El trabajo representa la escena navideña de la Sagrada Familia, realizada en este caso por el escultor e imaginero sevillano en terracota policromada al óleo, teniendo San José una altura de 70 cm y la Virgen de 50 cm. La imagen mariana se encuentra, además, provista de pestañas superiores de pelo natural.

En un primer plano, nos encontramos a María sentada con Jesús en su regazo. La madre presenta una actitud dulce, con rostro de cariño y amor, mostrando un íntimo vínculo de unión con su hijo, que muestra un carácter inocente y travieso. Tales características nos traen reminiscencias procedentes del Romanticismo decimonónico, donde las obras destacan por las actitudes comentadas, en contraposición a imágenes de tiempos pretéritos, las cuales se muestran con un porte más regio, exaltando más lo divino que lo humano.

Junto a estas dos figuras se presenta, de pie, la imagen de José que, siguiendo la misma línea estética de las anteriores, presenta una actitud apacible, adorando al niño desde un segundo plano. Con el patriarca se consigue también que el conjunto se perciba como una escena cálida y acogedora.

Por último, debemos hacer especial mención a la policromía utilizada por Ayala, la cual se caracteriza, entre otros detalles, por el uso de frescores muy sutiles que resaltan aún más la dulzura del conjunto.