EL INFIERNO SEGÚN RODIN

11/10/2017


 

 
 
Detalle de Fugit Amor (hacia 1885)

 

En 1880, Auguste Rodin recibe un encargo que cambia su vida: La puerta del Infierno, una puerta monumental decorada con bajorrelieves que representaran la Divina comedia de Dante. La obra debía servir de entrada para un museo de artes decorativas que el Estado francés quería crear en París, siguiendo el ejemplo del South Kensington Museum de Londres (actual Victoria and Albert Museum). Aunque se trataba de un encargo relativamente modesto, Rodin puso en él todas sus energías y su impulso creativo y durante los siguientes años trabajó tanto en la dimensión arquitectónica de la puerta como en los cientos de figuras y grupos que habitarían en ella, creando formas nuevas para expresar con detalle las pasiones humanas.

Cuando Rodin recibe el encargo de una puerta decorativa en 1880, todavía es un artista poco conocido que ha pasado la mayor parte de la década de 1870 en Bélgica y ha tenido que batallar para exponer su primera gran figura, La edad de bronce, en el Salón de 1877. Edmond Turquet, subsecretario de Estado de Bellas Artes, quien le había apoyado para el encargo de un ejemplar en bronce de La edad de bronce, le encomienda en esta ocasión un "modelo de una puerta decorativa» adornada con «bajorrelieves que representen la Divina comedia de Dante", según los términos del decreto firmado por el ministro Jules Ferry el 16 de agosto de 1880.

La puerta del Infierno ocupa un lugar preponderante en la obra de Rodin. Lo que al principio no era más que un encargo discreto y relativamente modesto no tardó en convertirse en el proyecto más grande de su carrera. La puerta del Infierno fue un crisol donde el artista mezcló cientos de figuras y grupos, creados en pocos años, pero también una reserva de donde extrajo, hasta su muerte, la materia prima de gran parte de su creación. La lectura de La puerta del Infierno arroja luz sobre toda la obra de Auguste Rodin. En ella se condensan sus indagaciones estilísticas, y es el punto de partida de muchas variantes, realizadas con sus técnicas preferidas: fragmentación, reunión, ampliación, reducción, repetición... Rodin, fascinado por el cuerpo (dolorido, violento o erótico), dibuja, modela y retoca sin cesar sus creaciones anteriores para captar y expresar todos los arrebatos del alma. La presentación excepcional de muchos dibujos, a menudo con anotaciones de Rodin, mostrará esta indagación de la composición y el movimiento.

Durante el periodo de intensa actividad creativa iniciado en 1880, Rodin creó un amplio repertorio de varios cientos de formas. El escultor no las incluyó todas en La puerta del Infierno, o no lo hizo inmediatamente, pero desde entonces y hasta el fin de su actividad reutilizó figuras, grupos y fragmentos para sus creaciones posteriores. Los primeros ejemplos fueron simplemente aislados y realzados colocándolos sobre una base (pedestal, roca, zócalo) para poder exponerlos, en yeso o traducidos en otro material como el bronce o el mármol. A otros se les ensambló algún elemento (cabeza, brazo, pierna, figura entera) para crear una obra nueva, y otros, desde finales de la década de 1890, se aumentaron o redujeron, enteros o fragmentados, modificando así profundamente su presencia ante el espectador, hasta el punto de que en estos casos se deben considerar como versiones completamente nuevas de obras antiguas.

La puerta del Infierno se articula en grandes líneas verticales y horizontales, a veces muy sobresalientes, que Rodin anima recurriendo a molduras variadas. Fascinado durante toda su vida por los monumentos del pasado, aprovecha sus viajes por varias regiones francesas para hacer apuntes de un sinfín de perfiles de molduras, tratando de encontrar las que mejor se ajusten a su gran obra. También dibuja muchas fachadas, atento a los juegos de luces y sombras en los relieves. Las figuras y los grupos creados para La puerta del Infierno pasan por una fase de adaptación para poder colocarlas en el conjunto. El escultor tiene que modificar sus bases, cortar algunas partes o cambiar la posición de algunos miembros, para conectar sus creaciones con el fondo o el marco de la puerta. Para ello también renueva el tratamiento de ciertos elementos del vocabulario decorativo tradicional, como las hojas de acanto y los follajes.

 

 
 
Primera maqueta de La puerta del Infierno (1880)

 

Rodin se inspiró inicialmente en el Infierno de Dante, pero de forma muy personal, sin pretender ilustrar de forma literal el texto. Al igual que muchos artistas, está fascinado por el Infierno, la primera parte de la Divina comedia en la que Dante describe su recorrido por los nueve círculos que forman las regiones infernales. Guiado por el poeta latino Virgilio, Dante quiere encontrarse en el Paraíso con su amada Beatriz.

Durante cerca de diez años, Rodin se aplica a la tarea con frenesí, tratando de plasmar sus ideas con el dibujo y el modelado. Medita la composición global de su obra y al principio imagina una puerta formada por cuarterones yuxtapuestos con paneles esculpidos en bajorrelieve, como muestran las dos primeras maquetas modeladas y varios grandes dibujos de conjunto. Por entonces se inspira en modelos más antiguos, sobre todo en La puerta del Paraíso de Lorenzo Ghiberti y en las puertas realizadas por Henry de Triquetti para la iglesia parisina de la Madeleine. Muchos folios representan escenas de asambleas de hombres que en realidad son sombras, almas de condenados, visiblemente concebidas para ocupar los espacios delimitados por la estricta estructura ortogonal de las dos hojas de la puerta de cuarterones.

