TEMPLUM FINE ART AUCTIONS. SUBASTA DE NAVIDAD 2023
11/12/2023
Templum Fine Art Auctions pertenece a las principales casas de subastas de Europa. Está formada por un equipo de profesionales con más de 20 años de experiencia en el mercado del arte, las antigüedades y las subastas. Se encuentra en el barrio de L'Eixample de Barcelona y subasta objetos de arte de alta calidad de diversas categorías. Además, ofrece colecciones exclusivas de procedencia privada. El próximo 20 de diciembre, a las 16:30 horas, Templum celebrará una Gran Subasta de Navidad Alta Época Maestros Antiguos y Colonial. De lunes a viernes, de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas, y los sábados de 10:30 a 14:30 horas, está abierta la exposición de lotes (Carrer del Rosselló, 193), que incluye pinturas y esculturas de alta calidad del citado periodo, además de muebles, relojes y joyas. |
Gregorio Fernández La figura es exactamente el mismo modelo de la Inmaculada Concepción creado por el escultor e imaginero gallego Gregorio Fernández (Sarria, Lugo, 1576 - Valladolid, 1636) a partir del ejemplar que hiciera en 1617 para el convento vallisoletano de San Francisco, y que fue reproducido repetidamente, incluso en vida del maestro, por discípulos e imitadores. Es una obra escultórica de extraordinaria calidad artística y plástica. No está documentada, pero puede ser atribuida a Gregorio Fernández, de cuyo taller saldría en el último periodo del artista, entre 1620 y 1636. Así lo evidencian su diseño compositivo, sus características formales y algunos detalles específicos de su ejecución. Esta Inmaculada procede de una importante colección particular española. Medidas: 152 x 90 x 52 cm (con peana: 215 x 90 x 60 cm). El examen organoléptico permite afirmar que su estado de conservación es muy bueno, aunque se observan pequeños roces y desconchones de escasa importancia. La Virgen está de pie, en posición frontal y estática, casi hierática, con el pie izquierdo adelantado. Presenta un rostro juvenil, con cuello cilíndrico y cabeza redondeada. Sobre la frente se disponen pequeños mechones de pelo, como en otras inmaculadas autógrafas. Su larga y ondulada cabellera se divide en dos niveles, manteniendo la simetría: las guedejas frontales caen hasta los hombros y el resto se desliza por los hombros y la espalda hasta por debajo de la cintura. Mantiene las manos unidas, en gesto orante. Viste túnica blanca, ceñida con cintillo, decorada con motivos botánicos mediante la técnica del estofado, y resaltada con cenefas en escotadura, bocamangas y fimbria. Se cubre con manto azul, orlado con greca formada por roleos vegetales aplicados a punta de pincel, y tachonado de estrellas doradas de siete puntas. Túnica y manto muestran plegados amplios, aristados y quebrados, marcando oquedades, especialmente en el tercio inferior; los de la parte posterior del manto se recogen, como es habitual, en un abullonamiento que parece prendido de un alfiler invisible. La figura se asienta sobre el cuarto lunar y un cúmulo de nubes con un grupo formado por tres cabezas de angelitos alados, que, como la Virgen, tienen ojos de pasta vítrea, lo que parece un añadido posterior. Asimismo, va circundada por un halo con rayos dorados, rectos y flameados, en el que se despliega una inscripción tomada del Cantar de los Cantares. La base, cúbica, es del siglo XVII, y está decorada con el anagrama de María, además de molduras doradas en su base y cornisa, y tarjas vegetales en los frentes. |
