Se trata de una monumental fábrica del bajo renacimiento que ocupa el altar mayor del templo y cuya ejecución duró 35 años (1585-1608), interviniendo en ella el famoso escultor jiennense Andrés de Ocampo junto con otros artistas de la talla de Jerónimo Hernández, Juan Bautista Vázquez el Mozo y Miguel Adán. Las labores de policromía, dorado y estofado corrieron a cargo de Juan de Salcedo y Antonio Pérez.

El retablo está formado por tres cuerpos y un ático, tiene siete calles de las que cuatro son de nicho e imaginería y las tres de mayor anchura, de relieve.

La calle central presenta tabernáculo y manifestador en el primer cuerpo. Los apóstoles contemplan el sepulcro de la Virgen vacío en el segundo cuerpo mientras asciende al cielo en el superior. En el último cuerpo aparece el Padre Eterno. En las hornacinas existen imágenes de apóstoles y en los relieves están representadas escenas de la vida de la Virgen. Por todo el conjunto se reparten columnas dóricas, jónicas y corintias. 

Según informa la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, la situación del retablo es preocupante, encontrándose defectos constructivos que se han venido a sumar a una serie de intervenciones indiscriminadas, observándose mutilaciones, añadidos, transformaciones, eliminación de numerosos puntos de apoyo y travesaños de atado. Por otra parte, la humedad ha provocado contracciones y dilataciones que han terminado produciendo movimientos incontrolados, torsiones, grietas, desajustes y aberturas de ensambles; perdiéndose además piezas y sufriendo el retablo un fuerte ataque de insectos xilófagos e incluso termitas.

En este caso, el polvo, tan perjudicial, no le ha afectado, al haberse realizado hace tres años una limpieza exhaustiva del retablo gracias a unos trabajos que también fueron financiados por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y cuyo coste ascendió a 15.000 euros.