En una segunda fase Rodin concibe unas hojas menos compartimentadas, con las figuras mezcladas en un espacio más unificado. Es lo que muestra la tercera maqueta de La puerta del Infierno, que también revela un estudio del desarrollo en profundidad de la composición. Muchos dibujos y varias esculturas representan escenas que pueden relacionarse con ciertos pasajes del Infierno, pero el artista, como hemos apuntado anteriormente, nunca ilustra literalmente el texto de Dante. La relación es más sutil, a veces tenue, y a menudo son sus anotaciones en las obras las que nos permiten establecer la conexión. Los temas principales son los pecados y sus castigos, y en general los sufrimientos que se causan a sí mismos los seres humanos debido a sus defectos, pero también a sus sentimientos.

Entre los años 1884 y 1885 Rodin parecía suficientemente satisfecho del estado en el que se encontraba la obra, por lo que pide presupuesto a los fundidores y logra que le encarguen la fundición, pero esta no se lleva a cabo. Entonces Rodin comienza a tomarse otras libertades bajo la influencia cada vez más clara de Las flores del mal de Charles Baudelaire, que se entremezcla con la de Dante. Aparecen nuevos asuntos; otros cobran mayor importancia: los sentimientos dolorosos se matizan con expresiones más ambiguas y las nociones de sensualidad y seducción irrumpen en pleno Infierno. Esta inflexión proyecta La puerta del Infierno hacia lo universal, mucho más allá de los círculos dantescos. Este nuevo carácter hace que la crítica simbolista se apasione por ella y la vea como la obra emblemática de la atmósfera del fin de siglo.

En 1888 el coleccionista Paul Gallimard pide a Rodin que ilustre su ejemplar de la edición original de Las flores del mal con dibujos hechos directamente en el libro. El artista retoma entonces varios motivos creados para La puerta del Infierno y los aplica a los poemas del libro, con un sistema peculiar, muy personal, de relacionar el texto y las imágenes (a menudo el dibujo, más que ilustrar todo el poema, se refiere a un fragmento, que puede ser un único verso). Algunos dibujos son específicos y no se encuentran en ninguna otra parte, pero la mayoría toman como modelo una figura dibujada o esculpida para La puerta del Infierno, o derivada de ella.

 

 
 
Segunda maqueta de La puerta del Infierno (1880)

 

La exposición El Infierno según Rodin, organizada con motivo del centenario de la muerte del artista, recorre la historia de esta obra icónica, que el artista nunca dio por terminada y que fue expuesta una única vez. Las esculturas, maquetas y dibujos reunidas permiten descubrir el proceso creativo de Auguste Rodin, así como el conjunto de su carrera, pues en La puerta del Infierno se condensan sus indagaciones estilísticas y de ella, como hemos visto, surgieron algunas de sus esculturas más conocidas.

La exposición presenta cerca de 150 obras: unas 100 esculturas, 30 dibujos y varias fotografías antiguas. La mayoría de las obras proceden de las nutridas colecciones del Musée Rodin (París) -donde El Infierno según Rodin se exhibió del 18 de octubre de 2016 al 22 de enero de 2017-, fruto de las donaciones que hizo el artista al Estado hace exactamente un siglo, y de dos préstamos de colecciones particulares.

En 1898 Auguste Rodin se decide por fin a montar su obra maestra, con la intención de exponerla en una gran retrospectiva de su obra que preparaba coincidiendo con la Exposición Universal de 1900. Para ello tiene que realizar un ejemplar completo, en el que sus vaciadores trabajan durante todo un año, de junio de 1899 a junio de 1900. Pero lo que expone al final es una extraña Puerta del Infierno despojada de las figuras y los grupos que deberían poblar su superficie. Desconocemos los motivos concretos que le llevaron a montar su Puerta en semejante estado. El yeso expuesto en 1900 se guardó después en el estudio del Depósito de Mármoles, y más tarde se llevó a Meudon. En los primeros años del siglo XX Rodin todavía hizo algunas pequeñas modificaciones, pero sin cambiar la estructura ni los principales elementos.

En sus últimos años de vida, Rodin, y con su aprobación Léonce Bénédite, primer conservador del Musée Rodin de París, mandó hacer un nuevo ejemplar completo de La puerta del Infierno a partir de los moldes fabricados en 1899 para preparar la exposición de 1900. Este yeso, expuesto en el Musée Rodin hasta mediados de la década de 1960, está hoy en depósito en el parisino Musée d'Orsay. Se puede considerar que corresponde al estado de La puerta del Infierno alcanzado por Rodin hacia 1890, con la intención inicial de mostrarlo así en 1900, y sirvió de referencia para los ejemplares fundidos en bronce después de la muerte del artista.

El catálogo de El Infierno según Rodin, que reproduce la totalidad de las obras expuestas, incluye seis textos de otros tantos especialistas franceses sobre el contexto histórico y artístico en el que Rodin concibió y desarrolló La puerta del Infierno, los dibujos con los que ideaba y avanzaba su composición, la evolución de todo el proyecto, la influencia de la obra en el arte contemporáneo o la vinculación con Las flores del mal de Baudelaire.

 

 
 
Tercera maqueta de La puerta del Infierno (1881)

 

Del 11 de octubre de 2017 al 21 de enero de 2018 en la Fundación MAPFRE (Casa Garriga Nogués. Carrer de la Diputació 250, Barcelona). Horarios: lunes, de 14:00 a 20:00 horas; martes a sábado, de 10:00 a 20:00 horas; domingos y días festivos, de 11:00 a 19:00 horas.

 

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