Una de las últimas obras del escultor cordobés es una talla completa de tamaño natural (175 cm) que representa al Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina, fundador en 1673 del Hospital de Nuestro Padre Jesús Nazareno para enfermos necesitados y, un año después, de la Orden Hospitalaria Franciscana de Jesús Nazareno.

Precisamente para el templo del hospital cordobés, sede además de la popular cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima Nazarena -que, siendo el Padre Cristóbal hermano de la misma, lo incorporó como titular tras su beatificación por el papa Francisco en 2013-, ha realizado Antonio Bernal, por encargo de las franciscanas hospitalarias, esta efigie que muestra al beato repartiendo pan entre los enfermos, desvalidos e impedidos -en su mayoría, mujeres, niñas y ancianas- que no podían ser atendidos por sus familias.

Más que una imagen divina del beato, Bernal ha realizado un sobrio retrato del sacerdote nacido en Mérida como Cristóbal López de Valladolid en base a los grabados y pinturas que existen sobre su persona. El autor lo inmortaliza como un apuesto y respetable varón en su madurez -lo que equivale a los últimos años de su existencia, ya que murió a punto de cumplir los 52 años de edad como consecuencia del cólera-, de carnaciones mates, vestido con el negro hábito y sin ningún tipo de nimbo o aureola como presea.

Pese a disponerse en un retablo -aún inacabado y bastante original, con pinturas de Ana Infante- la figura se halla totalmente esculpida, incluyendo la alforja de tipo bandolero en la que lleva los panes. Bernal le confiere un tipo más airoso con el movimiento de la capa, luciendo de paso su destreza con el labrado de las ropas.