un trabajo de policromía, al que siguieron otros trabajos cada vez más importantes, hasta que llegó el momento en que decidí marcharme del taller de Álvarez Duarte e integrarme plenamente en el de Buiza. ¿Era tan terrible Buiza como lo cuentan? Dos o tres veces estuve yo a punto de irme de su lado porque no le aguantaba más. Incluso le dejaba las llaves del taller a la vecina porque me marchaba sin tener la intención de volver, pero siempre regresaba, en parte porque él mismo era el primero que luego venía a buscarme. El problema era que tenía un carácter muy fuerte y a los que trabajábamos con él nos echaba unas broncas enormes, pero por cualquier tontería, jamás por temas del trabajo. Era exigente con lo que hacíamos, pero sus trifulcas tan bruscas nunca tenían relación con ello. Yo todo lo que sé de imaginería vino de Buiza, él fue mi gran maestro, y aunque uno nazca con un talento natural para este oficio, el aprendizaje es vital para desarrollarte como artista, y en mi caso se debió a Buiza. Hay que tener en cuenta también las lesiones que padeció tras su grave accidente de moto viniendo de La Algaba, por las que sufrió mucho pese a las varias operaciones que sufrió y que le agriaron mucho el carácter. ¿Concluyó alguna obra de Buiza que quedó sin terminar? No, yo fui colaborador suyo durante el tiempo que estuve en su taller. No sé si compañeros como Francisco Berlanga o Juan Miñarro, que llegaron más tarde (el primero estuvo conmigo antes de estar con Buiza y a Miñarro se lo presenté yo) terminaron algunas de sus obras, pero yo no. Buiza y yo modelábamos y policromábamos mano a mano. Había que tener cualidades para estar con él, y es cierto que Buiza sacaba partido a todo el mundo que tenía a su alrededor. Tú te tenías que adaptar totalmente a su forma y acabar todo exactamente como él quería. Buiza, que trabajaba mucho con modelos del natural, especialmente los femeninos, modelaba siempre en barro a pequeño formato, luego llevaba el modelo a la escayola para pasarlo posteriormente ampliado a la madera. Era un artista extremadamente riguroso en todo lo que hacía, especialmente en el acabado de todos sus trabajos, ya fuese la talla, el lijado del estuco o las policromías. Con él colaboré en obras como la decoración escultórica del paso de misterio de la cofradía sevillana de Los Gitanos, la restauración de la Virgen del Rosario de Montesión (Sevilla) o el Cristo Resucitado de la hermandad del mismo nombre de Sevilla, estando el Ángel con el que procesiona policromado por mí al completo; eso sí, en todo momento bajo las rigurosas directrices del maestro. ¿Logró aportar algo de su propia cosecha durante los años que estuvo junto a su maestro? Sí, en las policromías introduje algo que Buiza, muy amante de los tonos rojizos y los tonos tierra, no hacía hasta mi llegada: el empleo de tonos azules, verdes y transparencias para diversos aspectos de la policromía. A pesar de sus iniciales reticencias, lo acabó aceptando. ¿Está de acuerdo con que fue uno de los grandes maestros de la imaginería andaluza del siglo XX? Para mí, nadie tallaba en Sevilla como lo hacía Francisco Buiza. Nadie resolvía una escultura como él, ni tenía ese manejo de los volúmenes, que además los sacaba en un instante, ya fuese de la madera o del barro. Era también sorprendente ver el juego que le daba a los efectos sanguíneos en sus imágenes de Cristo en la Pasión. A Buiza le encantaba plasmar la sangre y el sufrimiento en ese tipo de figuras. |
No concluyó ninguna obra de Francisco Buiza; sin embargo, sí lo hizo de otro de los grandes del gremio de la época: el gaditano Luis Ortega Bru. Sí, el Cristo Atado a la Columna de Linares (Jaén). Fue cuando yo tenía mi taller en la calle Castellar. Ortega Bru era todo lo contrario a Buiza, tanto personal como profesionalmente, pero ambos se tenían una gran admiración. Con todos los encargos que recibió y a pesar de ser uno de los mejores imagineros que pasaron por Sevilla, Ortega Bru no obtuvo en vida el reconocimiento y estatus social que realmente merecía. Cuando falleció, sin poder cobrar parte de lo que se le debía por los trabajos realizados hasta su muerte en el Cristo Atado a la Columna de Linares, el inacabado Cristo pasó al taller de Luis Álvarez Duarte, autor de la Dolorosa de su cofradía, quien comentaba por entonces que el propio Ortega Bru, poco antes de morir, le había dicho que sólo él podía terminarlo. Sin embargo, pasaron dos años y el Cristo seguía tal y como entró en su taller. La Hermandad de la Columna acabó perdiendo la paciencia y decidió llevárselo. Fue entonces cuando el orfebre Manolo de los Ríos, que por entonces trabajaba para la cofradía linarense, les puso en contacto conmigo y fui yo quien terminó la talla. No es cierto que yo solamente hiciera la policromía, ya que el Cristo estaba sólo sacado de puntos; me tuve que hacer cargo, por tanto, de terminar la talla siguiendo las líneas impuestas por Ortega Bru, estucarla y policromarla. Eso sí, aparte de lo que cobré por mi trabajo, la imagen, aunque ya estaba acabada, no se la llevó la hermandad a Linares hasta que pagó a la viuda de Ortega Bru todo lo que debía a su difunto marido por su labor. Esa fue la única condición que yo puse. Juan, nos gustaría saber su opinión sobre la escultura sacra que se hace hoy en día. La veo bastante bien. Hay muchísimos más imagineros que en la época en que yo empezaba. Además, antes los imagineros se hacían en los talleres; hoy salen mucho más preparados porque cuentan también con su formación en la facultad. Tanto en Sevilla como en otras provincias, caso de Córdoba o Granada, hay muy buenos imagineros. Yo creo que todos seguimos los patrones clásicos, porque pienso que en este arte ya está todo inventado. Ortega Bru, por ejemplo, era un gran admirador de Miguel Ángel y de Leonardo Da Vinci, algo que podemos ver en la fuerza de sus esculturas y en los dibujos y el diseño de sus bocetos, respectivamente. Los escultores siempre hemos intentado sacar lo mejor de nosotros mismos a partir de grandes maestros como esos; maestros entre los que, por supuesto, hay que incluir, en nuestro caso, a otros como Juan Martínez Montañés o Juan de Mesa. También veo a muchos imagineros copiando a Juan de Astorga e incluso yo he visto personalmente a varios ponerse delante de mi Virgen de la Concepción de Córdoba. Con esto último quiero decir que, cuando una obra gusta, todos quieren beber de ella. Por último, Juan, hay algo que te gustaría añadir a todo lo comentado. Retomando el tema de mi etapa junto a Francisco Buiza, me gustaría aclarar, ante unos comentarios que fueron publicados en una ocasión y faltan a la verdad, que a mí el maestro nunca me echó de su taller. Me fui yo por mi propia voluntad y sin rencillas entre ambos; simplemente, me casé y tuve hijos, al tiempo que tuve la fortuna de recibir mis primeros encargos propios que, como ya he dicho, fueron de envergadura, y el sueldo que Buiza me pagaba estando yo soltero, sin ser bajo, resultaba ya insuficiente para llevar adelante una familia. |
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