Juan Bautista Maíno La huella del caravaggismo es incuestionable en su pintura, si bien Maíno (Pastrana, Guadalajara, 1581 - Madrid, 1649) se decantó por un naturalismo de sombras atemperadas, luces claras y transparentes e intenso cromatismo en la senda de Orazio Gentileschi y Carlo Saraceni. La técnica miniaturística, el pequeño formato y el soporte de cobre en algunas de sus obras proceden de los pintores nórdicos residentes en Roma, como Adam Elsheimer, con quien compartió el gusto por los paisajes umbríos, húmedos y de luces filtradas, aunque en este género tuvo también presentes las pautas idealizadoras y poéticas de Annibale Carracci y Domenichino. Regresado a Pastrana, realizó hacia el año 1611 las pinturas de un retablo perteneciente al convento de las franciscanas concepcionistas: una "Trinidad" y una "Encarnación", descubiertas no hace mucho y recientemente restauradas. En ese mismo año lo sabemos asentado en Toledo, realizando obras para la catedral (perdidas). En 1612 contrató, para el convento dominico de San Pedro Mártir, los lienzos del retablo mayor, un conjunto absolutamente magistral que, en número de diez, se conserva en el Museo del Prado de Madrid. Durante su permanencia en Italia debió de aprender la técnica al fresco, con la que realizó las escenas y alegorías del coro alto y bajo del mismo convento. La presente composición de la Adoración de los Pastores (óleo sobre lienzo, 220 x 165 cm), de la que se conserva una versión en la National Gallery de Londres, es una versión del siglo XVII sobre lienzo en la que observamos a María levantando con delicadeza al recién nacido mientras San José, apoyado en su bastón, mira con ternura al Niño Jesús. Están rodeados de figuras, incluidos dos pastores que unen sus manos en adoración, mientras que otros ofrecen aves y corderos como obsequio. Dos corderos atados se colocan estratégicamente frente a Cristo, en alusión a su futuro sacrificio en la Cruz. La Virgen y el Niño están brillantemente iluminados desde la izquierda, mientras que el resto de las figuras que se agolpan a su alrededor están parcialmente en la sombra. En el fondo, los pastores se muestran en un episodio anterior en el que un ángel les anuncia el nacimiento de Cristo. La presente composición procede de una colección particular española. Ha sido atribuida a otros artistas españoles y napolitanos como Bartolomé Esteban Murillo, José de Ribera y Francisco de Zurbarán. |
Joos van Cleve Joos van Cleve (¿Cléveris?, hacia 1485 - Amberes, 1540 o 1541) fue miembro de una familia de artistas, pues el apellido Cleef se repite entre los pintores de Amberes. Es poco lo que se conoce de su vida y de su carrera artística. Podría haber nacido en Cléveris (Cleve en alemán, Kleef en neerlandés), actualmente ciudad alemana pero en el siglo XVI se hallaba en el ducado de Cleves, parte de los Países Bajos. Dedicó su carrera al retrato y la pintura religiosa, en ocasiones repitiendo sus composiciones de figuras abigarradas, fondos de arquitecturas renacentistas y venta fácil. La "Muerte de la Virgen" del Wallraf-Richartz de Colonia, fechada en su marco en 1515 y firmada con monograma, sirvió de punto de partida para el reconocimiento de su estilo inicial y atribuirle así las obras que hasta entonces se habían asignado al Maestro de la Muerte de la Virgen. Desde 1524, con "La lamentación" del Städelsches Kunstinstitut de Fráncfort, se advierte un giro en su pintura hacia modelos de Italia, aunque no existe constancia documental de ningún viaje a aquel país. Es posible, en cambio, que lo hiciese a Francia, a donde según Guicciardini fue llamado por Francisco I para trabajar como retratista en la Corte. Entre 1528 y 1535 no figura en los registros del gremio de San Lucas, periodo que pudo haber pasado efectivamente en Francia, desde donde quizás viajase a Inglaterra para retratar a Enrique VIII, atribuyéndosele en este momento numerosos retratos, siempre de carácter sobrio. En España está representado en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, que guarda dos de sus obras: "Autorretrato", pintado hacia 1519, y "Niño de la Pasión sobre la bola del mundo" (hacia 1530). En el Museo del Prado un "Retrato de anciano" procedente de la colección real, que estuvo atribuido Hans Holbein el Joven, cuya obra pudo conocer Cleve en Inglaterra, y un "Salvador del Mundo" de atribución dudosa, que repite un modelo del Museo del Louvre. En Gran Canaria, específicamente en la Ermita de Nuestra Señora de las Nieves se le atribuye el "Tríptico de las Nieves". Este óleo sobre tabla (37 x 29 cm) representa la popular iconografía mariana de la Virgen de la Leche, propia del ciclo navideño, y es un espléndido ejemplar de la Escuela flamenca del siglo XVI. |
