El reconocido artista Alejandro López nos hace llegar su último trabajo: una imagen del Beato Padre Arnaiz para la ciudad de Málaga. Desde hoy podrá visitarse en su templo, la Iglesia del Sagrado Corazón (Plaza de San Ignacio de Loyola, s/n), donde permanecerá expuesta hasta su bendición el próximo domingo, coincidiendo con el 95 aniversario del fallecimiento del religioso. Tras el acto, la imagen será ubicada en su enclave definitivo: la presidencia del retablo del Sagrado Corazón donde se veneran sus restos mortales.

La historia del Padre Arnaiz, vallisoletano de nacimiento (1865), pudo ser como la de cualquier otro cura de su tiempo. Fue un buen sacerdote, como tantos otros, pero poco más, y ni mucho menos admirado como santo. Su historia de santidad comenzó en el momento en que decidió, tras la muerte de su madre, abandonar su vida de cura párroco para ingresar en la Compañía de Jesús, a la que se entregó por completo.

Ya destacó durante su noviciado, como lo hizo posteriormente en todos los ministerios apostólicos que le fueron encomendados por sus superiores, pero fue en Málaga, consagrada al Corazón de Jesús en 1887 por su obispo el también beato Marcelo Espínola, donde el Padre Arnaiz dejó lo mejor de su sacerdocio: incesante apostolado en hospitales y cárceles, predicador de ejercicios espirituales, director de las Hijas de María, impulsor del Apostolado de la Oración... convirtiéndose en un director de almas cada vez más reputado y requerido.

Pero el Padre Arnaiz fue ante todo uno de los grandes misioneros populares de España. De entre todas sus obras, la aportación más original y novedosa fue la invención de las "Doctrinas Rurales" en los años 20: junto a un grupo de mujeres seglares, conmovido por el atraso social y cultural de muchos de los pueblos, aldeas y pedanías de la Serranía de Málaga, el Padre Arnaiz se decidió a asistirlos fundando escuelas y amparando material y espiritualmente a los habitantes de dicha comarca.

Fue en definitiva el Padre Arnaiz un hombre con los pies en la tierra y la mirada y el corazón en el cielo. Y así precisamente es como lo ha querido retratar el escultor y pintor malagueño, afincado en Sevilla, en esta escultura realizada en madera tallada y policromada, que, como hemos dicho antes, presidirá la hornacina donde se veneran sus restos mortales, en un templo neogótico consagrado en 1920 por su muy querido obispo San Manuel González y donde el mismo Padre Arnaiz se encargó de todos los detalles de su inauguración.