NUEVA OBRA DE MANUEL CALIANI
06/12/2018
El artista onubense culmina la primera fase del misterio de la Epifanía o Adoración de los Magos cuyo boceto les mostramos el pasado 30 de Junio. Siguiendo una escala alrededor de la escultura de 50 cm, y con imágenes realizadas en barro cocido y policromado al óleo para vestir, Caliani finaliza una primera parte constituida por la Sagrada Familia, dispuestos provisionalmente de una forma distinta a la definitiva, ya que como se observa en el boceto (imagen inferior), la Virgen ocupará una posición más alta sobre escalones palaciegos. La efigie mariana posee una altura de 30 cm por su disposición sedente, de porte hierático, con ojos de cristal pintados a mano por Caliani y pestañas de pelo natural en los párpados superiores. Está adecuada para el uso de peluca, y como el santo, se completa con piernas y pies modelados y acabados y brazos articulados en hombros, codos y muñecas, idóneos para facilitar el movimiento de las manos que sostienen al Niño invitando a su adoración. La gran peculiaridad de esta imagen es la acusada actitud de melancólica ausencia en lugar del tradicional gesto sonriente, pues presagia la dolorosa consecuencia de su heroica acción al ofrecer al Hijo. Expresión que Caliani ha querido hacer más evidente con la mirada apagada en su rostro, sin pupilas y nublada, romántica como un cielo de color gris, vislumbrando la aflicción que le supondrá en el alma la resignación de su designio como Madre del Redentor. Sin embargo, San José, de 36 cm aproximadamente por la acusada inclinación de su torso y la flexión de sus piernas, rebosa ternura, bondad y orgullo sobre el Niño, ajeno a cualquier presentimiento pasionista. De rasgos maduros, posee igualmente ojos de cristal pintados a mano y pestañas de pelo natural en los párpados superiores, además de un tratamiento amplio y efectista del cabello y barba. Con gran amor, arropa a la Virgen adoptando una actitud de mayor cotidianeidad y naturalismo, sin el tradicional atributo de su vara florecida, manifestándose fácilmente en su papel de Patriarca de la Sagrada Familia. En cuanto al Niño Dios, representado con varios meses de edad, posee acusados frescores y cabello tratado de forma similar al de San José, con una expresión estrechamente unida a la de su Madre, con la mirada (pintada sobre el barro, en este caso) igualmente grisácea. No obstante, por su condición infantil, el sentimiento melancólico ante el presagio pasionista se torna más dulce, sosteniendo con amor y abnegación el orbe del mundo al que viene a salvar entre sus manos. Pese a encontrarse actualmente sobre el regazo de María, su disposición de adelantar su pierna derecha, haciendo posible su besapié, encontrará un sentido más completo una vez completado el conjunto, ya que irá sobre una cuna inclinada por un querubín para facilitar la adoración, mientras otro, jubiloso, se dispone a coronar al Señor, que ocupará el centro de la composición. Finalmente, Manuel Caliani quiere agradecer a todos los que, con su misma ilusión, le han acompañado en este proyecto, muy especialmente a Blas López Veloso, Eduardo Ortega García y Antonio Sanabria Vázquez por hacer posible el atavío, aderezo y exorno de este conjunto escultórico para su exposición. |
Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.
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