Retomando la iconografía habitual de la Quinta Angustia o Piedad, el polifacético artista valenciano Pedro Arrúe pretende representar de forma simbólica el profundo dolor que produjo la muerte de Cristo en el alma de su madre, María, que aparece consolada por San Juan Evangelista y un querubín.

En la figura de la Virgen una gran perforación a la altura de su pecho alude al vacío emocional que supone la pérdida del Hijo; dentro de la misma se posa el Espíritu Santo en forma de paloma, simbolizando también la consideración que tiene María como primer templo de Dios.

Se trata de un conjunto escultórico de reducidas dimensiones, vaciado en bronce mediante la fundición a la cera perdida. La ejecución del prototipo en cera se ha resuelto en base a una síntesis de los rasgos de las figuras, conservando incluso huellas del proceso tales como el goteo parcial del propio material.

Este aspecto abocetado, sumado al dinámico tratamiento de las figuras centrales, enlaza con formas comunes en la escultura expresionista, de escasa incidencia en la plástica de temática religiosa. El tema fue abordado hace unos años por Pedro Arrúe y ahora queda actualizado con esta escultura que titula El Desgarro.