Juan de Mesa Talla en madera de San Nicolás de Tolentino del círculo del escultor e imaginero cordobés, con peana dorada y conservando la policromía de origen. Zonas de madera doradas, estofadas y esgrafiadas, con pequeñas faltas. Medidas 140 x 73 x 63 cm (con peana: 168 x 73 x 63 cm). Procede de una antigua colección particular francesa. Después de la Conquista de América y con la expansión de la Iglesia en la civilización mexica, surgió la necesidad de contar con imágenes devocionales, que además de decorar los recién construidos templos y conventos, se acercaran a la población nativa de forma humanizante, como medio de transmisión de la evangelización. Durante los primeros años de la vida colonial, los encargados fueron los frailes, ya que a través de sus escuelas de artes y oficios enseñaron a los indígenas las técnicas de la escultura policromada y estofada. Tiempo después llegaron a Nueva España maestros escultores, que trabajaban siguiendo los cánones europeos establecidos para la fabricación de esculturas. Desde el siglo XVI fue traída desde España la técnica del estofado, utilizada en las túnicas y mantos de las imágenes devocionales usualmente con motivos vegetales o animales. Las tallas que encontramos durante la primera época de la Conquista -siglo XVI y principios del siglo XVII- presentan cuerpos con escasos detalles, con actitudes hieráticas y cuerpos y ropajes casi rectos, sin movimiento. Con el paso del tiempo, las líneas se hacen más harmoniosas, y las posiciones del cuerpo de los personajes y los paños adquieren más movimiento. Fueron emitidas ordenanzas desde el Virreinato para poder regular el trabajo y garantizar el buen funcionamiento de los artesanos que practicaban este oficio. Destacó desde las primeras fases de la Conquista, la influencia de los maestros españoles del manierismo, como Gregorio Fernández, Juan de Mesa o Juan Martínez Montañés, fue de la que bebieron los primeros frailes y maestros escultores a la hora de replicar los modelos procedentes de Sevilla que llegaban al Nuevo Mundo en forma de grabados. |
Luis Tristán Pintor toledano coetáneo al hijo de El Greco, Jorge Manuel Theotocópuli, con el que colabora en algunas obras, como el túmulo levantado en 1621 con motivo de la muerte del rey Felipe III. Su estilo, gracias a lo heterogéneo de su formación, aparece muy variado, casi contradictorio, en ocasiones. La fuerte impronta de El Greco permanecerá siempre en la pintura de Tristán, sobre todo en el alargamiento y la inestabilidad de sus figuras; pero su conocimiento directo de la experiencia caravaggista en Roma, precisamente en unos años en los que ésta se encuentra en pleno auge, lo vinculan también hacia un naturalismo patente en algunas de sus obras. Más que una evolución personal entre dos maneras que parecen contrapuestas, Tristán parece inclinarse hacia una u otra en momentos concretos, ya sea por decisión propia o por imposición de la clientela. Asimismo, el estudio de las composiciones venecianas es apreciable en su pintura, pero sin duda la más clara influencia viene determinada por las obras que Juan Bautista Maíno dejó en Toledo, especialmente el gran "Retablo de las Cuatro Pascuas" del templo de San Pedro Mártir, antes mencionado, novedosa plasmación del naturalismo romano avivado con un suntuoso colorido. Todo ello se verá reflejado en obras como el conjunto que realiza Tristán en 1616 para la iglesia parroquial de Yepes (Toledo), uno de los más importantes de su producción, del que el Museo del Prado guarda dos ejemplos de santas. El resto de las obras de Tristán en la pinacoteca madrileña son seis lienzos con los que se le vincula, aunque uno de ellos sea muy dudoso, y que provienen en su mayoría del Museo de la Trinidad, además de un "Anciano" procedente de la Colección Real y "La Última Cena" adquirida en 1993 gracias al legado Villaescusa. En este caso, hablamos de un óleo sobre lienzo (122 x 102 cm) que representa a San Jerónimo penitente o a San Jerónimo en oración. La pintura procede de una importante colección particular de Madrid. |
