El artista cordobés reinterpreta muy libremente las parejas de Ecce Homo y Dolorosa que, desde los tiempos de Pedro de Mena y sus discípulos y seguidores barrocos, han tenido gran protagonismo en las devociones particulares y conventuales. Ambas obras son bustos a tamaño natural, labrados en forma de "uve" (los hombros y la parte central del pecho) empleando terracota policromada, de gran naturalismo.

En el caso del Ecce Homo o el Hijo de Dios representado con mansedumbre durante su Pasión, Martín Boillo ajusta sus rasgos personales a otros modelos pasionistas contemporáneos en los que confluyen el dramatismo de los clásicos barrocos y las pretensiones innovadoras en detalles como los rasgos faciales actualizados o la composición del cabello. Su túnica es roja, de cuello amplio y sin soga, pintada en un fuerte tono rojizo.

La contemplativa Dolorosa, por el contrario, muestra una clara inspiración en los nobles modelos renacentistas, anteriores al hondo patetismo popular del barroco, de ahí que su rostro se muestre sereno y apenas alterado por el dolor. Sus ropas revelan el rico atuendo de las damas del Renacimiento, tanto en las telas ribeteadas como en el broche del escote. El autor la cubre a veces con un velo de encaje negro como señal de luto.