Imagen de Jesús muerto en la cruz labrada para presidir la capilla del Centro de Retiro "Santa María de los Provinciales" en Castilblanco de los Arroyos (Sevilla). Es una obra de tamaño natural, en madera de cedro estucada y policromada al óleo, utilizando el escultor la talla directa sin modelo para el cuerpo.

Su iconografía responde a un Cristo que, aún muerto, da la sensación de querer salir del madero para abrazar al espectador. Su mirada, perdida y entreabierta, otorga paz a una expresión que busca la comunicación con los fieles. La cabeza no está descolgada, simbolizando así su victoriosa muerte por la salvación de los hombres. Los cuatro clavos aparecen en las muñecas y en los pies cruzados, montando el izquierdo sobre el derecho. La corona de espinas está tallada en la cabeza, con espinos de acacia añadidos en sus ramas.

El leño del Crucificado, cubierto con sudario cordífero, se ha realizado de sección cuadrangular y toscamente cepillada con el fin de dar un mayor naturalismo a esta figura, cuyo estilo manifiesta unas formas más barrocas de lo habitual dentro de la línea estética del artista sevillano, por expreso deseo de las religiosas.