Elegante y bello simulacro de la Virgen con el Niño modelado por el escultor e imaginero cordobés a tamaño inferior del natural -María mide 47 x 36 centímetros y el pequeño Jesús 32 centímetros de altura- en terracota blanca, siendo la cruz y la corona de espinas de madera policromada en los mismos tonos.

La imagen de la Madonna se inspira en los modelos renacentistas de origen italiano caracterizados por el redondeado semblante de doncella, los cabellos largos y ondulados con trenza en la parte de arriba, y prenda superior con escote, broche y mangas estranguladas. La tiara en este caso recrea formas vegetales.

El Niño Jesús, sin embargo, obedece a modelos más contemporáneos. Su mirada es penetrante y va directa a quien lo contempla; a diferencia de la Madre, cuyos ojos se entornan hacia abajo. Ambas figuran forman un sólido conjunto aunque hayan sido labradas separadamente por el autor.

Los atributos que llevan -cruz y corona de espinas- confieren al grupo un carácter de prefiguración pasionista, de ahí el serio rictus del Hijo y la melancólica sonrisa de la Madre. Los acabados le dan un aspecto parecido al del mármol toscano de grano muy fino que ofrece un hermoso pulimento.

Entre los proyectos en los que trabaja Martín Boillo se encuentra un busto para el Museo Taurino Municipal de Córdoba. La pieza representa al torero Rafael Jiménez González (Chiquilín de Córdoba) con traje de luces y montera, y su ejecución responde a un homenaje por los 30 años de la alternativa del diestro.