El escultor e imaginero Fernando Aguado Hernández reinterpreta desde su personal estilo la clásica iconografía del "Ecce Homo" para la hermandad homónima del municipio alicantino de Aspe. Una visión naturalista aunque sin perder los matices barrocos, de cuerpo entero y tamaño natural, que muestra a Cristo exhibido ante la plebe por el gobernador romano Poncio Pilato tras el tormento de la flagelación.

Aguado quiere representar la resignación que adopta Jesús ante el trance pasionista, cuyos primeros síntomas resultan visibles en su abatido rostro y, sobre todo, en las terribles heridas del cuerpo, causadas por los numerosos latigazos, palos y golpes recibidos. Para ello, entre otros recursos, ha dispuesto la figura frontalmente y de pie, sobre una peana que imita el mármol rojo veteado de blanco, inclinando suavemente la cabeza hacia el fiel con el fin de transmitir mejor sus sentimientos de dolor y esperanza.

Se ha optado en su ejecución por el procedimiento de la talla directa, a excepción de la cabeza, que ha sido modelada y sacada de puntos. La policromía, muy estudiada y rica en matices, resalta el dramático tratamiento que Aguado da a un simulacro provisto de todos los humillantes atributos del Ecce Homo: corona de espinas de acacia natural, clámide plateada y una caña que apenas puede sostener ante la falta de fuerzas.

Esta obra reemplaza a una anterior labrada por Valentín García Quinto (1995), y se une al grupo existente de figuras de misterio -Pilato, Barrabás, Claudia Prócula, un sanedrita y dos militares romanos-, tallado también por Aguado (2006-2008) que fue presentado en su momento por La Hornacina, con lo que la composición actual del conjunto escultórico queda íntegramente de la mano del reconocido artista hispalense.