Iacob Renpoldt Este tríptico benedictino firmado y fechado (1587) por Iacob o Jacob Renpoldt está realizado al óleo sobre tabla. Cerrado, sus dimensiones son 140 x 96 x 10 cm; abierto, 140 x 196 x 10 cm. Los exteriores de las dos puertas centrales representan a San Francisco de Asís recibiendo los estigmas y a Santo Domingo Abad con la serpiente a la derecha. En su interior, un obispo centra el conjunto vestido con ricas túnicas de seda, una mira cuajada de piedras preciosas y un espectacular báculo en plata dorada con perlas; a su derecha el abad mayor de la orden junto a un monje benedictino, y, en el interior de cada puerta lateral, sendos santos de la Orden Benedictina junto a un escudo nobiliario de armas rematando el ángulo inferior izquierdo. Posiblemente es un encargo devocional de un monasterio de la Orden Benedictina en el área católica de Flandes, quizás Lieja o Bruselas. Procedencia de una antigua colección particular de Barcelona. |
Juan de Juni Nacido posiblemente en la ciudad francesa de Joigny, a la que su apellido parece hacer referencia, Juan de Juni se establece en España hacia 1533, atraído por la importante actividad artística que se desarrolla en el reino de Castilla. Juni lleva a cabo en nuestro país una producción de tan alta calidad que pasa a convertirse, junto con Alonso Berruguete, en figura cumbre del manierismo hispano flamenco. Esta Virgen con el Niño, obra segura de la escuela flamenca del norte de Castilla del siglo XVI, se atribuye a Juan de Juni (1506-1577). Procede de una importante colección particular y mide 109 x 50 x 23 cm. |
Pedro Núñez de Villavicencio Pareja de niños. De las tres versiones conocidas del mismo autor con la misma temática, la obra que Templum tiene el honor de presentar en la Subasta de Navidad 2023 sobresale frente al resto por sus exquisitos detalles y cuidada técnica, así como por su excelente estado de conservación en policromía, sólo con ocho pequeños parches en la trasera y sin reentelar. Procede de una importante colección particular española, y en este caso el lote no está sujeto a reserva. La pieza es un óleo sobre lienzo (164 x 110 cm), no acompañado de marco. Nacido en la ciudad de Sevilla, Pedro Núñez de Villavicencio (1644-1695) era miembro de una destacada familia noble andaluza. Al ingresar en 1660 como caballero de la Soberana Orden de San Juan de Jerusalén, debió trasladarse a la isla de Malta, sede de la Orden y de su Gran Maestre, para realizar las pruebas como caballero, desarrollando allí las preceptivas labores de intendencia y también de tipo bélico (especialmente contra los turcos). En sus breves regresos a Sevilla aprovechó para, por ejemplo, retratar al recientemente nombrado arzobispo hispalense Ambrosio Ignacio de Spínola (1670), demostrando lo mucho que conocía el estilo murillesco cuando no estaba bajo el influjo claroscurista de Mattia Preti, y es cierto lo que los clásicos de la historiografía del arte señalan: su gran capacidad como retratista. En otra ocasión aprovecharía para ingresar en la prestigiosa y elitista Hermandad de la Caridad. En agosto de 1695, Núñez de Villavicencio regresaba a Madrid desde Sevilla, donde habría viajado por asuntos personales o para descansar. Seguramente iba a reincorporarse a su puesto, cuando falleció en la posada donde se alojaba. Así se recoge en los libros de cuentas de la recibiduría de Madrid de la Orden de San Juan de Jerusalén, en los que se recogen las cuentas debidas a su muerte e, incluso, un somero inventario de sus posesiones en su último momento, así como otros detalles de su testamental. |
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