El reconocido escultor Juan Antonio Blanco Ramos (Sevilla, 1970) concurre a la novena edición de la Bienal de Imaginería "Sebastián Santos Rojas" con una obra de pequeño formato en la que efectúa una peculiar simbiosis entre la iconografía de María Magdalena Penitente y la de la Inmaculada Concepción de la Virgen.

Bajo el título A Corte Gubia, Blanco Ramos realiza un magnífico trabajo de talla directa en madera de cedro real, aplicando finalmente una pátina al agua, lo que da un acabado casi pétreo a la figura.

La Magdalena aparece de pie sobre una base de rocas, casi se diría sobre la cúspide de un promontorio dado el acusado efecto pictórico, propio del expresionismo barroco, que causan la cabellera y las ropas, como si fuesen movidas con fuerza por el aire. Mira absorta el Crucifijo que sostiene con la mano izquierda mientras el pie descalzo pisa la calavera que simboliza la muerte y la efímera existencia humana.

La personal visión del autor con tintes inmaculistas se manifiesta sobre todo en la disposición de la figura, cercana a las Inmaculadas andaluzas de Cano o Murillo, así como en el ampuloso manto, nada que ver con los andrajos propios del penitente, y en la forma en la que junta las manos al piadoso modo de las Purísimas.