La Colección Museográfica de la Parroquia Matriz de Nuestra Señora de La Concepción de La Orotava (Tenerife) destaca cada mes una de sus piezas por su importancia artística e histórica. En agosto de 2024, el Tesoro del Mes es la imagen de Santa Clara de Asís que se venera en el retablo del Señor Preso.

La obra procede del desaparecido monasterio de clarisas de San José de La Orotava. Este cenobio fue fundado en el año 1601 y poseyó varias representaciones de Santa Clara, pero de todas ellas solo se conserva la que actualmente recibe culto en La Concepción, ejecutada en fecha muy posterior, puesto que ha sido vinculada al arte del escultor e imaginero orotavense Fernando Estévez (1788-1854), quien pudo tallarla en madera y lienzo a finales de la década de 1820 o quizás algo más tarde para sustituir a otra de mayor antigüedad, vinculada con la fundación del cenobio.

Según Castro Brunetto, evidencia la oscilación manifestada por los artistas en la policromía de la túnica, en este caso un tanto verdosa. Sin embargo, la elegancia de la postura así como la suavidad en la expresión del rostro hablan de la costumbre figurativa que la caracteriza. Se ha mencionado cierta tosquedad en su ejecución, lo que tal vez se deba a la frontalidad inherente al modelo difundido por Canarias, poco apto para desarrollar con el mismo cualquier escenografía.

La santa fue inventariada en San José al tiempo de clausurar el monasterio en octubre de 1868 y fue trasladadas luego a la cercana Parroquia Matriz de La Concepción, donde se conserva desde entonces. El taller y domicilio donde Fernando Estévez vivió hasta 1850 se encontraban a pocos metros de la iglesia conventual.

Santa Clara porta el báculo que alude a su cargo como madre fundadora y abadesa de las primeras hermanas clarisas. También sujeta una custodia, atributo que alude a uno de los pasajes de su biografía en que combatió victoriosa a las tropas sarracenas mostrando al Santísimo Sacramento.

Aparece ataviada con el hábito franciscano, a la usanza previa al paso al tono marrón de los hábitos actuales, siendo este de color ceniza, que según las crónicas antiguas era realmente el color utilizado por la orden de manera oficial hasta mediados del siglo XVIII en que comenzó a popularizarse el marrón. Lleva también dos velos, uno blanco interior identificado frecuentemente con la toca y uno negro exterior.