El Cristo de la Fundación, venerado en la capilla sevillana de los Ángeles, es un Crucificado muerto de estética manierista, labrado en 1622 por el escultor Andrés de Ocampo. Fijado al madero por tres clavos, muestra la cabeza muy reclinada hacia la derecha y la corona de espinas tallada separadamente del bloque craneal, aunque hasta la intervención efectuada en el año 1778 debió formar parte del mismo.

El rostro del Crucificado de Ocampo, tallado en madera de cedro con una altura de 162 cm, es de expresión serena, con los ojos policromados en la madera, nariz ancha y recta, cejas finas en forma de arco y labios entreabiertos que permiten ver pintados en su interior los dientes superiores. La cabellera, hoy parcialmente mutilada, deja caer por el lado derecho dos onduladas guedejas, mientras que en el izquierdo se pierde por la espalda y descubre totalmente la oreja. La barba y el ralo bigote se hallan también partidos al centro y modelados a base de mechones ondulados y apelmazados.

Titular de la Cofradía de los Negritos, el Cristo posee esbeltos miembros y adopta en la cruz una elegante torsión en forma de curva cóncava que parte de la cabeza, sigue por la cadera izquierda y llega hasta los pies, unidos por el clavo con un tímido avance de la pierna derecha. Los brazos aparecen casi alineados al travesaño, con las manos cerradas y los dedos flexionados, mientras que el torso resalta los músculos pectorales y el arco condrocostal, mostrando el hueco epigástrico muy hundido. Fuertes hemorragias y contusiones se observan en la oscura policromía, especialmente en la zona de las llagas, pómulo izquierdo, frente y rodillas.

El artista sevillano Blasco Rivero acaba de realizar una pequeña copia (60 cm) de esta magnífica hechura, en barro cocido, estucado y policromado al óleo, si bien la cruz ha sido tallada en madera de pino. Esta pieza le ha sido encargada por una familia muy vinculada a la Hermandad de los Negritos.